Estambul parte 2
¡Buenas a todos y todas! Seguimos en la mítica, atrayente y mágica Estambul. Vamos a explorarla hoy un poco que ya toca.
He de decir que la presencia animal es potente, en cuestión perruna y gatuna. Pero gatuna especialmente, hay zonas que la presencia de los felinos es tan brutal que en cualquier momento sospechas que están organizando alguna revuelta para conquistar Estambul. No exagero, es acojonante. En el paseo marítimo paré de contar cuando llegue a 50, un absoluto abuso.
En fin, incisos aparte, fuimos en primer lugar a la Mezquita azul. Se encuentra en un precioso lugar rodeado de jardines y arboles, fuentes y césped. Esta emplazada frente a la Iglesia de Santa Sofía y no sabes si mirar a una o a la otra. Dos construcciones inmensas y de una belleza innegable. La Mezquita azul se llama así, puesto que, en el interior hay una cantidad de mosaicos azules que le da un ambiente muy particular. Su precio de entrada es gratuito, y para las mujeres es necesario que se pongan los ropajes particulares de la religión musulmana y los hombres en pantalones que cubran las rodillas y camisetas con mangas. En pleno verano como estábamos, nos tuvimos que apañar como pudimos. Por dentro como decía destacan los mosaicos azules, se encontraba iluminado por bombillas colocadas como en una feria pero de manera muy desorganizada. Íbamos todos en calcetines o descalzos y el suelo estaba recubierto entero por una alfombra. Había dos zonas de rezos, uno para chicos y otra para chicas. Era triste verlo, desde mi perspectiva occidental. La zona de las mujeres eran espacios minúsculos, tapadas con sus prendas religiosas enteras, y aglomeradas en aquellos rincones que se movían un poco y se metían el codo en la boca de la de al lado. Los hombres en cambio gozaban de la mayoría del espacio, separado de la zona turística por una valla se podía acceder a la zona de rezos donde el análogo cura musulmán practicaba los rezos a través de unos cantos.
Salimos de la Mezquita azul y nos dirigimos a la Basílica cisterna, está construida bajo tierra y como su nombre indica era una de las muchas cisternas que se encontraban en Estambul. Bajamos curiosos y apoquinamos el dinero consecuente y aquí ni descuentos ni leches. Nos encontramos en una especie de sala gigante con numerosas columnas que sostenían el lugar, unas rampas colocadas encima del nivel del agua nos permitía desplazarnos de un sitio a otro, puesto que el suelo estaba totalmente annegado por el agua y lleno de monedas, dicho sea. Además había unos peces parecidos a besugos ciegos en cantidad moviéndose entre las aguas también. No tenía mucha historia hasta que en la parte norte de la estructura encontramos dos columnas con la cabeza de medusa esculpida en ellas. Estan colocadas de lado o bocabajo y según nos comentaban se debía para anular los propios poderes de la medusa.
Salimos de la Basílica y nos dirigimos al Palacio Topkaki, este palacio es una estructura absolutamente descomunal, se compone de una muralla exterior amplísima que te permite acceder a un inmenso patio interior repleto de zonas ajardinadas y edificios administrativos... y una taquilla. Había una gran puerta que te permitía entrar en el interior pero debido al asalto con mano armada que querían hacer sobre nuestros bolsillos, no pudimos entrar. Una pena, merecía la pena seguro.
Continuamos paseando por las calles de Estambul y nos dejamos perder por los distintos lugares, el paseo marítimo gatuno, las tiendas, fuimos al consabido Gran Bazar también, una estructura techada enorme repleta de tiendas y con partes no techadas también. Muy cerca os encontraréis el Bazar de las Especias donde no hinchan los precios tantos puesto que en el Gran Bazar sabiendo el atractivo turístico los hinchan tela. Y en estos bazares todo lo que se intuía sobre vender, regatear, ect se multiplica hasta el máximo nivel. Dirigiéndose los dependientes de manera machista el 95 por ciento de las veces al varón. Por otro lado decir que la visita merece la pena, así que no os lo perdáis. También vimos un día, fue curioso cuanto menos.
El puente del Bósforo alberga en sus zonas bajas multitud de restaurantes típicos y tópicos, con zonas de cachimba y pescadito del propio Bósforo fresco. También os destacaría que la pobreza infantil era muy patente, niños por doquier andaban pidiendo o solos en un estado complicado, compartimos algo de comida y caramelos con ellos pero es algo serio que las instituciones deberían vigilar de cerca. Hubo un adolescente que pretendió medio asaltarnos pidiendo, pero al encararme también decidió seguir por otro camino.
Y poco más que contaros, fue visita express. El crucero acabó, el viaje acabó. Y ha sido un placer que me acompañarais hasta aquí. Un saludo gente.
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Comentarios (1 comentarios)
Elise Zimmer hace 9 años
Se nota que fue un viaje en crucero muy interesante, y que lo disfrutaste mucho, tu foto de la basílica esta muy bonita, lo único que no me llama mucho la atención es que hayan muchos gatos en la ciudad