En Fátima por accidente

Publicado por flag-co Sandra Cabrera Patiño — hace 5 años

Blog: Farewell Crónico
Etiquetas: flag-pt Blog Erasmus Fátima, Fátima, Portugal

Europa nunca ha dejado de sorprenderme. Desde mi primera vez allí en el año 2013, se creó un lazo que no he podido romper y que siempre me impulsa a volver, y aunque las anécdotas son interminables, esta historia habla de un momento en especial que movió mi corazón y sobre todo mi alma.

En mi segunda visita a este continente decidí recorrer por tierra varios países durante 23 días, iniciando a finales de Junio de 2017.

Rentamos un auto con Ana María, mi mejor amiga, quien es mi compañera habitual de viajes -y en general de vida- y empezamos a hacer planes. Visitaríamos España iniciando desde Madrid y sus alrededores, seguiríamos con Portugal de punta a punta conociendo sus ciudades más emblemáticas. Posteriormente volveríamos a España pero esta vez a su extremo sur subiendo después por el este hasta llegar al sur de Francia y luego a Mónaco, y por último iniciaríamos nuestro regreso hacia Madrid, ciudad desde donde volaríamos de vuelta a nuestro país.

Justo antes de iniciar esta aventura otra buena amiga decidió unirse. Paola nos acompañaría hasta Barcelona y de allí arrancaría hacía Italia, mientras que Ana y yo continuaríamos nuestro camino según lo planeado.

En Fátima por accidente

Armamos un itinerario muy apretado para visitar y conocer lo que más pudiéramos durante ese periodo tan corto. Era claro que si queríamos aprovechar el tiempo que nos quedaba entre las horas conduciendo y comiendo, tendríamos que dormir poco. ¡Y así fue! El café siempre fue nuestro mejor aliado.

En Fátima por accidente

En Fátima por accidente

El quinto día de nuestro viaje llegamos a Portugal. En Porto nos maravillamos con el imponente Puente de Dom Luis I y la vista de la ciudad desde el mismo, sus bares y restaurantes llenos de vida y muestras culturales junto al río Douro. Al día siguiente visitamos Aveiro, un hermoso pueblo pesquero al que llaman “La Venecia Portuguesa” por los canales y barcas que lo atraviesan. No es un sitio como para quedarse, pero vale la pena la visita si te la encuentras por el camino.

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Mientras almorzábamos allí, oímos hablar sobre Fátima. A ninguna de las tres se nos había ocurrido ni por un momento que podía ser un imperdible en nuestro viaje, de hecho me atrevo a decir que ni nos acordábamos que ese sitio quedaba en Portugal, pero como Google Maps nos mostraba que estaba por el camino a Lisboa -nuestro destino de ese día- acordamos ir a tomarle una foto al santuario.

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Primero pasamos por la playa de Costa Nova, famosa por las casitas decoradas con rayas de colores. Nos comimos una “tripa” -una especie de crepe relleno- y nos tomamos unas fotos muy lindas.

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De camino a Fátima no hicimos más que reírnos por todo y de todo, cantar a grito herido reggaetón resafinado y compartir las fotos que habíamos tomado.

Nadie miró la hora y nadie mencionó Fátima con mucha emoción.

Yo vengo de una familia católica, estudié en un colegio católico, fui bautizada, hice la primera comunión y la confirmación. Creo en Dios, pero no suelo ir a misa.

Me gustan mucho las iglesias y catedrales, su arquitectura, sus vitrales, su imponencia, su ausencia de sonido. Me gustan mucho más cuando están vacías y en silencio porque así siento más paz, siento que puedo agradecer, arrepentirme y pedir. Yo. Yo sola. Siempre he creído que para hablar con Él no es necesario ir a misa los domingos, sino que puedo hacerlo en casa, o en la calle y en cualquier momento.

Y mi visita al santuario de Fátima tenía una finalidad turística.

Google Maps nos llevó. Parqueamos el carro y caminamos hacia el santuario.

