Cracovia, Wieliczka, Auschwitz

26 de febrero de 2016

He dejado de lado un poco mi independencia para irme con un grupo al viaje que ha organizado el ESN, la asociación de estudiantes Erasmus de la Universidad de Presov. Las tarifas estaban muy bien para ser un fin d esemana en Cracovia y sus alrededores. Además, el tiempo de trayecto no era para tanto, tan solo eran cuatro horas en el minibus, la otra opción eran seis horas yendo en transporte público para recorrer 200 km.

Batí mi propio récord en la escala de "nivel de extranjero" porque era el primer país al que iba que tenía una moneda diferente al euro. Cambié los euros a los zlotys ese mismo día. Me costó bastante, de hecho tuve que pasarme por una decena de bancos por el centro de Presov hasta dar con uno que tuviera esa famosa moneda.

Con mis 90 zlotys en mano (21, 50 €) ya era más de la una de la tarde cuando decidí volver a casa. Solo me dio tiempo a comer alguna cosa que pillé por ahí. De inmediato salí de camino a la universidad porque tenía clase esa mañana y la salida estaba programada a las 16:00 frente a la residencia.

Día 1: la actual Cracovia

No sabía cuantos seríamos. Peri me había imaginado que unas cuarenta o cincuenta personas. Cuando llegué y vi el minibus rojo caí en la cuenta de que seríamos unos veinticinco como mucho. ¡Ser tan pocos era todo un lujo! Pero aún así nos tocó esperar a que llegaran los tardones. ¡Sea el grupo que sea siempre hay tardones! Al final a las 16:45 nos pusimos en marcha.

En el viaje pude percatarme por primera vez de lo bonito que era realmente el paisaje al salir de la ciudad. El paisaje constaba de dos partes, la parte baja estaba repleta de coníferas y en la parte alta predominaba la nieve. El anochecer se veía a través de esa vegetación de tonos malvas y verde tirando a grisáceo. Una francesa llamada Elodie dijo: "¡Si tuviera una cámara esta foto sería una pasada! ". Lo que más me llamó la atención de los pueblos por los que pasamos fue ver los bloques de varios pisos, como si siguiéramos en Presov. Aún se palpan los vestigios del comunismo.

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Aunque yo fuera el único que estaba sentado solo aún así estaba un poco apretujado entre los asientos. La carretera era un poco irregular por los charcos que se habían congelado por la orilla. Todos habían inclinado ya la cabeza porque el sueño les vencía. Christi, un chico rumano, como se aburría se levantó y dijo: "¿Sois unos abuelos o qué? ". Le pidió al conductor que pusiera la radio para entrar un poco el ambiente. ¡El asfalto es como si fuera el somnífero más potente del mundo! Al final se quedaron todos durmiendo.

Conforme nos íbamos acercando a la frontera polaca las montañas eran cada vez más altas, cada vez había más curvas en la carretera y los caminos estaban completamente cubiertos de nieve. Se veía el humo salir de las chimeneas de las casitas. De pronto, dos horas después del comienzo del viaje, empezamos a botar. La carretera estaba plagada de baches pequeños. Eso fue cuando pasamos bajo una gran estructura de acero oxidado. "¡Polonia! " Gritó Mirka, una de las supervisoras. Pero todos seguían durmiendo.

Tras pasar la frontera hicimos una parada de veinte minutos en una estación de servicio. Hacía un frío que pelaba. Cuando volvimos a subirnos al autobús y ponernos de nuevo en marcha me eché una cabezada. Al despertarme los cuatro griegos que tenía delante se empezaron a partir de risa. Parecía que el conductor había metido la marcha que no era. De pronto dejamos el caminito por el que íbamos y pasamos a la autovía. Aún quedaba una hora de viaje. Al cabo de un rato empezamos a ver distintas zonas industriales con tiendas como Carrefour y a lo lejos, en mitad de la noche, el castillo de Wawel totalmente iluminado en lo alto de la colina.

Una vida nocturna muy animada

Seguía haciendo frío cuando llegamos al hostal Tuttu Frutti, en la calle Florianska, justo en pleno casco histórico. Le pregunto a Mirka: "¿Soy yo o hace más frío aquí que en Presov? ", y me responde dándome la razón, "No, ¡hace muchísimo frío en Cracovia! ". En mi habitación había diez camas, en las cuales había franceses, rumanos, portugueses y eslovacos. Pero al contrario que en el albergue juvenil, en este sitio tan solo había un baño (un WC para que me entendáis) para 40 personas. Iría al baño de todos modos.

cracovie-wieliczka-auschwitz-a-jeunesse-Calle Florianska y de fondo la torre más alta de las dos que hay (80 metros) en la basílica de Santa María.

