Dos semanas en Dublín...

Mi madre siempre había querido mandarme al extranjero, lo típico: “tienes que hablar otro idioma”; “tienes que conocer sitios nuevos, gente, experiencias...”. Nunca encontraba el verano, hasta que se decidió al ver una oferta en “Groupon”, la cuál incluía clases durante dos semanas y alojamiento. Yo no quería irme sola y mi mejor amiga también se vino conmigo a través de la misma oferta. Compramos el vuelo aparte, pero días antes de cogerlo leímos comentarios acerca del alojamiento, se trataba de un “Hostel”, la gente comentaba que había un baño para 10 personas, sabanas sucias, una cocina para todos y nada higiénico... Era la primera vez que nos ibamos, así que decidimos buscar otro lugar donde alojarnos, hablamos con un hombre, con el famoso Rory que estaría en la dirección del nuevo lugar cuando nosotras llegásemos... Los problemas estaban solucionados, así que tomamos el vuelo el día 2 de agosto.

Llegamos a Irlanda a media mañana, un tiempo horrible: llovía, frío...lo típico por allí. En el avión hablamos con dos españoles que querían coger un taxi, y así lo hicimos cogimos un taxi para todos y fuimos pagando según el recorrido que hacíamos cada uno. A las 17.00 llegámos a nuestra casa, era una calle desierta y no paraba de llover, nuestra sorpresa al llegar es que no había nadie en el interior y nos tuvimos que quedar fuera bajo un paraguas y con dos maletas de 20 kg llenas de ropa de invierno.

                                     Elena en nuestra primera "casa"

Decidimos llamar por teléfono a mi madre para preguntarles que debíamos hacer, ella intentó ponerse en contacto con Rory pero este no daba señales de vida. A la media hora llegó un chico que vivía en la casa y nos dejó pasar e incluso nos dijo que la habitación libre era para nosotras, así que entramos y metimos las maletas, en ese momento nuestro querido Rory llegó y nos dijo que esa no era la casa que teníamos que ir a otro sitio, nos subió en una furgoneta no muy nueva y nos llevó a una calle aún más desierta que la anterior y a un piso, ya no era una casa.

Nos habían trasladado a un piso en el que había dos literas en una habitación bastante grande con un baño para todas las camas y otra habitación con una sóla litera y su propio baño; a compartir teníamos una cocina. Cuando llegámos al piso había dos chicas más en la habitación quen nos tocó (la grande) y un chico en la otra (español). Las chicas eran brasileñas, estaba todo hecho un desastre: ropa interior por el suelo, cigarros, mal olor... afortunadamente luego nos enteramos de que ellas tenían que irse ese mismo día, así que la habitación se quedaba libre para nosotros solas.

Esa misma tarde cuando nos quedamos solafuimos a una tienda marroquí que había abierta por la calle, era de noche y no quería mos ir muy lejos. La comida la compramos otros día, no nos hacía falta porque nuestras madres nos habían metido de todo, así que esa noche sobreviviríamos. Limpiamos la habitación, cenamos, y nos acostamos en la misma cama, no sabíamos si tenía que venir alguien esa noche o no... así quepreferíamos dormir juntitas.

Al día siguiente lo dejamos todo recogido y con los candados y nos fuimos a visitar la ciudad y por supuesto a buscar la academia de inglés que teníamos contratada pero que no empezabamos hasta el día siguiente. Hicimos un recorrido por toda la ciudad, os dejo fotos de algunos de los lugares:

Nos costó encontrar la academia, de hecho nos perdimos unas cuantas veces pero teníamos que encontrarlas para decir que habíamos llegado y que nos asignarán un grupo... pero nada es imposible y la encontramos!

No tardamos en conocer a un grupo de chicos, españoles por supuesto con los que decidimos pasar el día, la verad que luego no pasamos mucho tiempo con ellos porque no vivían cerca de nosotras, sino que vivían en el "hostel" asignado por la oferta de groupon. Tampoco queríamos volver muy tarde al piso porque Dublín es una ciudad en la que a las 12.00 ya es normal encontrarse a gente borracha, la cerveza "Guiness" estaba al alcance de cualquiera. Personalmente a mi no me gustó nada, tampoco es que sea yo una forofa de la cerveza.. pero esa es demasiado fuerte.

