Segunda excursión: playas de Michoacán

Publicado por flag-es Laura de las heras — hace 11 años

Blog: Mapa mundi
Etiquetas: flag-mx Blog Erasmus Colima, Colima, Mexico

Fueron pasando las semanas en México y cada vez la estancia allí era mucho más fabulosa. Después de nuestra aventura en la Isla de Patzcuaro la noche de los muertos, las ganas de viajar se iban haciendo más grandes.

Uno de mis amigos de la universidad, Bruno, me habló a mi y a mis compañeros de casa sobre su ciudad, Colima, y sobre hacer un viaje para conocer las playas que están al sur de este enclave para volver pasando por la ciudad hasta llegar a Guadalajara. 

Nos pareció una idea estupenda y en cuanto dispusimos de tiempo para hacer la ruta, nos pusimos la mochila a la espalda, cargados con sacos de dormir y tiendas de campaña. Lo primero que hicimos fue acudir a la estación de autobuses de Guadalajara y comprar nuestros billetes hasta Colima, para el primer autobús que saliera. Recuerdo que tuvimos que hacer mitad noche en la estación porque nuestro vehículo salía en la madrugada y luego solo estuvimos como 3 horas en la carretera.

Al llegar a Colima nos dirigimos a la salida que lleva hacia las playas del vecino estado de Michoacán. Allí hicimos "dedo", como se dice en México a hacer auto stop, y una camioneta nos paró y nos llevó a los 6 en la parte de atrás hasta Tecomán.

Desde este punto ya enlazamos con otro coche que nos dejó en la carretera para llegar a uno de los paraísos que he conocido en la Tierra: la playa de Maruata. Se trata de un lugar tranquilo, apenas hay unas pocas casas que conforman el poblado, y con una belleza insuperable... El color del mar, de la arena, de los acantilados que la rodean...

En la mayoría de las playas de México la acampada libre está permitida. De este modo es posible dormir envolviéndote lo máximo posible con la naturaleza y disfrutar de noches bajo las estrellas escuchando el romper de las olas, el mar.

Así lo hicimos en Maruata. Al llegar montamos nuestra tienda de campaña bajo una estructura hecha con troncos y palmas que nos protegió del sol durante el día. No dejamos pasar mucho tiempo para meternos en el agua y nadar, dar paseos por la orilla, hacer figuras con la arena, en definitiva dedicar el tiempo a descansar!

También aprovechamos para leer, dormir siestas y jugar entre nosotros. Para comer, durante el día nos haciámos sandwiches o bocadillos con las provisiones que llevábamos. Además, hicimos una visita al poblado para comprar bebida en una de las pequeñas tiendas que hay. Por la noche hicimos fuego y nos preparamos pasta con tomate y carne en la sartén y la olla que cargábamos.

Esa noche fue increíble. Nos sentimos libres en una playa perdida de México, donde poder cantar y bailar a la orilla del mar. Vino a visitarnos un chico con el que hicimos amistad y con el que acabamos conversando hasta altas horas de la madrugada.

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Por la mañana tuve una de las experiencias más bonitas de mi vida. Como hacía calor y todos no cabíamos bien en la tienda, dormí al aire libre, sobre la arena. Al despertar e incorporarme lo primero que vi fue una tortuga de grandes dimensiones que se arrastraba cerca mio para depositar sus huevos en la arena. 

Entre octubre y noviembre, es la época especialmente indicada para apreciar la llegada de estos animales a las costas de Michoacán. Y es una gran cantidad de tortugas las que llegan a las playas, de hecho, si no las ves a ellas, se pueden divisar sus pisadas en la arena.

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Después del magnífico despertar y del desayuno, hicimos nuevamente nuestras mochilas y recogimos la tienda y los bártulos para ir a otra playa muy particular: la playa llamada "La Llorona". Y, ¿por qué se llama así? Pues porque al pisar la arena, al andar sobre ella, emite un sonido parecido a un llanto. Resulta muy curioso.

Una vez aquí comimos unas de las mejores quesadillas que recuerdo. Fue en la única casa que había al lado de la playa y nos vino bien comer algo caliente y cocinado. Como  se puede apreciar en la foto de bajo, la playa fue toda para nosotros, con una vista privilegiada para presenciar la puesta de sol.

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Tras la estancia en las playas, hicimos nuevamente el camino de vuelta hasta colima. El trayecto fue otra vez en autostop, en la parte trasera de una camioneta, pero con la particularidad que nos llovió y tuvimos que protegernos durante la ruta con nuestros chubasqueros.

Una vez en la ciudad, fuimos a casa de mi amigo Bruno. Poooooor finnnnnnnnn pudimos hacer cosas tan normales y necesarias como ducharnos!!! Eso si, pronto dejamos la casa para ir a recorrer la ciudad, cenar en un restaurante y salir a tomar unas "chelas" (cervezas).

A la mañana siguiente fuimos a un "temazcal" (palabra en nahuatl que significa templo de vapor) muy cercano al volcán de Colima. Era gestionado por un hombre quien dirigia el ritual de meterse dentro de una especie de horno, donde las brasas calentaban unas enormes piedras. Al echar el agua sobre ellas, se llenaba de vapor toda la pequeña estancia y subía inmediatamente la temperatura.


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Comentarios (1 comentarios)

  • flag-es niserin chelbat chelbat hace 10 años

    Hola es una experiencia inolbidable ,me podrias poner al cooriente de hospedajes en Colima??.Gracias Saludos Niserin.

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