Tras cuatro meses...

He decidido escribir un post acerca de mi experiencia ahora que estoy a medio camino del final. ¡Han cambiado tantas cosas!

Conducir

A pesar de que es bastante aterrador, me encanta. Cada vez que paso un fin de semana fuera, echo de menos mi bicicleta. ¡Me pongo siempre tan contenta cuando puedo volver a usarla! Diría que la clave está en la confianza cuando se conduce por Saigón; si has dado un paso, acábalo. Pero es importante no ir de chulito. Tenemos que estar alerta en todo momento, pues la gente conduce demasiado rápido y hace las curvas muy cerradas. Conducir por HCMC es divertido; me encanta, pero a veces es aterrador, ¡incluso después de 4 meses!

Vida social

Todavía me gusta Saigón. Hay muchas cosas que hacer los fines de semana y muchas actividades influenciadas por la cultura occidental, si eso es lo que te gusta. He descubierto que el D2 en particular es como un país occidental en el corazón de Vietnam. Es raro y no me gusta mucho. Encontrarás grupos de Facebook de madres de mediana edad que organizan clases de cerámica o de costura, o gente que pregunta a qué escuela internacional debería llevar a su hijo occidental. ¡No se parece a Vietnam en absoluto!

Personalmente, me gusta lo mejor de los dos mundos. Puedo comer comida vietnamita barata, ir a sitios y ser la única persona occidental de allí e interactuar con los lugareños y, aún así, puedo ir a clases de bachata en el D1 e ir a clases de español en Thanh Binh. Puedo continuar con los hobbies que tengo en casa y absorber la cultura vietnamita al mismo tiempo.

A pesar de todo, vivir en Tan Phu es un calvario. Al principio, me gustaba ir a los distintos eventos y clases. Ahora, el tráfico me quita las ganas de todo. Sé que la hora punta dura desde las 5 hasta las 7 y que ir a cualquier sitio es una pesadilla, sobre todo al D1, que se tarda 25 minutos. He perdido la motivación para ir al centro y eso ha afectado mucho a mi vida social, a mi estado de ánimo y a mi forma de pensar. Estar en Tan Phu y en el D12 para trabajar se vuelve extremadamente deprimente después de un tiempo. Al escribir este post, me he dado cuenta de que necesito forzarme a mí misma a volver a la rutina de ir a las clases; uno, para romper con la monotonía y de la semana y dos, para mejorar mi estilo de vida y mi ánimo. La vida será mucho más divertida si me obligado a hacer estas cosas. Tan solo desearía que el trabajo no fuese tan cansado y que no viviese tan lejos.

Inventando excusas por las que Tan Phu fue un buen sitio donde vivir.

Vive en el D3, es probablemente la mejor ubicación para disfrutar de lo mejor del mundo moderno y del vietnamita.

Trabajo

Quizás es la época del año, puede que sea el bajón después de la emoción de mudarse de país, o igual es el trabajo en sí: el trabajo es duro.

Lo he hablado con otros profesores aquí y todos estamos exhaustos. Los días cada vez se hacen más largos, son más calurosos y menos emocionantes.

Personalmente he perdido la motivación. Me solía emocionar por ir a trabajar e incluso me ponía algo nerviosa por lo que tenía que enseñar o por cómo hacerlo. Hoy en día no me pongo nerviosa por ir a clase y tampoco me preocupa enseñarles la cosa equivocada. Ahora es todo mucho más informal; ya conozco a los alumnos y sé que les puedo enseñar lo que quiera y cómo quiera y que nadie se daría cuenta. A pesar de la facilidad del trabajo ahora, ya no me emociona; ahora es una vida normal.

Supongo que pasará lo mismo en cualquier trabajo. Pero no, desde septiembre he hecho muchas sustituciones de profesores en varias escuelas de Saigón y no exagero ni un pelo cuando digo que mis dos colegios son los peores. Tengo que dar clase con mucho calor y sin aire acondicionado, con las ventanas abiertas y ventiladores soplando aire caliente. Los baños son asquerosos, llenos de mosquitos, sin luz y sin papel higiénico o jabón. El colegio está sucio y no hay una zona para que los profesores durmamos o descansemos durante los largos descansos para comer. Tengo que conducir 25 minutos para llegar al colegio y otros 25 en la dirección opuesta para llegar al centro de la ciudad, así que la zona donde vivo tampoco es ideal. Y, para rematar, en mis clases nunca hay menos de 50 alumnos, así que dar clase se vuelve aún más duro en un ambiente tan abarrotado y ruidoso. Controlar la clase y la disciplina son unos de mis principales problemas cuando doy clase en VN.

Al principio, intenté por todos los medios ser optimista y recibir con los brazos abiertos este reto. Ahora que he lidiado con esto durante 4 meses, estoy empezando a indignarme con la empresa por haberme destinado aquí.

He trabajado en colegios que estaban a 10 minutos del centro, con clases de menos de 30 alumnos, en escuelas limpias con aire acondicionado, donde los baños estaban como los chorros del oro. Es indignante que otros profesores lo tengan mucho más sencillo que yo.

No puedo evitar pensar que, si viviese más cerca del centro y trabajase en un colegio más limpio y menos estresante, estaría disfrutando de enero un poco más. No puedo esperar para las vacaciones TET (Año Nuevo vietnamita) en febrero y no veo el momento de que llegue abril para que se acabe mi contrato.

Es complicado, no soy infeliz pero tampoco feliz. Una parte de mí quiere aguantar hasta el final, pues me gusta mi vida, he hecho amigos y me gustan mi piso y mi bicicleta; tan solo desearía estar más cerca del centro y en un colegio distinto. Otra parte de mí dice "la vida es corta, vete si no eres feliz". Pero las complicaciones con el trabajo y con el contrato de alojamiento lo hacen difícil; una parte de mí desea haber firmado el contrato de 4 meses en su lugar.

Al final, mis amigas y yo (todas nos sentimos igual) hemos decidido aprovecharlo al máximo. Necesitamos forarnos a nosotras mismas a ser más sociales los fines de semana para romper con la rutina de la semana, a pesar de estar cansadas. Los fines de semana que pasemos fuera tambén nos ayudarán a soportar las largas semanas. Antes de que nos demos cuenta, nuestras dos semanas de descanso en febrero ya estarán aquí. No es por citar a Hannah Montana, pero la vida es lo que tú haces de ella. Sé que recordaré esta experiencia y me asombraré de todo lo que he hecho y conseguido. Sé que echaré de menos conducir bajo el sol, relajarme en la piscina y pasar algún fin de semana fuera todos los meses. Tan solo necesito formas de mantenerme motivada y optimista. Enero es así para todos, tan solo necesitamos superarlo.


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