Gdansk
Lo primero que pensé después de este viaje es que debería existir rivalidad entre Gdansk y Cracovia en lugar de Varsovia y Cracovia. Sí, es la capital y todo eso, pero de las pocas ciudades polacas que he visto, Gdansk es la única que puede competir con la belleza y el ambiente de Cracovia. Voy a explicarlo.
Tienes muchas opciones para ir desde Cracovia. Bueno, en realidad dos: PolskiBus y PKP train. Los precios de ambas son muy parecidos (si eres estudiante polaco, tienes un 51% de descuento). El viaje en tren dura unas ocho horas y en autobús, unas diez. Polskibus es muy incómodo; en tren no hay camas pero al menos tienes más espacio, es más guay.
Nos alojamos en un albergue que se llamaba La Guitarra Hostel. Es genial, lo recomiendo al cien por cien. Se ubica cerca del centro, junto al río, por lo que cada vez que sales puedes pasear por el río, es bonito y no te pierdes. A nosotros nos costó zl 20 por noche sin desayuno incluido. Tuvimos suerte, conocimos a algunos chicos ucranianos que se fueron por la mañana temprano y nos regalaron su desayuno. Tengo unos amigos que pagaron 30 y sí que incluía el desayuno. Estaba muy bien: leche, cereales, café, té, sandwiches, etc. El albergue tenía una ducha con vestuario en cada planta y dos baños, siempre estaba todo muy limpio. Las taquillas eran grandes. La sala común también era genial: la cocina es muy grande y tiene de todo, mesitas, sofás, televisión, sistema de sonido, piano y unas guitarras que puedes usar cuando quieras. El ambiente viajero era increíble, llegué a salir de cervezas con gente de todo el mundo.
El primer día por la mañana nos tomamos un café en una cafetería muy bonita llamada Dobra Kawa, hacían un café muy bueno, aunque era un poco cara. De todas formas es lo que necesitábamos para empezar el día. Después fuimos a la estación de tren para comprar un billete (zl 1, 8) para Sopot con la compañía SKM. Me gustó mucho el viaje porque Sopot está a 30 minutos de Gdansk y el tren es muy antiguo y cómodo, al mirar por la ventana sientes como si viajases 40 años atrás en el tiempo. La estación de tren en Sopot está muy cerca de los lugares más interesantes (la ciudad es muy pequeña), por lo que recorrimos la calle más larga, creo que se llama Montecasino. A lo largo de la calle verás la Dancing House y, al final de esta, una bonita plaza frente a la playa. He de decir que ver el océano después de tantos meses fue increíble, aunque el Báltico no sea uno de mis favoritos (está claro, vivo junto al mar Caribe). Es como un lago: muy gris, muy frío y muy tranquilo. Fuimos al muelle y nos echamos muchas fotos.
También tocamos la arena y el agua, buscamos conchas y ámbar, que es muy típico de Gdansk, se conoce como el oro del Báltico. Cuando nos cansamos de la búsqueda del tesoro, decidimos comer. Como era viernes de Cuaresma y somos buenas chicas católicas, no podíamos comer carne, así que fuimos a un bar de leche vegetariano (sí, muy raro), llamado Green Way, era genial porque tenían comida de diferentes tipos y muy barata, no solo pierogis, sino pimentón relleno y verduras asadas.
Más tarde decidimos ir a Westerplatte, el lugar donde empezó la Segunda Guerra Mundial. Es la última parada de la línea de autobús 106, que puedes coger en la estación de tren principal. Es un sitio muy interesante, en primer lugar porque es gratis y en segundo lugar porque es un bonito parque con la historia de Westerplatte y Gdansk. Hay un monumento muy grande donde se disparó la primera bala y ruinas de algunas barracones. Al andar por allí piensas en cómo empezó todo y por qué, es como que te ayuda a encajar las piezas del puzzle. Tal vez no es algo que todo el mundo hace, pero es muy interesante e incluso si no te gusta la historia, el parque y el paseo es muy agradable. En verano puedes pasear en bote, tiene que ser genial.
Volvimos al hotel muy cansadas, dormimos y estuvimos con la gente del albergue. Al día siguiente desayunos e hicimos el Free Walking Tour por el centro de la ciudad y fue increíble, por supuesto, tienes que hacerlo. No pudimos ir al Solidarity Museum ni al castillo, que estaba a 40 minutos. Pero bueno, al menos así hay motivos para volver. Comimos en un restaurante llamado Smok, en frente de un bar de leche (por si prefieres no gastar mucho dinero). Este restaurante tiene todos mis respetos por estar abierto en Sábado Santo. Había todo tipo de buena comida polaca a buen precio. Comí algo con patatas y salmón que estaba delicioso por tan solo zl 14. Era acogedor, tenía buen servicio y estaba cerca de prácticamente todo.
En resumen, Gdansk es genial. Tal vez sea mi ciudad favorita de Polonia. Sigo intentando decidir si me gusta más que Cracovia. A mi siempre me han gustado los lugares cercanos o rodeados de agua, creo que son más bonitos y alegres. Y si tienen historia, como este, lo son mucho más. Es mágico.
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