Chicago: una ciudad apta para la gente a la que no le gustan las ciudades

Chicago fue la ciudad que más me gustó de las que he visitado por ahora en Estados Unidos. La razón del título es que, en general, no me suelen gustar las ciudades grandes y suelo optar por visitar pueblos, ciudades más pequeñas o espacios naturales porque me parecen más interesantes o más bonitos para visitar. No obstante, Chicago, a pesar de ser una ciudad enorme, me sorprendió positivamente y me hizo cambiar la actitud reticente que tenía sobre las ciudades. Creo que la principal razón por la cual Chicago me ha hecho cambiar de opinión es que Chicago es una ciudad muy diversa y variada, además de que ofrece una gran variedad de escenarios y sitios para visitar.

Lo primero que vi nada más llegar a Chicago no le hace mucho justicia, ya que fue el mismísmo edificio de Donald Trump, uno de los más grandes y conocidos de la ciudad. Además, el nombre de su promotor no pasa desapercibido, ya que su apellido está colocado en medio de este ocupando unos cuantos pisos del mismo. El objetivo de la Trump Tower Chicago antes de su construcción era conseguir que fuera el edificio más alto del mundo, sin embargo, tras los atentados del once de septiembre, en 2001, se ordenó que se redujese su altura.

Cuando se terminó su construcción en el año 2009, consiguió ser el segundo edificio más alto de los Estados Unidos después de la Willis Tower (también en Chicago) hasta que el 2013 se construyó el One World Trade Center en Nueva York. Las mejores vistas del mismo son desde el puente Dusable Bridge, desde el paseo de River Esplanade o el de en frente, el Chicago Riverwalk, ya que desde aquí se pueden ver los edifios contiguos a la Trump Tower, el río y los puentes que lo cruzan.

Chicago: una ciudad apta para la gente a la que no le gustan las ciudades

El edificio más alto de Chicago es la Willis Tower, de 108 pisos, que fue el edificio más alto del mundo hasta 1998.En su piso 103 se encuentra el famoso Skydeck, una tribuna de vidrio que sobresalede un lateral de esta planta del edificio y cuyas paredes, techo y suelo están hechos de cristal. Desde este mirador en un día despejado puedes ver toda la ciudad de Chicago e incluso llegar a ver el lago Michigan de la parte de Indiana.

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Otro de los miradores más famosos de Chicago se encuentra en el edificio John Hancock Center y se llama el 360º Chicago. Este también es una tribuna de cristial pero solo sobresale en estilo batiente cuando una persona se tumba sobre la ventana, dando así la impresión de que la cristalera se cae al vacío.

Yo no entré porque ya había pagado la entrada al Skydeck y no quería pagar ambas porque considero que sale bastante caro, pero se puede subir hasta el piso don de está el 360º y mirar las vistas del otro lado del edificio, que para mí son las mejores ya que se ve toda la costa y sus playas. Además, si tuviera que elegir uno de los miradores, me quedaría con el Skydeckya que es más original y puedes estar sentada en la vitrina.

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Como ya he dicho, Chicago ofrece diferenetes actividades y escenarios, así pues, no solo hay edificios, sino también hay playas de lago. Aunque parezca que Chicago está en la costa del mar, se sitúa en las orillas del Lago Michigan y hay algunas playas que se encuentran en la misma ciudad muy cerca del centro. La que más me gustó fue la Oak street beach, ya que, a pesar de ser una playa de ciudad no sentías el agobio de tener los edificios justo a tus espaldas, la arena era fina y había un ambiente muy animado y juvenil. Asimismo, si no te gusta la playa también puedes optar por pasear por el paseo de Lakefront Trail beach, que recorre toda la costa de Chicago y es peatonal.

Chicago me pareció una ciudad bastante agradable para hacer deporte y andar,además de que podías ver mucha gente de este estilo. Lo más conocido para correr o salir a dar un paseo es este paseo Lakefront, ya que puedes dirigirte tanto al norte como al sur de la ciudad siguiendo la línea de la costa. Si sigues este paseo hacia el sur, podrás ver el muelle de Chicago, pasando por la playa de Ohio Street Beach. Este muelle es del más puro estilo americano; con su noria, sus puestos de comida rápida y atracciones variadas.

