Y la velocidad aumenta...

De un modo exponecial. Nunca sabes cuál es el momento en el que las cosas comienzan a ir más rápido. A perder el sentido del espacio y del tiempo para adentrarse en una espiral de caos. Cuando te ciñes a los miedos y te aferras a las cifras exactas, al cobijo de la seuridad certera, el incremento de los acontecimientos por segundo, la exposición a lo desconocido puede llegar a aterrarte y hacerte feliz en una hermandad extraña e impredecible.

El paso del tiempo y consejos que han recorrido más horas que tu mirada, apuntan a que la clave está en la búsqueda del equilibrio. Y dicen, además, que no se trata de un equilibrio universal o generalizado sino que el mismo nace del modo en el que cada uno decide afrontar los segundos que se les ofrece a sus pies para pisar la tierra. Pasos equívocos o certeros, todos ellos van a componer tu pequeña historia, una piezza más del puzzle efímero, volátil y precioso con el que jugamos desde que nacemos y que tardamos toda una vida en comprender.