Budapest, Hungría

Publicado por flag- CAROLINA GOMEZ PARDAL — hace 7 años

Blog: Viajes por Europa
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Hay ciudades y ciudades. De algunas esperas mucho y de otras tienes el listón aún más alto por todo lo que te han contado. Esta vez, mis padres habían visitado Budapest unos meses antes que yo y ya estaba encantada con la idea de ir a una ciudad tan barata que les había dejado tan buen sabor de boca. De hecho, hemos estado escuchando en casa “Pues en Hungría…” “Cuando estábamos en Budapest…” muchas veces en el último verano.

Lo cierto es que de tan altas expectativas que tenía, iba con miedo de que la ciudad me decepcionara. Me ha pasado dos veces ya, que de tanto que te cuentan y te venden la moto, cuando llegas es como si no fuese la primera vez que tus ojos lo ven y te sientes un poco decepcionado con los tamaños. Fue lo mismo con las cataratas del Niágara, que están en tantas revistas y documentales que cuando llegas no me las esperaba en una calle normal, rodeadas de hoteles de lujo y casinos en rascacielos por todas partes. Pierde el encanto de lo que te quieren vender. Con Nueva York un poco igual, tantas películas me habían hecho imaginarme el famoso puente de Brooklyn con unas dimensiones que ya le gustaría.

Budapest es la excepción.

Quizás no es tan famoso, y reconozco que si no fuese porque estoy de Erasmus y me pillaba más cerca y a buen precio, no es un destino que desde casa hubiese escogido de los primeros. Porque cuando tienes dinero y unos días de vacaciones, al final tiras a una playa o de entre todos los sitios que te quedan por conocer en el planeta tierra quizás uno más cercano, más exótico o con más ofertas. Pero ya os adelanto, Budapest vale mucho la pena.

Nosotras nos alojamos con un Airbnb en Pest. La ciudad está dividida por el Danubio en la parte alta situada en la colina (Buda) y la parte baja en llano (Pest). Los barrios más caros están en Buda y se dice que la gente más altanera vive allí. De hecho, se lo deben tener un poco creído, porque en Budapest hay un dicho por el cual los habitantes de Buda dicen que lo único positivo de vivir en Pest es que pueden disfrutar de las vistas con perspectiva de todo Buda, algo que no tienes si tienes la suerte de vivir ahí.

Pero bueno, en cualquier caso, las dos partes tienen mucho que visitar. Indiscutiblemente, la zona nocturna con más ambiente y donde hay más restaurantes y bares o el barrio judío es Pest, aunque siendo una ciudad barata, hasta alojándote en Buda puedes encontrar buenos precios.

Los húngaros no son gente extremadamente afable o simpática, pero tienen una ciudad grande en la que las distancias entre los monumentos más importantes son caminables. El precioso edificio del parlamento es visitable por dentro, aunque nosotras no tuvimos la suerte de ir a la hora a la que había visita en español (el precio rondaba los 8 euros). Y hablando de dinero, mucho ojo si cambias en una de las cajas de cambio porque la mayoría de las veces te darán florines o eslotis de Polonia que no valen nada ahí.

En el barrio judío se encuentra la segunda sinagoga más grande del mundo solo superada por la de Nueva York que se construyó tiempo después. Pagando también se puede visitar por dentro.

En un mismo día, se pueden hacer muchas cosas si os gusta andar, y sino simplemente cogiendo los tranvías o el metro. Subir a visitar Buda caminando cruzando el famoso puente de las cadenas. Cuenta la leyenda, que el día de su inauguración el arquitecto estaba tan orgulloso de su obra, que le dijo a todos los presentes que si alguien era capaz de encontrar un solo fallo en los dos leones que presiden la entrada al puente, se quitaría la vida. Fue aparentemente un niño pequeño el que gritó ¡Los leones no tienen lengua!  y el pobre arquitecto se suicidará tirándose a las aguas del Danubio desde su propia creación. Por supuesto, todo esto es ficticio, pero sí que es verdad que le criticaron por no ponerles lengua.

