Sächsische Schweiz, un rincón escondido en pleno Corazón de Europa

En pleno siglo XVIII, Adrian Zingg y Anton Graff abandonaron la bellas montañas nevadas de Suiza para trabajar en la Academia de Dresden pintando los paisajes que se extendían alrededor del rio Elba. Cautivados ante un paisaje colmado de bosques de pino y valles de los que nacen rocosas torres y barrancos, comenzaron a usar el nombre de Sächsische Schweiz (Suiza Sajona) para referirse al entorno natural ubicado en la parte más oriental del estado federado de Sajonia. Este nombre cargado de romanticismo y que recuerda a la Suiza natal de este par de artistas, se ha conservado hasta nuestros días y hace referencia a gran parte del distrito que lleva su nombre, Distrito de Sächsische Schweiz.

Este lugar maravilloso y evocador se encuentra muy cerca de la ciudad de Dresden, a sólo unos 30 minutos en tren, por lo que una visita es prácticamente imprescindible. A pesar de la llovizna del domingo y de la falta de sol, mi nuevo amigo castellano y yo, decidimos agarrar un par de chubasqueros y pasar un día de montaña y senderismo en las montañas de la Suiza Sajona.

Pasito a pasito

Para llegar a esta zona de montaña desde Dresden, una de las vías más cómodas y rápidas es en tren, aunque es muy común encontrar ciclistas disfrutando del carril bici Elberadweg que guia por el valle del Elba. Tanto desde la Estación Central de Dresden (Haupbanhof) como desde la Estación de Neustadt, puedes coger uno de los trenes S1 que pasan cada hora en dirección Schöna. El tren S1 une las ciudades de la Suiza Sajona con Dresde, Radebeul y Meißen. Entre las principales paradas para ir a la Suiza Sajona encontramos Pirna, Obervogelgesang, Stadt Wehlen, Kurort Rathen, Königstein, Bad Schandau, Krippen, Schmilka-Hirschmühle y Schöna. Nosotros cogimos el tren a las 11.29 en punto de la mañana del domingo y en algo más de media hora nos apeamos en la estación de Kurort Rathen. Desde la estación de Rathen, puedes cruzar a la otra orilla del rio mediante un ferry, más bien, un transbordador de cable impulsado por la corriente de agua del río Elba que conecta Niederrathen, en la orilla este, con a Oberrathen, en la orilla oeste.

Vistas desde la estación en Niederrathen 

Acercándonos a Bastei

Rathen es un pequeña ciudad balneario situada a orillas del Elba desde el cual puedes elegir diferentes rutas de senderismo muy bien señalizadas para recorrer las rocosas montañas de la Suiza Sajona. Desde aquí una de las rutas más conocidas es la que atraviesa el Bastei (Bastión), una formación rocosa en mitad de este idílico paisaje. El Bastei, elevándose casi 200 metros sobre el río inferior, se formó por la erosión del agua durante un millón de años. En los últimos tiempos se ha convertido en tal objeto de fascinación que se construyó un puente que une varias de las rocas, y es en sí mismo una maravilla poder atravesarlo y disfrutar de unas magníficas vistas del enclave.

Caminando por Suiza Sajona

Esta ardua caminata que ha atraído a visitantes de todo el mundo durante años y que empieza en el valle de Rathen, consta de una escalera con 487 escalones creada en 1814 que va desde el valle a las rocas. A pesar de tratarse de una zona empinada, es sin duda un viaje que vale la pena cuando el puente es finalmente vislumbrado cerca. Además de pasear por el puente, también puedes subir un poco más y disfrutar de las impresionantes vistas que ofrece el mirador con barandilla. Nosotros, tras cruzar el puente y dejar atrás a una multitud de turistas (pequeños problemas de viajar en agosto), nos sentamos en un pequeño quiosco de madera situado en plena montaña para disfrutar de una buena comida alemana. Desde las famosas salchichas alemanas (siempre terminadas en –wurst) que ofrecen en todos los rincones de las regiones alemanas, aquí puedes pedir un buen Schinitzel o la típica ensalada de patatas alemana (kartoffelsalat). Refugiados de la siempre repentina lluvia alemana y bajo un techo de madera disfrutamos de un estupendo almuerzo en pleno corazón de la Suiza Sajonia. Aprovechando un descanso que nos dieron las nubes y antes un perezoso sol que comenzaba a salir, con las mochilas al hombro, comenzamos nuestro descenso hasta las inmediaciones de la ciudad. Si las vistas desde el mirador consiguen dejarte embelesado, la estampa del imponente rio que se entreabre conforme vas alejándote de la espesa vegetación de las montañas te puede dejar sin aliento. Así que, no tienes más remedio que sentarte en uno de los bancos de madera que adornan el paseo del rio y disfrutar de las tranquilas aguas del Elba, de los barquitos turísticos e incluso de los kayak que descienden sin prisa.

Schinitzel mit kartoffelsalat cerca de Bastei

A orillas del Elba cerca de Rathen

Un poquito de Rathen

A mitad de la tarde, nos adentramos entre las pequeñas casitas que forman el centro de la ciudad buscando alguna cafetería donde tomar un par de cervezas y poner fin a un estupendo día de montaña en el corazón de Europa. Encontramos un encantador restaurante con un pequeño estanco donde crían sus propias truchas y luego las cocinan y sirven ahumadas. En estas pequeñas ciudades a pie de lagos y ríos, es común poder disfrutar de un buen plato de pescado y de sus famosos bocadillos con arenques y encurtidos como pepinillos.  El ambiente es sumamente acogedor y los precios aunque algo más elevados por el auge del turismo, sin duda muy proporcionados dentro del entorno donde te encuentras.

Tras dos cervezas, un par de cafés y algo para picar, cogimos el pequeño ferry que cruza al otro lado del rio, para esperar el próximo tren hacia Dresden. Para todo aquel que desee disfrutar de un ambiente más distendido fuera de la multitud y el tráfico de las grandes ciudades alemanas, le recomiendo una escapada a este pequeño rincón europeo lleno de historia y al que apenas llegan los datos móviles!!

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