Pinceladas de historia integradas en las calles de Budapest
Hola a tod@s!!
En el post anterior comenté lo maravilloso que es el transporte público de Budapest. Sin embargo, siempre diré que la mejor forma de conocer una ciudad es recorriendo sus calles a pie. Caminando encuentras rincones que no esperabas y que van más allá de los monumentos más emblemáticos y turísticos. Es el caso de Budapest, una ciudad bastante cómoda para conocerla sin necesidad de coger transporte.
Llegué a la capital húngara a comienzos de febrero y, seamos realistas, era imposible no utilizar transporte público por las bajas temperaturas y porque tenía una parada de Tram en frente de casa. Al final te acostumbras a coger el transporte para ir a ciertos lugares de la ciudad y claro, recuerdo que después de estar un mes viviendo en Budapest no sabía llegar andando a muchos sitios.
Descubres calles que no sabías ni que existían y comienzas a trazar tu mapa de lugares favoritos
Y no fue hasta que empecé a salir a correr por la ciudad y a volver a casa andando de la universidad o del centro de la ciudad, que empecé a conocer Budapest como la palma de mi mano. Y gracias a esto descubrí calles tan maravillosas como Ráday Utca, que conectaba la avenida en la que vivía con Kálvin Tér y estaba llena de terrazas, bares y restaurantes maravillosos.
También podías encontrar en el camino las míticas piedras doradas -Stolpersteine en alemán- dedicadas a las personas que fueron deportadas y asesinadas por el régimen nazi. Es una obra del artista Gunter Demnig y es muy simbólica porque pretende que las personas que van caminando por la calle se inclinen para leer la inscripción, y que este gesto se lea como un mensaje de respeto a las víctimas. Las piedras están situadas en el lugar en el que vivían estas personas cuando fueron detenidas.
La primera vez que vi estas baldosas doradas fue en Hamburgo, y desde entonces las he ido encontrando en numerosas capitales europeas. Personalmente, me parece una idea extraordinaria que integra una parte fundamental de la historia en la arquitectura de la ciudad.
Además, caminando aprendes muchísimo del país en el que vives o que visitas simplemente observando. Recuerdo pasear más de un sábado por el barrio judío y encontrarme a familias judías saliendo de la Sinagoga, celebrando el Shabat. Quizás en otros países europeos es algo corriente, pero no lo es en España, donde hay unos 40.000 judíos que terminan yéndose a Israel debido a la debilidad del sioniosmo en nuestro país.
También, cuando te mezclas con la gente húngara, yendo a un partido de fútbol por ejemplo, te llevas grandes anécdotas. Como por ejemplo, ver el partido más aburrido de la historia (Escocia-Hungría) y a pesar de ello disfrutarlo por participar en las costumbres del país en el que vives. Y por cierto, es muy divertido ver a escoceses con sus faldas de cuadros por las discotecas y ondeando banderas de Cataluña en las gradas del estadio.
Pinceladas que no se borran de tu memoria cuando regresas a casa
Detalles como estos son un ejemplo de las cosas que aparecen de forma repentina cuando vas caminando por una ciudad nueva, y también digo, son esas pinceladas que no se borran de tu memoria cuando regresas a casa.
Una opción obligatoria es hacer un free tour por la ciudad. Yo lo hice a los pocos días de llegar a Budapest, aunque lo dejé casi al principio porque comenzó a nevar como si no hubiera mañana y acabar ese tour se convirtió en una tarea de alto riesgo. Finalmente acabé haciendo el tour dos meses después, en abril, cuando vinieron unas amigas a visitarme y, por supuesto, es necesario para conocer la historia del país al que viajas.
Comprendes hasta donde llega la rivalidad histórica entre Hungría y Rumanía
Por ejemplo, comprendes hasta donde llega la rivalidad histórica entre Rumanía y Budapest cuando te explican que en el Parlamento húngaro cuelga la bandera del Pueblo Székely, una etnia húngara que habita en una región de Transilvania desde hace siglos y que a día de hoy pide la autonomía y el autogobierno tras ser integrada en Rumanía. De hecho, Hungría defiende firmemente que los verdaderos húngaros se encuentran en Transilvania.
Y de esta forma, caminando y aprendiendo, es cuando comienzas a ver la ciudad desde todos los prismas y sobre todo, a exprimir Budapest.
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