Destinos baratos y cercanos desde París: Brugge
Mi estadía en Bruselas fue corta pero quedé satisfecha: recorrí un poco la ciudad y pude descansar la primer noche. A la mañana me levanté con tiempo porque nuestro micro salía a las 11.45 am de la Estación Nord de Bruselas camino a Brugge, que queda como a una hora y media.
Había comprado algo para desayunar y nuestra host me preparó un café, así que la mañana parecía ser bastante amena. Eso fue hasta que miré el reloj y vi que eran las casi las 11 am y, creyendo que mi micro era a las 11 en cambio de las 12, casi me da un ataque. Tuve literalmente que mirar de nuevo el pasaje para darme cuenta de que todavía estaba bien con el tiempo. Decidí que íba a tomarme el metro para llegar hasta la terminal. Verónica, la dueña de casa, me explicó por arriba cómo llegar pero, arrogantemente, dije que tan difícil no sería. Error.
Llegué a la estación del metro más cercana y estuve 10 minutos tratando de descifrar para qué lado tenía que ir y en qué andén tenía que esperar. Ya subí con los minutos contados y llegué sobre la hora. Al salir del metro no sabía tampoco para dónde ir y empecé a buscar con ojos desesperados los micros de Flixbus para encontrar el mío. Decidí preguntar y una chica nos indicó desde dónde salían. Tenía 5 minutos antes de que el bus parta pero lo localicé a lo lejos y me relajé. Subí, me senté y, encima, tuve que esperar como 20 minutos para que arrancara camino. Otra vez, salvada.
Cuando llegué a Brugge, el micro me dejaba no muy lejos de mi Airbnb pero el check in no era hasta las 5 pm y todavía faltaban unas 3 hs para eso, así que pedí dejar los bolsos y salí a explorar esta hermosa y mágica ciudad. Hacía mucho que un lugar no me sorprendía tanto. Brugge es realmente encantador y disfruté mucho el paseo en bote por sus canales, así como también el entrar a cada chocolatería a degustar las delicias belgas.
Comí el almuerzo en un restaurante muy acogedor al lado del canal, donde probé las famosas papas fritas belgas y mejillones en salsa de crema. Después compré algunos recuerdos del lugar y me senté más tarde a tomar algo en una cafetería. Ya cansada de andar, alrededor de las 7 pm volví para el Airbnb: una casa que de afuera parece no decir nada pero por dentro era muy linda y que tenía unos ventanales con vista magnífica del canal más cercano.
Mis hosts (madre e hija) me recibieron con una gran sonrisa acogedora, me mostraron el cuarto y hasta ofrecieron cocinarme algo cuando les conté que todavía no había cenado y todo ya estaba cerrado. Llegué a la habitación super cansada y para cuando me dio hambre, intenté pedir delivery y la tarjeta francesa no me dejaba hacer la compra onine. O sea que ahora estaba cansada, con hambre y no iba a pedirle a mis hosts que nos cocinen a esa hora. Así que cené los chocolates que me había comprado e intenté dormir temprano porque al otro día el micro a Amsterdam salía a las 8 am.
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