Gerona: una ciudad para amar
La llegada.
Llegué a Gerona en una lluviosa noche de septiembre. Era mi primer viaje, mi primera salida de verdad. Mi primera gran experiencia. En cuanto bajé del avión, fui directa a coger un taxi. Como tenía muy poca experiencia viajando, no esperaba que los autobuses estuviesen disponibles hasta el último vuelo del día. Me las apañé con 23 euros. El taxi me dejó justo en la pensión que había reservado, aconsejada por un amigo, en el Carrer Sant'Ignasi. Luego me di cuenta de que estaba un poco lejos del centro. Era sábado por la noche. Tarde. No llamé a mi amigo Filippo, que vivía en Gerona, porque no quería molestarlo. Me pasé la noche llorando, en una de las habitaciones de aquella humilde pensión, con un dolor de cabeza increíble y mucha, muchísima nostalgia por las personas a las que quería y no estaban conmigo.
El día siguiente fue un precioso domingo soleado. Sin saber dónde comer, qué hacer y a dónde ir, salí de la pensión y me aventuré a salir por la ciudad. Desde las afueras, casi de manera instintiva, me dirigí hacia el centro. Caminé y caminé por la gran avenida bordeada de árboles hasta la Plaza de la Independencia. Por entonces aún no sabía que atravesaría aquella plaza día tras otro durante mi estadía en Gerona, que la habría mirado desde los numerosos bares y locales que hay a su alrededor, que habría paseado por allí con mis amigas, con mis amores, que me habría dejado mi libro...
Uno de los bancos de aquella plaza fue mi elegido. Me encanta localizar "mis" lugares en cada ciudad que visito. El primer bar al que entro, mi calle favorita, el puente más bonito...Esta vez fue el primer banco en el que me senté. El último, justo en frente del puente. ¡Ese era mi banco!
Los primeros días fueron devastadores. La nostalgia me recomía las entrañas, y era todo tan diferente, tan raro. Durante los primeros días, sentía soledad. Pero también muchas ganas de no abandonar.
Gracias a Filippo, mi "apoyo" en Gerona, encontré apartamento. Cuatro días después de mi llegada ya había encontrado uno. Generalmente, los Erasmus y estudiantes en Gerona encuentran sus apartamentos en los tablones de anuncios de la facultad de la UdG. Yo no tuve tiempo de eso. Tuve más suerte.
Desde que me mudé a Gran Vía de Jaume I 5/b, mi vida Erasmus tomó una dirección totalmente diferente.
La estancia.
El apartamento era precioso, en pleno centro y para nada caro. Me venía de lujo. Y, además, tenía los mejores coinquilinos del mundo: Alina era una chica rumana que había ido a Gerona de Erasmus y se había quedado allí porque justo gracias al Erasmus había encontrado al amor de su vida. Porque sí, el Erasmus también consigue hacer eso; Jordi era el amor de Alina, aunque él no vivía con nosotros. Trabajaba como profesor de español y catalán para la UdG en Rumanía. También estaba Filippo. Filippo era un chico sardo que estudiaba en Gerona, tenía una beca para un doctorado de investigación. Me ayudó mucho, en todos los sentidos. En los primeros días de mi estancia me enseñó la ciudad entera. Me llevó a los sitios clave, las tiendas más baratas y las más caras, al mercado semanal de los sábados del Parc de la Devesa y al que abre todos los días en la Plaça del LLeò. Me hizo de guía turística, contándome anécdotas y leyendas de la ciudad. Tenéis que saber que Gerona está llena de historias y leyendas increíbles.
La convivencia con los coinquilinos era "normal". Se vivía como se vive en cualquier apartamento italiano. La único es que los horarios de las comidas eran un poco diferentes: se comía y se cenaba un poco tarde en comparación con Italia. Aunque a los horarios se acostumbra uno.
