El erasmus es para siempre.

Todo empezó el pasado febrero del 2010, una maleta llena de sueños.. y allí estaba, en aquella ciudad que me ha regalado tanta fuerza, tanto coraje y tantísima alegría. Empiezo a pensar que el Erasmus es como un alambre que permanece siempre en equilibrio porque es tendido por tantas manos, manos italianas, manos francesas, manos españolas... Hacer el Erasmus en una ciudad pequeña como Córdoba permite a los "recién llegados" conocerse uno por uno, crear un grupo que parece un pilar. Erasmus y "juntos". No puedo negar que alguna vez me sentía lejos, fuera de casa.. la vecina de mi casa incluso me ha cerrado la puerta en mi cara porque pensaba que era una vendedora ambulante. Al principio hacerse entender es un poco complejo. Poco a poco, todo se vuelve más fácil diciendo "hola" en lugar de "salve". Varios meses después de mi vuelta, mis pensamientos estaban siempre allí.. en aquella mágica Andalucía, un reino en el que el sol se pone a las 22 y las noches acaban a las 9 de la mañana. He conocido personas con las cuales estoy atada yo misma. La verdad es que nunca ahorro en los sentimientos. Encontrarse juntos en una tierra desconocida, compartir experiencias tan fuertes crea legados inexplicables. Personas de las cuales no te olvidas ni incluso por las cosas más estúpidas. Fiestas en discotecas, botellón en casa, viajes organizados en el último segundo para visitar España, y ésto, siempre juntos. El olor de mi piso, el sol brillante de aquella ciudad, tímida, pero gloriosa, fragmentos de noches locas, promesas de amistad... permanecerán siempre en aquella bolsa roja en cada meta. Y después, los españoles.. no llego a entender de dónde sacaban toda esa energía, esa forma de disfrutar solo una cerveza o un vaso de tinto de verano. Los propios negocios abren a las 10 y la siesta dura hasta las 17! El sábado es de riguroso reposo. Aquí invierten en la calidad de la vida. Los andaluces aman su tierra, se empeñan en "glorificarla" y además son afectuosos y disponibles. He estado siguiendo este torbellino durante meses y probablemente nunca lo he hecho de forma plena.. en el fondo me daba cuenta de lo que estaba pasando, pero la cosa más importante era la certeza de ser siempre yo misma, de haber donado trozos de mi a personas que hace poco más de un año, eran extraños. La idea de ser un punto de referencia, de transmitir emociones, de vivir aquella experiencia, de hacerlo sola sin mis amigos de siempre, representa para mí un gran éxito. Aquellos meses han sido un tornado que me ha cambiado de la cabeza a los pies.

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Las últimas semanas, después del viaje a Ibiza y la feria de Córdoba, las vivimos un poco "melancólicamente" con la certeza de aquel que sabe que todo está por terminar. Yo fui una de las últimas en volver, y ver irse a ciertas personas a las cuales estaba totalmente unida fue una emoción demasiado intensa, era una mitad entre la tristeza de la despedida y la alegría por haberlo vivido juntos. Apenas de vuelta, apenas salida de allí, todo el verano me sentía como una margarita sin pétalos. He continuado en contacto con las personas con las que estaba más unida, hemos organizado una quedada en Roma a finales de octubre... volver a vernos será emocionante, pero, y lo digo sonriendo, todos sabemos que nada será como antes. Al principio, cuando he tomado consciencia de verdad me lo he tomado un poco mal... no llego a entender como personas que han sentido cosas parecidas a mi, con las cuales he compartido emociones, cosas intimas y más... aparecen así de lejanos. Luego he entendido, que la excepcionalidad de ésta experiencia, está en el hecho de que es única e irrepetible... En este momento, he empezado a sonreír.