8 meses en Vietnam: la recta final.

Ya es mi última semana en Saigón.

La escuela secundaria donde trabajo ha cerrado y solo tengo clase el martes y el jueves por la tarde, ya que el miércoles es la Fiesta Nacional. Algo normal. ¡Pero me permite organizarlo todo antes de irme de viaje con Aoife durante dos semanas antes de volver a casa!

Quería reflexionar sobre el tiempo que he pasado en Saigón, ahora que voy a pasar mis últimos días aquí. Menudo año. He tenido momentos muy buenos y otros muy malos todo el tiempo. No creo que hubiese podido aguantar aquí sin toda la gente que vino a visitarme y todas las posibilidades de viajar que he tenido. Por ejemplo, Kirsty tenía una escala aquí una semana después de que llegase y fue en el momento justo.

Las 9 semanas que esperé a que Iacopo llegase se hicieron cortas pero largas. Todo era tan nuevo al principio que las semanas casi pasaron volando. Sin embargo, cuando se marchó, fue cuando, probablemente, me sentí más sola y depresiva de lo que jamás había estado. La mayoría de los días estaban llenos de lágrimas, sin que quisiera salir de mi habitación, ver a la gente o continuar con mis hobbies. Ni siquiera ir al gimnasio o a clases de salsa conseguía animarme. En ese momento, lo único que quería era irme a casa, estar con él. Sus dos semanas en Vietnam fueron impresionantes. Seguí con mi rutina de trabajo, pero siempre estaba muy emocionada por volver a casa y verle. Fuimos por ahí en moto, probando cosas nuevas exóticas y enamorándonos cada vez más. Suena cursi, pero que él viniese aquí realmente fue una prueba de cuánto queremos estar juntos. ¿Cómo pude dejarle en Glasgow? El sentido de culpabilidad fue un problema con el que tuve que lidiar durante toda mi estancia allí. No solo por Iacopo, sino también por haber abandonado a mi familia.

Así que diciembre fue difícil emocionalmente. Por suerte, Kirsty tenía otra escala, así que pude sacar todo lo que llevaba dentro. Además, mi madre me había enviado toneladas de regalos de Navidad y un calendario de adviento, que me animó muchísimo. Kirsty y yo pudimos explorar el Delta del Río Mekong en mi día libre. De nuevo, en el momento idóneo.

8 months in Vietnam – the home stretch.

Cuando se fue, la depresión volvió a apoderarse de mí, ahora gracias a mi horario escolar un poco chungo y a los cambios de última hora del programa. Ahí fue cuando reservé un fin de semana en Hanói para ver a mi amiga Claire, que también estaba trabajando de profesora de inglés. Ese viaje fue un salvavidas. La pobre Claire tuvo que aguantar mi dilema de qué hacer con mi vida, mis quejas constantes sobre la empresa y mi miedo al futuro. Hablamos mucho durante ese fin de semana y me sentí mucho mejor cuando volví a HCMC.

Dije que trabajaría en Navidad porque necesitaba el dinero. Por desgracia, el gobierno envió un aviso por mal tiempo debido a un gran huracán que golpearía el sur de VN. Como consecuencia, cerraron todos los colegios, lo cual parecía una broma porque todo lo que experimentamos fue una pequeña llovizna. ¡¿Dónde estaban los avisos por mal tiempo cuando mis clases prácticamente se inundaron durante la temporada de lluvias?! De todas formas, la semana de Navidad fue genial. Puesto que no teníamos que trabajar, Kaytlyn, Russell y yo fuimos al randan el día de Navidad. Pasamos Nochebuena preparando vino caliente y bebiéndolo en la piscina; fue lo mejor. Toda la semana fue muy de relax, llena de vino, comida y películas.

8 months in Vietnam – the home stretch.

Año Nuevo fue lo más. Fue perfecto poder coger un vuelo a Dubái para ver a Kirsty. Días de playa, safaris en el desierto y comida impresionante; fue la despedida de año perfecta, con un pedacito de casa. A pesar de las regañinas por haberme perdido dos días de trabajo cuando llegué, mereció la pena totalmente.

Enero fue largo, pero creo que ocurre lo mismo en todos los países. Dividimos el mes con un viaje a Singapur y volví a retomar mis hobbies. Febrero fue increíble. La visita de Lizzy fue lo más destacable de mi estancia en VN. Fue genial tener aquí a una amiga de casa. Hablamos sobre la universidad, la familia, los amigos y los planes para el futuro. Fueron unas tres semanas geniales, viajando por el sureste de Asia; nunca olvidaré las risas y los recuerdos. El día de San Valentín, descubrí que iban a enviar a Iacopo a trabajar a Malasia. Fueron las mejores noticias; los dos últimos meses iban a pasar volando.

8 months in Vietnam – the home stretch.

Una semana de trabajo después de las vacaciones TET y ya estaba en un avión de camino a Australia para ir a una reunión familiar en la boda de mi prima. Fue mejor de lo que me esperaba. No veía a mi hermano John desde el año anterior y habían pasado dos meses desde que vi a mi pobre madre. Fue un fin de semana impresionante, además, ¡pude conocer un nuevo continente!

Las semanas después de Australia fueron duras. Estaba cansada y nadie parecía saber cuándo se iban a acabar las clases. Todo estaba muy mal organizado y la mitad de mis clases habían cambiado después de las vacaciones TET, así que no tenía conexión real con muchas de ellas. Un fin de semana en Mui Ne, la celebración de mi 24 cumpleaños y la mayoría de los fines de semana en la piscina, ya había llegado abril y era hora de que Iacopo estuviese en la misma zona horaria que yo (una hora menos).

8 months in Vietnam – the home stretch.

Mis cuatro días en Malasia fueron geniales. Pude explorar una nueva ciudad de la mano de mi mejor amigo. Además, ¡no gasté un céntimo gracias a su empresa! Su viaje a Asia me ayudó mucho a superar los últimos meses, pero me hizo echar de menos mi casa aún más. Me puse triste cuando se fue, pero tan solo tenía otras 2 ó 3 semanas de clase y, después, me iba de viaje dos semanas con Aoife. Otro mes más no era nada, pero le eché mucho de menos.

No me costó nada irme de Vietnam. Fue una experiencia increíble y he aprendido y ganado mucho, pero no tengo prisa por volver. Me encanta Vietnam, pero vivir allí ha sido todo un reto. Me alegro de haberlo soportado, ya que ha habido veces que estuve a punto de volver a casa. Estoy orgullosa de mí misma por haber aguantado a 50 alumnos por clase, por haberme jugado la vida todos los días cada vez que iba en moto por ese terrible tráfico, por haber contaminado mi cuerpo con humo y comida sucia y por haber completado mi contrato. No tenía ni idea de que iba a ser tan duro, pero, madre mía, estoy contenta de haberlo hecho. Recordaré esta experiencia como una de las locuras más grandes que he hecho en mi vida. Me hundí mucho, pero fui capaz de volver a levantarme y llegar a lo más alto y ahora tengo un CV impresionante a mis espaldas. Cualquier otro trabajo como profesora será pan comido, siempre y cuando esté en una zona horaria cercana a mi casa.


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