Colombia, país que enamora

COLOMBIA:

En Marzo de 2015 estuve en Colombia, disfrutando de la aventura y la oportunidad de poder visitar un país que tan mala fama tiene en España y del cual volví enamorada, literal del país y de su gente.

Dicha aventura duró 2 semanas, que se pueden resumir en el mejor viaje que he vivido por Sudamérica. Nuestra ruta era:

Bogotá – Armenia con la Haciendo del café “Combia inspiración”- Salento – Manizales – Cartagena de Indias.

Empezamos el viaje con un cierto temor, por todas aquellas noticias que llegan sobre la situación que se está viviendo en este país y la inseguridad que se vive. Pero puedo decir que de las dos semanas que nos hemos pasado disfrutando de Colombia, solamente hubo un momento en que llegamos a pasar cierto miedo y fue por la imprudencia de un conductor en Cartagna, pero eso es una historia para contar más adelante. Puedo resumir Colombia como una gente increíble, amable, sonriente, humilde, cercanos… Solo tengo palabras buenas. Así que, si alguien está dudando en ir… solo puedo decir que ¡NO PIERDAN LA OPORTUNIDAD! Obviamente hay que mirar por donde se va e informarse, pero no hay mayor problema.

Empezamos nuestra aventura en Bogotá, la capital, donde por suerte tenía una amiga que nos permitió disfrutar de esos días en su casa, conociendo a su familia y disfrutando de lo más típico Colombiano. La gente en Colombia es, como ya dije, impresionante, solo nos quedaron palabras de agradecimiento para lo bien que la gente se porta con uno. Extranjero o no, eres uno más.

PRIMEROS DÍAS: BOGOTÁ

El primer día llegamos y directamente nos fuimos a descansar, había sido un día larguísimo entre aviones y aeropuertos. Al día siguiente cuando nos levantamos, decidieron llevarnos a visitar toda la ciudad y la “Catedral del Sal” en la región de Cundinamarca. Tuvimos que pagar una entrada, la cual no recuerdo el precio, pero Colombia es un país en el que las cosas están económicas.

Tuvimos que esperar la cola para entrar a la “Catedral del Sal” donde una guía nos iba explicando y mostrando todas las formaciones que allí había. Como su nombre indica, el hecho de que sea una catedral hace que se muestre todo el camino del Viacrucis, rememorando al camino de Jesúcristo con su cruz, además de tener un santuario religioso y un auditorio espectacular. Es hoy en día un gran museo y nombrada una de las Maravillas de Colombia. Las luces que han sido puestas para recrear las escenas y hacen el lugar más llamativo.

Una vez terminado, comimos en el pueblecito de Zipaquirá donde el trato y la comida fue estupenda. Comimos la comida típica de esa zona, que ellos denominan “fritanga” y que fue un mix de carne, plátano, patatas y morcilla. Tengo que decir que todo estaba estupendo aunque no recuerdo el nombre del sitio para poder recomendarlo.

Un vez terminado ese tour, volvimos para casa, esa tarde nos llevaron a casa del resto de la familia de mi amiga y allí nos pusieron música y comida, juntándose lo más típico de Colombia y haciéndonos sentir como en casa.

Al día siguiente, primero de un buen desayuno super rico con todos los ingredientes que se puedan imaginar, nos tocó toda una ruta por Bogotá.

Aquí dejo una foto de los desayunos tan ricos con un café que es envidiable en todos los aspectos, con su panela, que es una especie de azúcar que lo hace super rico y las arepas que son plato indudable de este país:

Visitamos:

- “Museo Botero”, en la Candelaria, del reconocido artista Fernándo Botero.

- “Museo del Oro”

- “Plaza Bolívar”

- “La Candelaria”

- “El Museo Nacional”

- “Casa de la Moneda”

Pasamos por delante del Teatro, pero no pudimos entrar. Tampoco pudimos subir a la Monserrate porque el día no acompañaba para las vistas. A eso de las 5 de la tarde, decidimos volver a casa porque pronto se haría de noche y era mejor salir del centro de la ciudad.

Esa noche, salimos de fiesta a un club, lo que allí se conoce más como “rumbear” a la discoteca “La Negra”. Los precios están muy bien y nos pusieron salsa durante toda la noche y música típica Colombiana y se disfruta un montón, ver como la gente lleva la música en la sangre es emocionante.

Al día siguiente, cansadísimas de tanto bailar decidimos tomarnos con tranquilidad la mañana, porque esa tarde-noche salíamos de camino a nuestra siguiente parada, Armenia.