Nunca dejes de explorar

La semana pasada, unas amigas, mi hermana y yo fuimos a hacer senderismo a las colinas de Gatineau, en Quebec, Canadá. Aunque esa no es mi provincia, lo único que nos separa de esa parte de Quebec es un puente. Un mar de árboles y sí, lo habéis adivinado: colinas. Las colinas de Gatineau son un paraíso para los entusiastas del aire libre: atrae a ciclistas, corredores y familias que exploran sus senderos, lagos y cámpines. El parque es un lugar ideal para hacer ejercicio hasta en invierno: cuenta con colinas y senderos por los que deslizarse con los esquís.

Nosotras decidimos ir a las ruinas de Carbide Willson un caluroso día de agosto. Estas ruinas, situadas en las colinas de Gatineau , son los restos de un laboratorio construido en 1892 por un científico paranoico, Thomas Carbide. Según la leyenda, Carbide temía que sus rivales le robaran sus avances químicos en el campo de los fertilizantes, por lo que construyó su laboratorio en un lugar remoto de Quebec.

Esta misteriosa historia mejora aún más con los estanques creados por la cascada que cae bajo las ruinas. Pronto dejamos nuestros zapatos y mochilas junto a un árbol y nos zambullimos, aguantando esos cinco segundos de dolor antes de acostumbrarnos al frío del agua. Sintiéndonos aventureras, escalamos por bloques de cemento y nos deslizamos por rocas resbaladizas. Al final nos sentamos en círculo junto a la cascada y estuvimos hablando casi una hora mientras el agua fría nos mojaba la piel. Con tesoros como este escondidos en lo más profundo del bosque, ¿quién necesita gastarse un pastón en un spa?