En cambio, ¡el problema era el idioma! Al principio no era fácil expresarme y hacerme entender, aunque notaba que se me daba bien porque entendía casi todo, ¡en catalán! La gente de la facultad se sorprendía porque hablaba catalán. Una erasmus italiana que, en lugar de hablar inglés o aún peor, intentar que la entendiesen hablando italiano, habla y se exprime en catalán. Se alegraban. No creían lo que oían cuando les contaba que estudiaba catalán en la facultad. Era divertido ver sus sonrisas.
En la facultad, las clases eran todas en catalán, los exámenes eran escritos y podías elegir qué lengua utilizar: catalán o español.
Pasado un mes o así ya empezaba a expresarme y hacerme entender sin problemas, tanto en casa como en la facultad. Además, leía los enunciados de los exámenes e intentaba leer en catalán para aprender. Pero no hay nada mejor que la televisión para aprender el idioma. Veía muchas películas y escuchaba la radio. El aprendizaje de un idioma, al fin y al cabo, no es un tarea tan ardua con una inmersión total.
También aprendí español que, por el contrario, nunca había estudiado.
La ciudad.
Gerona está llena, súper llena, de cosas interesantes. Eventos en los que participar, conciertos, exposiciones, museos y lugares culturales que visitar, jardines para pasear y tomar el sol, locales y bares donde pararse a tomar un café, restaurantes para saborear la comida típica... El trenecito que da vueltas por la ciudad tiene escrito el eslogan "Girona m'enamora". Y es cierto. Si vives allí, no podrás evitar enamorarte de la ciudad alegre, enriquecedora, fragante y dulce que es Gerona.
Hay flores en cada cantero en todas las estaciones del año, por no hablar de Gerona en las dos semanas de Temps de Flors. La ciudad se convierte en un momento al aire libre lleno de obras de arte florales que te dejan sin aliento.
¿Y las iglesias? Preciosos edificios arquitectónicos donde se da misa en catalán. Vaya experiencia.
La vida nocturna no es tan colosal como podría ser la de Ibiza en pleno agosto, pero sigue siendo agradable y divertida, con muchos locales para salir a bailar, con karaoke o para simplemente pasar la noche frente a una cerveza o una clara (cerveza típica dulce). ¡La clara es dulce porque es cerveza con limonada! Una verdadera delicia, especialmente para nosotras, las chicas, que no nos suele gustar tanto el gusto amargo de la cerveza.
Pero los momentos más bonitos en la ciudad se viven durante las fiestas del patrón, Sant Narcis. Hay muchísimos conciertos, puestos de todo tipo de cosas, las mejores especialidades de la gastronomía catalana inclusive, ¡ñam! Por no hablar de la cabalgata de los Gegants, enormes muñecos que llevan a sus espaldas los "geganters". Representan la ciudad y desfilan, junto con los Capgrossos, por todas las calles de la ciudad.
¡Un libro entero no sería suficiente para describir o citar cada una de las bellezas que se pueden experimentar y encontrar en Gerona!
La despedida.
No fue fácil para mí dejar Gerona al terminar mi estancia Erasmus. No fue fácil dejar a mis amigos, el cariño, las relaciones que había conseguido entablar y que iban ligadas a esos momentos, a esa ciudad, a la UdG y al apartamento de la Gran Vía.
Por desgracia o por suerte, el Erasmus tiene que terminar, por contrato. Esto también hace que el estudiante entienda la experiencia y pueda aislarla desde el principio, para poder revivirla cada vez que la recuerde.
En Gerona, como en el resto de España, es común hacer una fiesta de despedida cuando alguien se va para no volver. Los erasmus siempre la hacen, con sangría y otras bebidas, por no hablar de los pasteles salados o la tortilla de patatas típica de la cocina catalana.
Son fiestas en las que se festeja a la persona que se marcha y se recuerda cada momento compartido.
En las fiestas de despedida se ríe y se llora, porque los lazos que se crean durante el Erasmus son realmente fuertes.
Hasta el punto de que, después de años, recibes la invitación para la boda de tus coinquilinos del Erasmus.
Contenido disponible en otros idiomas
- Italiano: Girona: una città da amare
- English: Girona: A City Of Love
- Français: Gérone : une ville à aimer
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