Alemania día II

Ya comidos y listos para patear Colonia, nos pusimos los abrigos ya que el sol que lucía engañaba bastante y nos dispusimos a patear las calles. Lo primero que visitamos fue la catedral, donde entramos gratis. Al igual que pasa con la mayoría de construcciones religiosas, por entrar a la zona “básica” no hay que pagar, pero ya si quieres subir al campanario/torre principal o ver alguna cámara subterránea oscura y puñeteramente fría, tienes que pagar. En Colonia creo recordar que subir a la torre costaba 5 euros o así, pero nosotros ya teníamos otro plan alternativo para ver la ciudad desde las alturas, por lo que simplemente de la catedral por dentro, algo que personalmente (y a pesar de mi poco interés en las religiones), me encanta, ya que son edificios enormes y llenos de diminutos detalles.

Después de ver la Catedral de Colonia y pasar un rato en la gran plaza que está a sus pies, marchamos a orillas del Rín hasta llegar a la otra gran construcción religiosa de Colonia, Great Saint Martin Church.

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Imagen sacada de : http://www.thousandwonders.net

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En cuanto a tamaño y majestuosidad no se pueden comparar ambas construcciones, pero lo cierto es que se complementan bien. En este caso no entramos y preferimos para un rato en la plaza que hay justo detrás de la iglesia, donde se encuentran unas casitas de colores, que se suponen tratan de representar lo que era Colonia antes de la Segunda Guerra Mundial, durante la cual, la ciudad quedó prácticamente destruida a base de bombas tiradas por los americanos y compañía. Es una pena que no quede gran cosa de la Colonia medieval, porque tendría que ser una ciudad preciosa solo con ver lo poco que quedó en pie de esa época (la catedral y algún cacho de muro por la actual ciudad). Pero Colonia ha sabido perfectamente reconvertirse con los años en lo que parece una ciudad segura y cómoda donde la calidad de vida es alta.

Como ya entraba la tarde y se empezaba a ver gente por los bares de las calles perpendiculares al río, nos sentamos en una típica terraza alemana a tomar una Kolsch, que al parecer es la cerveza típica de la ciudad y de la zona. El precio no estaba mal, ya que por 3 euros tenías un tercio de cerveza, que por cierto, tenía un sabor suave pero magnífico. Por la calle también vimos un puesto de estos típicos de perritos calientes y nos comimos una “brastburt”, que es una salchicha típica alemana con pan y la salsa que prefieras, por 4 euros. Parecen salchichas normales, pero lo cierto es que llenan mucho y tienen distintos sabores dependiendo de la cantidad de cerdo/pollo y otras carnes que le añadan. En lo que estábamos tomándonos la salchicha, el cielo en cuestión de minutos se puso negro, por lo que viendo lo cansados que estábamos, (recordar que habíamos “dormido” en el aeropuerto) y la que se estaba avecinando, decidimos irnos a casa, darnos una buena ducha y ya seguiríamos al día siguiente conociendo la ciudad.

Lo primero que hicimos nuestro segundo día en Alemania, fue ir a ver bien temprano la ciudad desde las alturas, en el Colonius, un mirador que se encuentra a la otra orilla del río Rin y desde el que se puede ver además de Colonia, otras ciudades a lo lejos. Dejamos nuestra base de operaciones y cruzamos el río por el puente principal de la ciudad, el Hohenzollern Bridge (al menos el más turístico). Se trata de un puente, como tantos otros, lleno de candados, donde las parejas en un afán de superación y desde mi punto de vista temprano enamoramiento, cuelgan un candado con sus nombres. Como no podía ser de otra manera, había un paisano vendiendo candados a todo el que quisiera dejar allí su nombre escrito. Las vistas desde la otra orilla del río son preciosas, y la estampa del puente con la Catedral de Colonia de fondo es única y quizás la más conocida/representativa de la ciudad, algo así como la foto junto a la Torre Eiffel en París. El mirador desde el que se ven el puente y la catedral es bastante pequeño y hay que hacer casi cola para poder hacer una buena foto… Menos mal que ese día no había mucha gente. Por lo general no vimos mucho turista por la ciudad, o al menos no parecía que hubiera muchos. Llegamos al Colonium a pie y pagamos 4 o 5 euroscon nuestro carné de estudiantes (alguno de hacía años) por delante, sobra decirlo, para subir a la parte de arriba (el mirador). El edificio en sí es como una antena gigante, sin más atractivo que las vistas desde la parte de arriba.

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Foto sacada de: https://es.wikipedia.org/wiki/Colonius

Se sube en ascensor y sí, merece totalmente la pena, ya que las vistas son espectaculares y al tratarse el valle del Rin de una gran llanura, se puede ver a través de muchos kilómetros a la redonda. El mirador tiene una visión de 360 grados y en los cristales que impiden que algún loco haga locuras, se pueden ver escritos los nombres y escudos de otras ciudades cercanas a Colonia; Leverkusen, Dusseldorf, Bonn, Mönchengladbach… y otros nombres de ciudades menores de cuyos nombres no me acuerdo. Se puede ver perfectamente la distribución de Colonia, así como el estadio de futbol, los edificios más carismáticos… No es un lugar demasiado transitado, y se estaba muy a gusto allí arriba compartiendo sol y vistas con otros seis o siete turistas además del encargado de turno de la torre.

