De Iniesta a Holanda
¡GOOOOOOOOLLLLLLL! Minuto ciento dieciséis. A mí se me caían las lágrimas. No me lo puedo creer. ¡Campeones del mundo! Se desató la euforia colectiva: banderas, pitos, peña cantando, locura, desfase, se avecinaba una buena tajada.
A 2. 000km de aquí en ese mismo momento los pobres Dutchies estaban como almas en pena, desolados. Se les había escapado de nuevo…
Por caprichos del destino yo tendría que estar allí cinco semanas después. Demasiada tentación como para no meter la camiseta oficial en la maleta. (obsérvese Foto Nº 1)
Así que ahí estaba el 23 de Agosto viento en popa a toda vela camino de Holanda. Por supuesto que estaba con nervios y miedos, no era todo arrojo y desparpajo. No iba con nadie conocido, sólo una chica de mi Facultad con la que había intercambiado mis primeras palabras prácticamente en Barajas. La residencia la había alquilado por Internet sin haberla visto físicamente y aunque la web parecía seria siempre uno arrastra dudas.
Tras una emotiva despedida con mi padre, crucé el arco que me bautizaba como Erasmus. No había pila bautismal pero sí un fulano cacheándome más allá de lo que indica el sentido común. En fin, todo sea en pos de la seguridad internacional.
Boarding...
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