Bruselas
Llegamos a nuestro hostel de Bruselas, un poco atontonadas del viaje. Nos alojábamos en un hostel metido en el barrio árabe de Bruselas, un poco apartado por el centro. Pero lo agradecimos: era un lugar muy tranquilo, con muchas tiendas alrededor que te permitían comprar y abastecerte para realizar las comidas en una ciuadd algo subida de precio.
¿Qué ver en Bruselas? Realmente se nos quedó corta la ciudad. Esperábamos algo mucho más majestuoso para ser la "capital de Europa". Nos encontramos con una ciudad muy sucia, con mucha basura por las calles y un olor bastante fuerte debido al calor y a la poca limpieza.
Llegamos a la Grand Place, donde disfrutamos de un café por la mañana, y unas buenas cervezas sentadas en el suelo por la noche. La plaza es tal y como la podemos ver en la mayoría de postales, con edificios de carácter romántico por toda la plaza rodeando al ayuntamiento. La verdad es que el ambiente nocturno nos encantó: gente de diferentes nacionalidades juntas en la plaza, cada persona con su bebida, todo recogido, música de algúna guitarra de fondo... Todo se estropeó cuando llegó la policía pidiendo silencio, algo que rompió la magia del momento e hizo que, aunque no nos estuvieran echando de allí, todo el mundo recogiese sus cosas y cambiase de lugar de fiesta.
Nos acercamos también al Manneken Pis, más decepcionante que otra cosa. Tras hacer cola detrás de un grupo salvaje de turistas con alma de fotógrafo, llegamos a ver la pequeña estatuilla tan famosa. No tiene más, la ves, haces una foto igual que estaban haciendo los anteriores para que la cola crezca y parezca que es algo importante, y te vas.
Lo bueno que tiene ver esta estatuilla, es que en la zona tienes cantidad de cafeterías y lugares para comer unos buenos gofres. Lo que más nos impactó, es que nosotras solemos pedirlo con helado o chocolate, como pensábamos que hacía la mayoría de gente. Pero no, ¡les había con spaguettis! ¡Pero qué locura es esta! Nosotras nos tomamos el gofre riguroso de chocolate y caramelo, y a continuar con la visita.
El Palacio de la Justicia y el Palacio Real están muy cerca uno del otro. Son edificios muy bonitos, te puede teletransportar un poco al caracter de edificios Austro-Húngaro, rodeados por grandes jardines.
Lo único que vimos algo más curioso, fue el arte callejero en forma de grafitis como guiño a tintin. Puedes ir buscándolos por todas las calles, ya que les tienes escondidos en todos los escondites del centro histórico.
También, cómo no, decidimos ir a ver el Atomium. Para mi gusto, un viaje innecesario (claro que esto lo supe despúes de haberlo realizado). Está bastante lejos del centro, y lo único que vuelves a hacer es realizarte una foto para decir que has estado allí, ni te enteras de lo que es porque no hay ningún tipo de información allí donde preguntar.
Dicho esto, es una ciudad de la que pasaría para poder ir a Brujas, que me quedé sin verla por derrochar el tiempo en esta ciudad tan sobrevalorada.
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