De vuelta al suelo, cruzamos de nuevo el río por el Hohenzollern Bridge y fuimos de nuevo paseando por la orilla del río hasta llegar a unos edificios bastante curiosos con forma de cubo. Como quedaba un buen rato hasta comer, decidimos perdernos por las calles del centro y ver además del ambiente, los comercios típicos alemanes. Pasamos por un mercado de barrio, lleno de puestos de fruta y verdura, exclusivamente para veganos pensamos. Otra cosa que me encanta de las ciudades son esos típicos mercados fuera de las miradas de los turistas (aunque yo sea uno de ellos), donde realmente se puede apreciar cómo viven las personas de ese lugar del mundo. Paseamos por las calles más comerciales de Colonia, con tiendas típicas de cualquier gran ciudad y fuimos a parar a unos grandes almacenes llamados Kaufhof Cologne, al estilo del Corte Inglés español, donde se podía encontrar de todo con precios poco aptos para turistas que viajan con mochila por Europa. Solamente la visita del interior está bastante bien y aunque no llega a ser unos Harrods, lo intenta.

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Imagen sacada de: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Kaufhof_K%C3%B6ln_-_Fassade_C%C3%A4cilienstra%C3%9Fe_(0731-33).jpg

Salimos de aquella oda al consumismo y volvimos andando hacia nuestro piso, pasando por la Catedral, para comer antes de ir por la tarde a visitar el un parque del que habíamos oído hablar muy bien en algunas páginas de turisteo. De camino al cuartel general, nos dimos cuenta de que en una calle y a menos de cincuenta metros los unos de los otros, había gente con pancartas e incluso mesas y puestos, haciendo propaganda de diferentes ideales y recogiendo firmas para su causa (esto mismo lo veríamos en Augsburgo un par de días después). Los lemas estaban la mayoría en alemán, pero algunos se dejaban ver en inglés y otros se podían comprender a la perfección, solamente con ver las caricaturas, dibujos y logos de las pancartas… desde “kill ISIS”, hasta “legalize”.

Después de comer y de tumbarnos diez minutos a ver las noticias en alemán, nos pusimos en marcha y salimos del piso dirección Flora Köln o lo que es lo mismo, el jardín botánico de Colonia. La entrada era gratuita, pero lo malo es que está bastante retirado del centro de la ciudad. Nosotros lo que hicimos fue coger un autobús en el centro (valía unos 2 euros un billete sencillo), e ir hasta la parada del zoológico de Colonia, que se encuentra justo al lado del jardín botánico. Si algo destaca en los jardines y la galería, es el colorido que hay por todos los rincones. Además, se pueden ver distintas especies de aves y pavos reales que si están de buenas abrirán la cola para que les hagáis fotos. No es que sea un punto de los llamados obligatorios de Colonia, pero está bastante bien como complemento a la tan urbanita ciudad que es Colonia.

Desde el jardín botánico fuimos de nuevo al centro para tomarnos alguna que otra Kölsch por una zona de bares que por donde se veía bastante gente joven. Entramos en un bar que si os digo la verdad no recuerdo cómo se llama donde había algo así como diez grifos de cerveza diferentes y donde no parecía servirse otra cosa que no fuera cerveza. Los alemanes digamos que son gente tranquila pero incesante a la hora de beber, todos con su jarra o vaso de medio litro en la mano y con la cara roja después de la primera cerveza. A nosotros, que nos gustan más los recipientes pequeños del tipo caña o botellín, se nos calentaba la cerveza al poco de pedir, sobre todo cuando iban estando llenas las tripas. Probamos algunas cervezas diferentes, alguna rubia una tostada que no recuerdo cómo se llamaba, pero que debía de ser típica de la zona (según nos dijo uno de los camareros). En definitiva salimos del bar en nuestra primera noche seria en Alemania, con la cabeza llena de pájaros y la idea de que la resaca del día siguiente iba a ser máxima.

A la mañana siguiente tiramos de fuerzas que no sé de dónde salieron y nos levantamos bien temprano para ir a la estación de tren donde cogimos un cercanías que nos llevó a Bonn. Íbamos con la idea de ver la casa de Beethoven y dar una vuelta por el centro, para volver por la tarde a Colonia y disfrutar de la ciudad las pocas horas que nos quedaban allí antes de marchar hacia el sur. Pero Bonn nos sorprendió bastante y pasamos toda la mañana y casi toda la tarde por sus calles. Por supuesto fuimos a ver la casa de Beethoven, con el fin de ver durante aquel viaje a Alemania, las casas de los dos principales genios de la música clásica en toda su historia, o al menos los dos más conocidos; el ya mencionado Beethoven y Mozart… de cuya casa ya os hablaré.

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Imagen sacada de: http://diariodeunturista.com/la-casa-museo-de-beethoven-en-bonn/3667

Estuvimos recorriendo las calles buscando los restos de la ciudad viaje de Bonn, la cual al igual que Colonia (y parte de Alemania en general), fue arrasada durante la Segunda Guerra Mundial. Aun así se pueden ver algunos restos, sobre todo muros y murallas antiguas de lo que fue Bonn. Curiosamente esta ciudad fue la capital de la Alemania del Oeste hasta que se reunificaron las dos Alemanias. Se pueden ver bastantes placas por la ciudad donde se habla de hechos históricos relacionados con la historia alemana y sobre todo con lo acontecido en la ciudad y sus alrededores.

A eso de las ocho de la tarde cogimos uno de los últimos trenes que había para volver a Colonia y antes de irnos a casa, pasamos por el bar que tanto nos había gustado la noche anterior  a despedirnos como se merece de Colonia y su cerveza...

¡Más y mejor en la siguiente entrada de Abú Mochilero!


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