Salimos. La vida de la calle me chocó de pronto al ver a toda esa gente desfilando sin parar por la calle abrigados hasta arriba. Diría que hasta parece que habían ensayado de lo coordinados que iban. Nuestro grupo decidió ir a cenar al KFC, que estaba a un par de portales del hostal. He de decir que no soy precisamente un fan incondicional de la comida rápida. Desde el final de la cola, no veía nada de lo que había para pedir porque no llevaba las gadas. Le pregunté a Dorota, que estaba junto a mi, que me aconsejara qué pedir. Además, ¡ella es polaca! "Yo me voy a pedir un twister, por 10 zlotys te sale rentable". Me quedé lleno la verdad, aunque creo que el rebozado del pollo tenía demasiada salsa y demasiadas especias.

En la plaza de la lonja (rynek glowny), que es la plaza medieval más grande de toda Europa, le eché una foto al carruaje blanco que había aparcado en frente. Me vinieron a la cabeza de pronto recuerdos de Viena. Al igual que el casco histórico, esta rynek glowny forma parte de la UNESCO desde 1978.

A partir de aquí me quedo solo. Mi grupo de 10 personas desapareció por completo. Pero conseguí dar con Dorota y con otra chica más.

Nos dieron las 21:00. Desde lo más alto de las torres de la iglesia, un clarín marcó la hora. Dorota, que hacía de guía improvisada, buscó en el móvil para informarse: "En la Edad Media, ese aviso les servía para alertar cuando estaban siendo invadidos y cuando había un incendio. En 1241, un vigía que alertó de la llegada de los mongoles, tocó el aviso pero murió atravesado por una flecha enemiga. Desde entonces, los bomberos se presentan voluntarios para tocar el clarín, el le hejnał mariacki, a cada hora y paran de golpe". Le pregunté por el nombre de la iglesia y me dijo: "Es la basílica de Santa María, fue construida en el siglo XIV a base de ladrillos hechos a mano. Tiene mezcla de estilo barroco y renacentista". "Vale", dijo asintiendo la chica que venía con nosotros, "¿y ese mercado de ahí? ", "Esa es la Lonja de los Paños y fue construida en el siglo XIV", "Gracias", le contestó.

cracovie-wieliczka-auschwitz-a-jeunesse-Viernes por la noche en el bar pijalnia wódki i piwa, en el centro histórico de Cracovia.

Cuando volvimos a unirnos al grupo, encontramos al fin un bar "sencillo, donde hubiera buen ambiente y con buena música", tal y como quería Elodie. Dorota, pese a ser de allí, tenía pinta de estar igual de perdida que nosotros. Pero bueno, al final entramos al bar y estaba llenísimo, pijalnia wódki i piwa. Tenía periódicos a modo de tapicería, entre eso y el ambiente que había, me gustó. No probé el licor de nuez que me dieron a probar los franceses; no me sientan bien el alcohol fuerte. Así que prefiero no arriesgarme. Me pedí una sidra, pero al final me la tuve que beber rápido porque nos íbamos ya a la discoteca.

Una vez allí, me senté en el suelo y me negué a salir a bailar cada vez que el grupo me lo pedía. ¡No soy de esos! Al rato, cuando Dorota me invitó a bailar, que se había quedado conmigo todo ese tiempo, acepté y nos fuimos a la pista de baile. En medio de esas luces azuladas, del color del cóctel Blue Lagoon, me puse a moverme con intención de pasármelo bien. Tenía toda la intención del mundo. Pero la música estaba muy fuerte. Veía cómo la gente zarandeaba las cervezas, al DJ sin complejo ninguno pinchando su música y a las chicas rubias en su salsa.

Al igual que un transistor que no coge la señal, yo estaba allí, en vano, sin disfrutar y sin llegar a sintonizar con el ambiente . Ya son las 23:00. Mañana tenemos que salir a las 9:15. En medio de todo ese bullicio, le digo a Dorota al oído que me vuelvo al hostal. Un a vez allí, veo que los demás del grupo habían llegado ya. No dormiré bien, quiero disfrutar al máximo de un fin de semana demasiado corto.


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