Checkpoint Haarlem

Llegamos a Schipol en torno a las 13. Teníamos que llegar al checkpoint donde supuestamente nos esperaba un miembro de la ESN Haarlem. Para el que no lo sepan la ESN es un grupo de estudiantes que ayuda a los alumnos de intercambio a la integración. Funciona en casi todas las ciudades con programa Erasmus aunque de muy diferente manera. Lo de recogida en el aeropuerto y entrega de llaves del piso en mano podemos considerarlo un privilegio fruto de la buena organización holandesa en casi todos los ámbitos. Así que ahí estaba toda la panda en el ajedrezado punto de encuentro. Recuerdo que reparaba curioso en todas esas nuevas caras exóticas provenientes de mil partes del globo. Lancé mi primera pota en inglés a una rubia que parecía llevar una lista de nombres en la mano.

- ¿is dis de ESN grup?

- yeah the ESN Amsterdam.

- ah ah sorry ‘am luking for the ESN Jarlem

- Those two blonde girls over there.

- ah zenkiu zenkiu

Me fui junto a las susodichas chicas que resultaron llamarse Eglé de Lituania y Kristina de Estonia. Por lo visto, el chico de la ESN debía estar al rescate de un Erasmus descarriado así que tuvimos que hacer mini campamento allí en lo que regresaba. Nos dio tiempo a tomar un snack y sentir por primera vez el frío sudor que te recorre la frente cuando te clavan 3, 5€ por un muffin.

Llegó el chaval de la ESN. Era turco y no llegué a entender su nombre. Su inglés era muy fluido y parecía un tipo enrollado. Nos explicó que tuvo que retrasarse porque tenía que recoger a un par de alumnos de Madrid: Juan y Luli. Nos presentamos unos y otros con ese aire de camaradería al haber encontrado a “uno de los nuestros” Parecían buena gente y pronto conectamos por lo que sucumbimos al español, a la zona de de comfort, aunque realmente estaba más interesado en lo que me contaban las chicas bálticas.

Cogimos un par de trenes y nos plantamos en Haarlem. Por lo que había indagado antes se encontraba a mitad de camino entre la playa de Zandvoort y Amsterdam, ambas a tiro de bici. Punto estratégico.Este Erasmus promete!

Llegamos a la residencia. Era el típico bloque con pinta de Colegio Mayor junto a la Universidad. Nos recibió la jefa de la International Office, un encanto de mujer. En seguida nos sentimos todos muy bien acogidos. Sólo nos esperaba una pequeña sorpresa. A Kristina de Estonia y a mí nos faltaba la llave de la habitación que debía estar en la Uni. ¡Genial! Sólo había que irse a Amstelveen a por ellas, una ciudad a unos 30 km. de allí. Por suerte, el chico turco de la ESN no dudó un segundo en ofrecerse para acompañarnos. Tardamos bastante, y tuvimos que empalmar trams, trenes y buses. De tener que haber ido por nuestra cuenta, en fin, no creo que hubiéramos llegado.

Solucionado el altercado momento de deshacer la maleta y bajar a conocer nueva gente, nuevo mundo…


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