Campus Grozavesti

Hola amigos:

Quería comenzar hablándoos un poco sobre el campus Grozavesti que está en Bucarest, donde pasé los meses que duró mi Erasmus.

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Si os quedáis aquí leeréis de todo, tanto buenas como malas críticas. Está claro que todo lo que os diga tan solo es mi opinión. El campus Grozavesti está en una zona llamada Grozavesti, en el Sector 1. Bucarest cuenta con 14 sectores y por lo que sé, la numeración depende de lo cerca que estén del centro y lo popular que sean. A Grozavesti se puede llegar muy fácilmente, tan solo tienes que coger la línea amarilla del metro y llegarás a una zona que queda entre Pantelimon y Dristor.

Aquí os dejo una foto de la red del metro de Bucarest por si os hiciera falta.

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Cuando me aceptaron en la Universidad de Bucarest recibí un correo donde me preguntaban si necesitaba ayuda de la universidad a la hora de buscar alojamiento o si lo buscaría por mi misma.

Quería que la universidad me ayudara a encontrar algún sitio porque mi intención era quedarme donde hubiera más estudiantes Erasmus y estar todos juntos. Así que al final les dejé que me ayudaran y a finales de agosto me informaron de que tenía plaza en el campus de Grozavesti, en una habitación compartida con una estudiante de Holanda, pero no me había dado cuenta de una cosa y es que nunca antes había vivido en una residencia pública.

Cuando estudiaba en la universidad en una ciudad de Turquía la habitación en la que vivía era individual, era como un pequeño apartamento con dos habitaciones, una cocina y un baño y compartía todo con otra persona. Además, todos los días el cocinero de la residencia nos preparaba el desayuno y la cena. Me encantaba vivir allí. Dos años después me volví a vivir con mis padres, donde tenía todo lo que necesitaba y no salía nunca de mi zona de confort.

Así que si os digo la verdad, me esperaba que me tocara algo así aunque no fuera todo tan guay, pero creía que al menos tendríamos un baño en la habitación, o una cocina para cocinar, ¡o que la residencia nos preparara la cena! Me llevé un chasco muy grande al llegar. Era un edificio enorme en medio de un campus ajardinado donde estaban juntos los bloques C y D, cada uno tenía cinco plantas y treinta habitaciones por planta, las habitaciones eran todas para dos estudiantes y cada planta disponía de cinco baños y siete duchas.

Cuando llegué había algunos baños que no se podían usar porque estaban en obras. Imaginaos que mi habitación es China, pues el baño estaba en la otra punta del pasillo, en Inglaterra. En Turquía tenemos una canción que dice así: "Uzun ince bir yoldayım, gidiyorum gündüz gece", esto significa "voy por la larga y angosta carretera, conduzco noche y día", así que cada vez que iba al baño me acordaba de esta canción.

Pero he de admitir que, como soy tan vaga, siempre me esperaba hasta el último momento para hacer pis y siempre acababa corriendo al baño con la cancioncilla en la cabeza. De todas formas, además de eso los aseos no tenían asiento, o si los tenían alguien los robaba, la verdad es que no lo sé. Pero me quedé muerto cuando vi a algunos estudiantes llevando sus propias tazas del váter al aseo cuando tenían que ir al baño. Eso no era para gente como yo que se espera hasta el último minuto para ir. Y bueno, ¿para qué hablar de las duchas?

Había tres duchas para un montón de estudiantes, tanto chicos como chicas, y solo una de las duchas tenía una alcachofa de mano en condiciones, por eso todo el mundo intentaba pillar esa para ducharse y por eso siempre estaba ocupada. Las duchas no tenían pestillo, bueno sí que tenían pero era imposible moverlo por la humedad. Tienes que poner la toalla por encima de la ducha para que la gente sepa que está ocupada porque si estás en silencio mientras te enjabonas o si tienes el grifo cerrado, la gente puede creer que no hay nadie, abrir y... ¡TACHÁN!

Me da cosa que lo que estoy escribiendo suene cruel o que os penséis que odiaba el campus Grozavesti, ¡pero no! En realidad me encantaba. ¡Me llevó mi tiempo cogerle cariño! Me pasa sobre todo cuando estoy fuera de mi zona de confort. No empezó bien la cosa con los baños y con las duchas. Y no solo con esto, también fue más de lo mismo con las habitaciones y la cocina. Bueno, la cocina no, el hecho de que no tuviéramos cocina en la que cocinar en la residencia, lo que es aún peor porque ponía que sí en la página web de la residencia, pero cuando llegas te das cuenta de que los de la residencia convirtieron esa parte de la habitación en un cuarto para invitados o para meter cosas inútiles.

Así que eso significaba que o comías fuera todos los días o cocinabas en la habitación. Al parecer para los estudiantes rumanos no había ningún problema porque por lo que vi vienen a la residencia con sus familias cargados con todo lo que podrían necesitar en cuatro años. Tenían sus propios frigoríficos, sus propios fogones y hasta televisiones en su cuartos. Algunos de los padres habían incluso pintado las paredes del cuarto y traído muebles como camas o mesas en lugar de usar las que hay ya instaladas. Y como los encargados no tenían nada en contra de que los estudiantes se trajeran sus propios muebles me pareció que el campus Grozavesti era perfecto para los estudiantes rumanos.

