Próxima parada, Wroclaw.
Llamémosle suerte, llamémosle destino o no sé, simplemente, una bonita casualidad. Hace casi dos años recibía la noticia de cual sería mi destino Erasmus: Wroclaw. Una parte de mi estaba totalmente tranquila, sin embargo, la otra no paraba de pensar que sería de mi unos meses más tarde.
Septiembre llegó. Tardó pero finalmente sí, llegó, y la mejor experiencia de mi vida estaba por empezar. El doce de septiembre amaneció frío y con muchos nervios (soy de Galicia, el frío en Septiembre ya empieza a no ser un tópico). La travesía de aviones, buses, coches, etc, para llegar a nuestro destino os la contaré más adelante, pero que no os engañen, si Galicia está lejos...a Wroclaw tampoco resulta fácil llegar.
Había quedado con mi futura compañera de habitación en Santiago, donde cogeríamos el vuelo a las siete y media de la mañana. Tras las despedidas, los sentimientos encontrados y los pequeños lloriqueos, nos vimos subidas al avión sabiendo que no había vuelta atrás. No parabamos de preguntarnos cómo sería en realidad la que posteriormente fue nuestra segunda casa, nuestra segunda ciudad. En Google, ya sabéis, se ve todo muy bonito, pero ¿cambiaría la cosa cuándo llegasemos?
Fuente: Google Imágenes
No, ya os lo adelanto, Wroclaw es una de las ciudades más increíbles que he visitado en mi vida. Además, en todos los sentidos posibles.
Partimos de Santiago y escala en Barajas (dónde nos encontramos a una de las mejores personas que conoci nunca. Sólo os puedo adelantar, ya que en entradas posteriores hablaré de ella, que nunca nunca tengáis prejucios contra nadie. Os llegaría a sorprender la cantidad de cosas que podemos perdernos por tenerlos).
¡La escala de la muerte fue esa!. No sé si fue por la cantidad de horas que estuvimos dando vueltas por los distintos pasillos del aeropuerto o por las ganas de llegar. Una vez despegado el avión ya sí que sí, Polonia nos esperaba. Primero pasamos por Cracovia. No creáis, sólo para coger un bus que, por fin, nos dejase en Wroclaw.
Fuente: propia
22 horas en pie, aviónes, bus, coche, gente desconocida para mi, futuras amigas, fotografías, nervios, muchos nervios, alegría por lo que venía y tristeza por lo que dejaba atrás, maletas, olvidos, tarjetas de embarque y billetes imposibles de entender, sonrisas y risas, futura familia y personas gigantes, taxistas sin freno de mano y carreras con carritos. Podría no parar de escribir todas las sensaciones que se pudieron pasar por la cabeza en ese trayecto pero no acabaría nunca, os lo aseguro.
Solo sé que lo mejor que podéis hacer, y confiad en mi, es disfrutar de cada uno de los minutos de vuestro Erasmus, cada una de las palabras, de las miradas, de las personas, cada una de las nuevas experiencias, idiomas y oportunidades. Nunca os olvidéis de eso. Es el mejor consejo que os puedo dar.
To be continued...
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Comentarios (1 comentarios)
Alba Mendoza Pérez hace 7 años
hola, reservaste alojamiento por esta pagina? o sabes de alguien que lo haya hecho? me ha entrado miedo con tanta gente hablando de estafas.