En Fátima por accidente

En Fátima por accidente

Nos encontramos con un trozo del muro de Berlín, y tras este una plaza enorme que contiene una cruz de 27 metros de altura, un rosario igual de alto, la imponente Basílica de Nuestra Señora del Rosario y la Capilla de las Apariciones. Hermosos y modernos.

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Tomamos algunas fotos, observamos a los visitantes peregrinos haciendo el camino de rodillas, caminamos por todo el lugar, cada una por su lado.

Terminamos al tiempo y cómo si fuéramos guiadas por una misma mano invisible, las tres nos dirigimos caminando hacia la Capilla de las Apariciones. Apenas pusimos un pie dentro, el sacerdote hizo la señal de la cruz e inició la misa...En Español.

Sin decir una palabra nos sentamos a escuchar el sermón. Sentimos que era lo que teníamos que hacer.

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Primero, Fátima no estaba planeada. Segundo, no miramos en ningún momento el reloj así que llegar puntual a la hora de la misa y justo en el momento en que iniciaba el sermón, aún con todo el tiempo que nos tomó hacer fotos y revisar el lugar, fue una sorpresa. Tercero, estábamos en Portugal y estábamos orando en nuestro idioma.

Una sensación que no puedo explicar con palabras me invadió. Era una mezcla de paz, tranquilidad, de felicidad y de agradecimiento. Mis ojos se llenaron de lágrimas y cuando volteé a ver a Paola, también lloraba.

Ana es cristiana y por lo tanto no venera a la Virgen María, pero estaba igualmente conmovida. Salió de la capilla y volvió con tres velas blancas para que al terminar la ceremonia pudiéramos agradecer por todas las bendiciones recibidas. Y así lo hicimos.

En Fátima por accidente

Embargada por ese sentimiento y después de agradecer ,salí a comprar una medallita de la virgen y en la pequeña tienda a la que entré fui atendida por una chica joven, bonita y delicada, que hablaba en un portugués muy suave y fácil de entender. Ella parecía encajar perfectamente con el momento y el sentimiento. El encanto de lo que nos había sucedido no se rompía. Resulté comprando una medalla para cada miembro de mi familia, una botellita de agua bendita con la imagen de nuestra señora de Fátima grabada en relieve y un imán para la nevera. Quería llevar conmigo todo lo que pudiera recordarme lo que viví ese día.

Al detallar las medallitas descubrí que justo ese año, 2017, se cumplía el centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima a los pastorcitos, ocurrido el 13 de Julio de 1917.

Íbamos saliendo de la tienda con Paola, cuando la chica que nos atendió nos alcanzó y nos ofreció a cada una una medalla con la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Fátima por un lado y con una burbujita que contenía “Terra de Fatima” por el otro. Siempre la llevo conmigo.

No hubo más reggaeton ni baile de camino a Lisboa. Estábamos todas en silencio, maravilladas y llenas de la energía positiva que nos dejó el santuario y convencidas de que nada había sido una casualidad.

Desde ese día soy muy devota de la Virgen de Fátima, porque no tengo duda de que sentí su presencia en ese lugar santo.


Galería de fotos


Comentarios (6 comentarios)

  • flag- Ana Vaca hace 5 años

    Te amo amiga. Fue una de las mejores experiencias que he vivido. ❤️

  • flag-co Sandra Cabrera Patiño hace 5 años

    Inolvidable. Te amo también!

  • flag- Sonayk Giraldo hace 5 años

    Experiencias que llenan el alma! Un abrazo Sandris ...

  • flag- Mile Cubillos Riveros hace 5 años

    Que bonito leer esto, me conmovieron tus palabras!!!!!

  • flag-co Liliana Andrea Cabrera Patiño hace 5 años

    Siento que la que la experiencia la hubiera vivido yo ^_^ eres una gran escritora Tatica

  • flag- Victoria Patiño hace 5 años

    Una historia que nos conmovió y un estilo que me acercó a la experiencia que vivieron. Gracias por compartirla.

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