Bueno hablemos de la habitación en sí. Yo creo que es la mejor parte del campus Grozavesti. Aunque para la mayoría de los estudiantes no lo era. Tan solo nos parecía lo mejor a dos contados y la mayoría a los que les gustaba era porque eran Erasmus y estaban conviviendo con otros Erasmus. Al llegar conocí a mi compañero, era rumano y había venido de Erasmus. Nuestra habitación tenía dos camas, una ventana enorme, una mesa con dos sillas, un armario con dos puertas, una para mi y otra para mi compañero de cuarto y un gran cajón debajo de cada cama. Me parece que is no tuviéramos ese cajón no habría espacio suficiente para nuestra ropa. ¡Sobre todo para la mía! Cuando llegué iba cargado con unos cincuenta kilos encima. Vale vale, no todo era ropa, también tenía zapatos, mil sobres de té, té turco por supuesto al que puede que sea adicto de hecho. Me llevé hasta mi propio hervidor de agua por su no pudiera calentarme agua para el té siempre que quisiera.

Mi primera compañera de cuarto era una chica holandesa muy simpática llamada Chanine, pero no pudo aguantar en las condiciones de la residencia y en un par de semanas decidió irse a vivir a un piso y cuando se fue me dejó su taza del váter, pero no la he usado en mi vida. Soy demasiado vaga como para llevármela, ya os lo he dicho antes. Al final se fue y me quedé sola durante un mes. Las primeras semanas fueron un poco agotadoras porque al final mi cuerpo acababa diciéndome que ya no podía más, que no podía seguir compartiendo baño y ducha con otros 60 estudiantes, que me iba a dar algo ahí. Pues al final mi cuerpo se debilitó y me puse mala, pero por suerte no me duró más de una semana. Yo creo que con el tiempo mi cuerpo acabó haciéndose amigo de las bacterias. Al final acabé volviéndome toda una profesional en saber cuándo ir al baño y a las duchas. Vi que casi nadie se ducha los sábados a las ocho de la mañana porque casi todos se quedaban durmiendo después de la fiesta del viernes por la noche. Los baños estaban limpísimos los sábados por la mañana, aunque no solo los sábados, los domingos por la mañana igual. Entre semana intentad ducharos por la mañana y a ser posible en la ducha de la alcachofa buena si no está ocupada. Porque seguramente después no estén tan limpias.

Cuando estaba sola odiaba mi cuarto porque estaba demasiado vacío, por mucho que tuviera mis cosas había una cama que estaba vacía. Las paredes estaban vacías y el suelo estaba vacío. Y no me gustan las cosas vacías. Así era estaba todo:

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Cuando vivía en Turquía y tenía habitación propia no tenía ni una sola pared vacía. Tenía fotos, cuadros, cuadros, óleos o cualquier cosa que pudiera colocar. Un día me quedé sentada en la cama mirando aquella vacía pared, era horrible así que decidí hacer algo al respecto. Lo único que necesitaba era meterle color. Si le daba un toque de color a la habitación seguro que me sentiría mucho más cómoda. Fui al Carrefour que había detrás del campus Grozavesti. Aún recuerdo cómo se rió la mujer que trabajaba allí al verme venir con una toalla lila, una esponja roja, un cuchillo azul y un tenedor verde. Debió de darse cuenta de lo mucho que echaba de menos los colores.

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También me compré unas pegatinas y papel de regalo y cosas de colorines. Luego me puse manos a la obra y recubrí las cosas. Lo primero que hice fue cubrir la mesa para que no fuera tan fea.

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Después cubrí la pared, se ve que la pintaron sin mover el armario y por eso solo estaba pintada por partes.

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Puse pegatinas para darle un poco de vida y que alegrara un poco la vista.

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Al final el resultado fue una habitación mucho más colorida y mejor que la anterior. Lo que más me gustaba era la pared forrada con papel de regalo. Cuando acabé parecía un estudio de fotografía. Ahora estaba mucho más contenta con la habitación, pero aún tenía que llegar el nuevo compañero de cuarto. Porque aún seguía habiendo una cama completamente vacía esperando que llegara alguien nuevo, espero que trajera sábanas coloridas porque estaba harta de esa cama blanca.

Antes de venir a Rumanía pensaba que podría vivir en cualesquiera que fueran las condiciones mientras que fuera por poco tiempo, como cuatro meses. Pero creo que no hubiera podido vivir en esa habitación sin color de no ser por el apaño colorido que le hice.

De verdad que pensaba que esa residencia no me gustaría jamás de los jamases, pero me recordó que lo que un sitio sea habitable es la gente con la que vives. Pasé cuatro maravillosos meses en aquel edificio con unos amigos que jamás olvidaré. Esto me recordó una vez más que "el hogar está donde está la gente que te quiere". El campus Grozavesti me enseñó que no necesito baños individuales o una cocina para ser feliz. Recordaría para siempre los ratos que viví junto a mi gente en aquella residencia. Todo lo que viví ahora forma parte de mi.

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Así que quien quiera que esté leyendo mi publicación sobre el campus Grozavesti, tened esto bien presente, al principio puede que el sitio te asuste un poco. Muchos se fueron las primeras semanas porque pensaron que no aguantarían. Pero creedme, sí aguantáis los primeros días, luego no os querréis ir. Dadle una oportunidad.


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