Granada y yo

Publicado por flag-es Jacqueline González del Pino — hace 5 años

Blog: Graná
Etiquetas: flag-es Blog Erasmus Granada, Granada, España

Granada y yo nos conocimos en septiembre de 2015 y, a día de hoy, cada día que pasa, cada momento que vivo y cada lugar que visito en esta ciudad, siempre terminan sorprendiéndome (y hasta enamorándome).

¿Y cómo y por qué llegó una canaria a Granada? Pues en este post os contaré el porqué y cómo consigo sobrevivir a mi relación odio et amo con Granada (bueno, esto último en este post creo que no cabe, mejor lo dejamos en "continuará"). Espero que le sirva de ayuda a cualquier estudiante, sea alguien que esté un poco perdido y que se pueda identificar conmigo o sea alguien que está pensando venir a estudiar en Granada, ¡o incluso si eres Erasmus!

En 2015 acabé el instituto y tenía que elegir cuál sería mi siguiente destino para empezar mi formación universitaria. Ahí comenzó mi primer cacao mental de verdad. Quería quedarme en la isla porque así podría estar con mi familia, en un lugar que ya me era familiar, con todas las comodidades... pero me di cuenta a tiempo de que eso no estaba hecho para mí. Por ello, un día me atreví a decirle a mis padres una idea que ya ellos se temían desde hacía mucho tiempo: no quería estudiar en Tenerife, quería ver mundo. Quizás la palabra mundo sean palabras mayores en este punto, pero para mí dar ese salto significaba muchísimo. Significaba libertad, autonomía, aeropuertos, gente nueva, cultura diferente... en definitiva, un cambio necesario tras lo mucho que me consumió segundo de bachillerato. 

Empecé a mirar grados en todos los catálogos de las principales universidades españolas y, aunque en un principio tenía la certeza de que iba a estudiar turismo, acabé poniendo como primera opción el grado en Traducción e Interpretación (aunque si hubiera sido posible, habría elegido filosofía, políticas, historia del arte y una lista interminable de carreras...). 

Traducción e Interpretación tiene lo que más me gusta en el mundo: los idiomas, la comunicación interlingüística e intercultural. Cuando ya había llegado a ese punto, la cosa era qué idiomas y en qué universidad. No quise hacer mucho caso a los rankings, sino a lo que me decía el corazón (vale, me acabo de pasar de cursi), así que cogí las maletas y me decanté por Salamanca.  

Granada y yo

Sin embargo, los idiomas que ofrecían no se ajustaban a lo que yo quería, pero me conformé. Al llegar a la ciudad para hacer la prueba de acceso (sí, da igual la notaza que tuvieras en el instituto o en la PAU que de nada te iba a servir), fue un flechazo ver la arquitectura y el ambiente del casco histórico, donde estaba mi facultad; era un sueño.

Granada y yo

Pero llegó el día del examen: 70 plazas en total y más de 500 personas que se presentaban, de las cuales la mayoría tuvieron un año de preparación específicamente para esta prueba. El resultado ya lo sabía antes de entrar, yo no iba a ser elegida. Sin embargo, en cuanto me confirmaron la noticia, me quedé con lo bonito que fue conocer Salamanca y con la curiosidad de saber más sobre mi siguiente destino de mi lista de prioridades: Granada. Pensé que sería una ciudad de lo más normal, que la gente exageraba y que lo único que tenía para visitar era la Alhambra (ignorante de mí...). ¡VAYA GRATA SORPRESA DEL DESTINO! Resulta que esta ciudad estaba hecha para mí: arquitectura de muchísimas épocas, moderna y a la vez bien conservada, estudiantil y con mucha vida, llena de color y, por supuesto, de tapas (lo que más me ha atrapado de Granada la verdad -cómo no-).

Granada y yo

Después de alucinar con todo lo que me ofrecía Granada, tocaba empezar las clases. Lo primero de todo fue la llegada a mi facultad. No está dentro de ningún campus ni en las afueras como es el caso de otras, sino que estaba en pleno centro en medio de una calle comercial bastante conocida (Calle Puentezuelas). Es un antiguo palacete que se ha reformado bastante (y sigue en proceso), pero que aún conserva la esencia de lo que fue en su día. Tiene unas cristaleras y enormes ventanas preciosas con vistas a un gran patio interior con una fuente, mesas, sombrillas y jardines, es decir, tiene el lugar ideal de estudio para cuando llega el buen tiempo. No tenemos cafeterías, pero cerca de la facultad hay muchas opciones donde se puede pillar un buen café o té para acompañar el estudio. Además, hay otro edificio "anexo" a la facultad que está a dos calles del edificio principal. Este edificio, que pasa por desapercibido, también es un antiguo palacete que desprende tranquilidad, pues nada más entrar hay una pequeña fuente dentro del patio que atrapa a cualquiera con su sonido. Tiene una biblioteca bastante acogedora con vistas a un precioso jardín. La verdad es que es un lugar encantador, merece una visita, aunque no seas estudiante de la facultad.

Granada y yo

Bueno, esto es todo por ahora. Espero que esta introducción a mi relación amo et odio haya sido lo menos pesada posible y lo más esperanzadora posible para todos aquellos que se sientan perdidos en sus elecciones con respecto a sus futuros. Yo también pasé por eso (y no estoy segura de haberlo pasado del todo estando en tercero de carrera, así que paciencia con esas indecisiones). Seguiré hablando de esta ciudad en otros posts si el poco tiempo libre que me deja la universidad me lo permite, así que espero que de vez en cuando le echen un vistazo para ver si hay algo nuevo por aquí. Ahora sí, esto es todo (qué pesada soy a veces, ¿no?).

¡CHAO PESCAO!


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