Llegamos a la habitación, y parecía que los días iban a ser eternos... empezamos las clases, nadie venía a ocupar las otras dos literas... estábamos solas y la verdad que no nos sentíamos muy seguras. Hablámos con nuestras parejas, y aquí viene la locura del viaje, esa misma noche nuestros novios compraron un billete de avión a Dublín sin buscar donde alojarse ni nada, la intención era venirse con nosotras a la habitación. Así lo hicieron y fuimos a buscarles al aeropuerto en plan sorpresa:

Al final se convirtieron en unas vacaciones, porque la mitad de los días no ibamos a clase, nos dedicamos a salir, turismo e hicimos una excursión... todo se veía más claro con ellos, podíamos llegar a casa más tarde de las 18.00, una vez que había anochecido, puesto que como imaginaréis al final se quedaron con nosotras en la habitación, no vino nadie nuevo, ni Rory apareció..

                                                    Río Liffey al anochecer

Al día siguiente contratamos una excursión en una e las oficinas el centro y planeamos una por nuestra cuenta hacia la costa. La excursión, es cierto que fue cara pero vale la pena. Fuimos a Glendalough partiendo de de Dublín a las 9:30 horas. Estuvimos cerca de una hora en el autobús hasta llegar al valle de Glendaloug, donde había un inmenso lago de la época glaciar y un sendero que nos llevaba hasta el monasterio celta del siglo VI.

Al final de la ruta había zonas donde comer, pero nosotros para ahorra llevamos nuestra propia comida, más cómodo y además podías comer en cualquier lugar disfrutando al mismo tiempo de los paisajes. Si es cierto que nos quedamos con las ganas de probar el famoso estofado que por allí se cocina: Irish-Stew.

Después tomamos el autobus otra vez y fuimos hasta el condado de Kilkenny, un pueblo pequeño que se construlle alrededor del Castillo de Kilkenny. El paisaje que ofrece el castillo en meio de un gran prado verde es idílico. Se trata de un pueblo muy turístico, pero merece la pena.

Al día siguiente decidimos diseñar nosotros nuestra propia excursión, así que cogimos un tren hacia la costa, parando en Bray. Dese Bray podéis tomar una ruta por los acantilados de la costa irlanesa hasta llegar a Greystones. Nosotros lo hicimos así, y tuvimos la suerte de llegar a Greystones y encontrar la "feria" del pueblo. El camino es de unos 8 kilómetros, así que es aconsejable llevar comida para el camino porque no hay muchos lugares donde comprarla.

Fue mucho más económico que contratar una excursión, de hecho para mi gusto este senero supera la excursión anterior... pero "para gustos los colores".

Ya sólo quedaban dos días para la dejar Dublín, nos dedicamos a salir y visitar algunos de los parques de la zona, entre ellos el parque Fenix, el cuál es uno de los parques urbanos más randes de Europa y cuya atracción más destacada es el monumento a Welligton

                                         Parque Fenix, monumento a Welligton

Llegó el día de la despedida, que aprovechamos yendo a "The Temple bar" una de las mayores zonas de afluencia turística, fue una noche memorable... las calles de Dublín por la noche con la música en vivo es uno de los mejores recuerdos que guardo de este viaje.

La vuelta al aeropuerta fue muy fácil, nosotras nos fuimos un día después de ellos y cogimos el bus que habíamos cogido al ir a buscarlos: "aircoach" por 7 euros en O'connell Street. Pese al comienzo de todo, al final fue uno de los mejores viajes de mi vida. Pero si no hubiese sido por nuestras parejas se hubiese hecho realmente largo, ya que Dublín es una ciudad pequeña y no es necesario estar dos semanas para conocerla y si además eres chica y no vives cerca del centro es muy dificil salir de noche.