La magia de Eguisheim
¡Buenos días! Hoy os quiero hablar sobre un pequeño pero adorable pueblo situado en la región francesa de Alsacia: Eguisheim. Fue nombrado como el pueblo favorito por los franceses hace unos años, y no me sorprende en absoluto: no deja indiferente a nadie. Sus calles abarrotadas de colores y tradicionales hacen que esta pequeña localidad sea un auténtico tesoro.
Este pueblo se ubica muy cerca de una ciudad muy conocida en Francia, que es donde yo me hospedaba: Colmar. Ya hablaré de esa ciudad más adelante. Si estáis a falta de un coche, no tenéis porqué preocuparos: hay autobuses que parten de Colmar, prácticamente a cada hora. Yo mismo fui a la oficina de turismo de Colmar para informarme de esto. La encargada fue muy amable en darme los horarios de los autobuses en un folio imprimido. El recorrido de este bus va por varios municipios alrededor de Colmar, siendo muchos de ellos del mismo estilo que Colmar o Eguisheim: debido a la proximidad con Alemania, a Alsacia se le caracteriza generalmente por el estilo renano que tienen sus casas y calles, con muchos colores en las fachadas y entramados de madera. Pero ya hablaré también de esos pequeños pueblos en otro artículo.
La cosa es que cogimos un bus a la una de la mañana, en la estación de tren de Colmar (nos habíamos confundido de parada de bus, pero el chofer nos dejó entrar igualmente). Tardamos una media hora en llegar a Eguisheim, en una parada justo al lado del casco viejo: lo verdaderamente especial de Eguisheim. El casco viejo tiene forma de un círculo, por lo que las calles no son rectas, sino redondas: dan la vuelta entera. Se puede decir que solo hay tres o cuatro calles principales y varias entrecalles. Una de las calles es totalmente recta, y traspasa todo el casco, que conecta la parada de bus (con una escuela elementaria al lado) con el Ayuntamiento y algunos bares, que se sitúan al otro lado del casco, a las “afueras”.
Para mí, lo más mágico de Eguisheim son las dos primeras calles, las que están más al borde del círculo; las más largas. Son, evidentemente, las que más casas aguardan en ellas. Por ello, poseen más variedad de colores, más plantas entorno a las fachadas (eso sí, plantas y flores a rabiar, por todos los lados) y más encanto. Otro detallito que me gustó mucho del estilo alsaciano (y, a su vez, el estilo alemán) fueron los rótulos de hierro forjado encima de las puertas, aunque no eran tan llamativos y “sobredecorados” como los había visto yo en otras ciudades de Baviera, región alemana con un estilo similar, por no decir el mismo.
Uno de los lugares más fotografiados de Eguisheim, además de toda Alsacia, es una pequeña y estrecha casita llena de flores y plantas en su balcón, que separa una calle en dos. Una calle llena de colores vivaces claro. Cuando, después de dar incontadas vueltas por todo el casco viejo, llegamos a este punto turístico, nos encontramos con una sorpresa inesperada y, en su momento, un poco defraudante: había demasiada gente intentando sacarse una foto. Eso es lo peor del turismo, no lo soporto. Pero no había más remedio que esperar a que se despejara todo ello, pues no quería solamente sacarme una foto, sino visualizar aquella atracción turística tal y como se podía admirar en las fotos de internet: vacía. Totalmente vacía. Y lo conseguí, pese a una larga espera. Mereció la pena, francamente.
Por último, llegamos la atracción turística principal de Eguisheim, el cual se colocaba en el centro o núcleo del círculo: la plaza. Es una plaza rodeada con unas casas más altas y anchas que el resto del pueblo, pero con el mismo estilo renano, aunque algunos no poseen ese detalle de los entramados. Eguisheim tiene dos iglesias en el casco viejo, uno en la plaza, que tuve la oportunidad de visitarlo por dentro, y la otra justo detrás de ella pero un poco más apartada del centro, a la cual no tuve la oportunidad de entrar porque hubo un funeral. La primera iglesia está a una altura, detrás de la fuente de la plaza. Está pegada a un pequeño castillo de color rosa-color carne-color pastel. Una mezcla entre esos tres colores. El castillo se llama Château de Saint-Léon-Pfalz. Volviendo a la iglesia, esta es de un color rosa suave, y está acompañada de un pequeño jardín con una gran variedad de flores, de diversas especies. Todas tenían su respectivo nombre al lado, escrito en un pequeño y bajo letrero de madera. En cuanto al interior de la iglesia, no tiene grandes vidrieras, pero su belleza la compensa el techo, que está pintado con frescos. Es muy bonito.
Pero tampoco nos podemos olvidar de la belleza de la fuente de la plaza. Es una fuente circular bastante grande con una pequeña escultura de una figura religiosa que no pude reconocer. La fuente también está rodeada de abundantes flores, además de varias flores de loto sobre su agua. La plaza la completan varios restaurantes y, cómo no, las hermosas fachadas de las casas.
Por último, os querría dar un pequeño consejo: si tenéis esperanzas o intenciones de visitarlo, yo os recomendaría hacerlo en una primavera tardía o en verano, para poder contemplar el pueblo en todo su esplendor, y con eso me quiero referir a la abundancia de las plantas frondosas y florecidas. Sin embargo, otra fecha muy recomendable y adecuada sería en navidades, pues todo se llena de luces de navidad y muchos adornos colgados por los pequeños balcones de las casas.
¡Y esto ha sido todo por hoy! Espero que os haya gustado y que alguna vez os animéis a visitar esa pequeña pero hermosa ciudad. ¡Un beso y hasta otra!
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