Una vez arriba de Buda, las vistas son espectaculares desde el Bastión de los Pescadores. Si no es temporada alta, es totalmente gratuito subir y visitarlo, sino hay que pagar un pequeño precio simbólico.

Volviendo a Pest, es muy agradable pasear por dentro del Mercado Central y quizá comer algo ahí. Tiene cientos de puestos de souvenirs de la ciudad, así que si buscas uno ese es el lugar donde comprarlo. Eso sí, todo en cash, que no aceptan tarjetas casi en ninguna parte. En los puestos de comida intentan sacarte hasta el último céntimo como buenos turistas, así que comáis lo que comáis (hamburguesas, gulash, sándwiches…) te van preguntando si quieres queso, salsa o algo más por encima. No te avisan, pero todo es extra. Ojito.

Como comidas típicas están el lángosh, que es una especie de pizza con toppings por encima hecha con masa similar a la de los churros. Para algo más de cuchara, está la sopa o Gulash. En cualquier restaurante medio de precio, el menú del día con dos platos contendrá el Gulash como primero y un postre tradicional y en total rondará los 7 euros.

El plan de una tarde puede ser ir a uno de los muchos balnearios famosos de aguas termales que tienen. Es típico que los doctores receten a la gente mayor o con problemas determinados sesiones de estos baños mensualmente, por eso mucha gente mayor tiene pase a precio reducido por motivos médicos y cuando llegas estará atestado: turistas, gente local y más gente. Es una experiencia que, por supuesto hay que probar estando en Budapest, pero personalmente fue un poco desagradable tanta gente flotando en aguas calientes y tan poco espacio para moverse. Los baños exteriores valen más la pena al ser algo a lo que no estamos acostumbrados.

No lejos, se encuentra la ópera, digna de ser visitada por dentro porque es un edificio precioso. La realeza de la época estaba afincada en Viena desde donde venía la princesa Sissi. Ella siempre prefirió, sin embargo, Hungría por permitirle una vida más natural y relajada de las tensiones y modales de Viena. Cuando se comenzó a construir la ópera en Budapest, el único requisito que el rey puso fue que no fuese un edificio más impresionante que la ópera de Viena de la que sentía tan orgulloso.

Lo cumplieron a raja tabla, pero al no haber especificaciones del interior, hicieron una obra de arte con tapices y oro que con crecer superaba la decoración de la sala de la ópera de Viena. El rey, molesto, se dice que acudió el día de la apertura a la obra inaugural pero que nunca jamás volvió a pisar la ópera de Budapest. Puedo decir que esta historia es verídica, porque después de la parada en Budapest pusimos rumbo a Viena (que contaré en otro post), y aunque la ópera tiene mucha fama y es un edificio increíblemente bonito, el encanto de la húngara no lo tiene.

Si viajas con tiempo, vale la pena subir (es una buena caminata) al monte Gellért. Es una subida natural, con miradores y bancos para disfrutar de una vista panorámica de Budapest al completo. Se dice que es una colina que se dejó sin construir y deshabitada porque habitaban las brujas de la ciudad y tenía una maldición. Fuera como fuese, ha permitido que la ciudad tenga un pulmón verde de oxígeno que ofrece contraste y otra perspectiva muy interesante.

Y ah! No te puedes ir de la ciudad sin entrar en uno de los bares ruinas. Están montados y decorados con todo tipo de elementos aleatorios y vintage, y tienen muy buen ambiente tengas 50 o 21 años. Pero de eso no te cuento más para que te dejes impresionar cuando entres. 


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Comentarios (2 comentarios)

  • flag- Montse Pardal hace 7 años

    Buena entrada; bien comentado y relatado todo lo que puedes encontrar en Budapest....

  • flag- Juan Francisco Gomez hace 7 años

    Que buen viaje
    Después de leerte dan ganas de volver o ir por primera vez el que no lo haya hecho
    Enhorabuena

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