Tristemente hermanadas.

Es curioso como, a veces, las coincidencias se cruzan en nuestra vida. Hace casi cinco meses comencé mi vida en la capital eslovaca. Desde ese momento, he tenido que explicarle a cada persona de mi ambiente cómo era esto, que no es el tercer mundo, que no hace tanto frío, que el eslovaco no es el mismo idioma que el ruso, que hace años que checoslovaquia desapareció, que ya no son comunistas, que aquí también hay IKEA, y McDonalds. He contado lo cerca que está el río de mi casa, la ventaja que supone tenerlo todo a tiro de piedra, que el sentimiento navideño es mucho más intenso y que el vino se lo toman caliente.

Hoy, en mi ciudad natal, A Coruña, un chico eslovaco ha sido noticia.

Ha sido identificado como Tomas Velicki, nacido en Bratislava en 1988. Había participado en una fiesta universitaria para alumnos de intercambio convocada a través de Facebook. Estudiaba Económicas y le quedaban quince días para marcharse de A Coruña, donde había llegado en septiembre.;

Cuenta La Voz de Galicia, hoy.

Erasmus en A Coruña. Claro, venía de una ciudad sin mar. Por eso no sabía que el Atlántico es traicionero. Hay que conocerlo mucho antes de confiar en él. Se acercaron a la orilla, tras una noche de fiesta, sin pensar que nada malo podía pasarles. ¿Cuántas veces lo habremos hecho nosotros? Pero no era el día. Era uno de esos días en los que el mar ruge, y se hace respetar más que cualquier otro ser salvaje que exista.

Tres días de luto. Es lo menos que se puede hacer por esas cuatro personas, ese chico eslovaco que, realmente, Erasmus once, Erasmus all the life, y por los tres policías que han intentado desesperadamente enfrentarse a ese mar que se lo tragaba.

Me habría gustado que, cuando Bratislava y A Coruña encontrasen algo en común, fuera algo alegre. Poder sentirme orgullosa. Un grupo de baile gallego actuando en Bratislava, o un viaje de ancianos eslovacos paseando por Coruña. Algo curioso que poder comentar, y reírme. Me ha tocado una coincidencia triste, y hoy al leer los periódicos, siento ganas de llorar, por partida doble.