Chicago: una ciudad apta para la gente a la que no le gustan las ciudades

Al final de este muelle, podréis ver de cerca el faro de Chicago Harbor Lighthouse y si lo recorréis por la calle E Grand Avenue tendréis unas buenas vistas de la ciudad.

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Siguiendo por el mismo paseo y pasando por el DuSable Park, está mi zona favorita de este paseo por la costa: el puerto de DuSable, el Peanut Park, el Maggie Daley Park y la zona de Queen’s Landing, ya que es la zona más verde de la ciudad.

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Al lado del Maggie Daley Park está el Milennium Park, donde se encuentra la famosa Chicago Bean, también llamada Cloud Gate, una escultura que se asemeja a un haba en la que se refleja los edificios posteriores.

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Unos kilómetros más hacia el sur de estos jardines, están los jardines de Buckingham Fountain Flower Gardens, donde se sitúa la fuente más conocida de Chicago: la fuente Buckingham, de estilo rococó e inspirada en la fuente de Versalles. Esta es una de las fuentes más grandes del mundoy, de abril a octubre se dan lugar espectáculos nocturnos con iluminación.

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En los jardines que están paralelos a los de Buckingham, los Formal Gardens, está la estatua del general John Logan, que me gustó por las vistas que hay desde la misma, pues sepuede ver todo el jardín hasta el final con los edificios al lado y me recordó a la estampa de Central Park en Nueva York.

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Otro de los elementos más representativos de la ciudad es el Chicago Theatre, en el cual numerosos turistas se sacan la típica foto junto con el cartel de entrada, que aún sigue funcionando desde 1920, el año en el que se abrió este teatro por primera vez.

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En cuanto a restaurantes, el más famoso de Chicago es el Giordano’s, conocido por sus pizzas rellenas de queso con la masa más ancha que he visto hasta ahora en una pizza. Generalmente, aunque se pida reserva para ir, hay que esperar una cola bastante larga, pero sin duda merece la pena.

Experiencia personal

En el año 2013, gracias a la beca High School financiada por la fundación Barrié, fui a estudiar un año entero en Indianápolis, en Indiana. Durante todo este año estuve viviendo con una familia de allí con la que hice buenas migas y me llevaban a todos los viajes que hacían juntos.

Uno de sus típicos viajes era ir hasta Chicago en la semana de acción de gracias para cenar allí con el resto de familia que vive en Michigan. Una vez allí, hicimos un montón de actividades en la ciudad y me enseñaron los sitios a los que solían ir, pero me dijeron que una de las cosas que más les gustaba de acción de gracias en Chicago era el desfile de carrozas que se celebraba en la ciudad el mismo día de acción de gracias y que este año también me llevarían a verlo como lo llevaban haciendo años anteriores; lo que nunca me imaginé era cómo íbamos a vivir este desfile.

Mis emociones ante este desfile empezaron a caer cuando de repente me dijeron que todos teníamos que ir disfrazados de los personajes Minioms. Después, cuando ya éramos un grupo de doce personas con los trajes (caseros y cosidos a mano, por cierto) de Miniom me dan un cubo y una pala. Cuando me doy cuenta, veo que hay varios grupos de gente disfrazada de distintas cosas con cubos y palas y ya me imaginé lo que se me venía encima, literalmente.

Nos dijeron que esperásemos a que pasaran las carrozas para empezar a desfilar nosotros y, cuando pasó la última comparsa, salimos a la carretera principal que estaba cortada para el desfile para hacer lo que veníamos a hacer: limpiar los excrementos de los ponis y los caballos que formaban parte de las carrozas.

Suena como una experiencia enriquecedora para hacer con tu familia americana en medio de Chicago, pero no es tan gracioso cuando medio país te está viendo por la tele (ya que es uno de los desfiles de acción de gracias más conocido y televisado) y cuando los niños que están por las aceras viendo el desfile gritan tu nombre por ser un Miniom.

Lo que más me gustó de esta experiencia es que el disfraz tenía capucha, así que me pude tapar bien la cara.

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