Último día en Bilbao

El domingo por la mañana

Después de haber cenado unos pinchos por las calles del casco viejo de Bilbao, la noche del sábado al domingo dormimos durante horas y horas. Nos pusimos en marcha para dejar la pensión Serantes a eso de las 12 de la mañana, desayunamos algo en la habitación y lo recogimos todo. Antes de nada, hay que decir que la noche que pasamos en la pensión Serantes pudimos dormir bien, pero quizás es una pensión más para grupos de amigos que para parejas. Pero aún así si vais a pasar poco tiempo o una sola noche como nosotros, es una buena opción principalmente por su buena localización dentro de la ciudad.

Criticas a parte, el domingo por la mañana la dueña de la pensión nos dejó dejar las maletas que habíamos llevado en su oficina y a la tarde podíamos acercarnos a cogerlas. Al parecer era algo normal ya que fue ella misma la que nos lo ofreció el sábado nada más llegar. Dejamos allí nuestras cosas para no tener que ir hasta el coche y luego volver hasta el centro otra vez y la verdad es que nos vino muy bien. El domingo además de dar la última vuelta por el centro, teníamos pensado ir hasta alguno de los muchos pueblos que hay siguiendo la ría en dirección al mar y nos decidimos por Las Arenas, que no estaba muy lejos y donde por supuesto se podía ir en metro desde el centro de Bilbao.

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Cogimos el metro en la parada de la Plaza Unamuno (que por cierto no conseguíamos ver una vez estábamos en la plaza) y cogimos la línea que va hasta Plentzia. Nos bajamos en Areeta y caminamos por el “pueblo” hasta llegar a uno de los puntos clave de la visita, el Puente de Vizcaya, que cruza la ría de una orilla hasta la otra.

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Dicho puente fue el primero en construirse en España dentro de lo que son puentes transbordadores (tiene una pequeña escritura donde cuenta el porqué y el cómo de su construcción). Nos dimos un paseo por la orilla de la ría en dirección al mar y fuimos a parar a una playa que creo era la más sucia que he visto en mi vida. Había también el típico parque retirado con árboles, niños jugando y abuelos arreglando el país sentados en un banco de piedra al sol. Aunque ya nos habían avisado de que el paseo era bastante largo hasta llegar a Gobela (nos lo dijeron nuestros amigos que ya habían estado no los abuelos), nosotros nos pusimos en marcha y poco a poco con un puerto para pequeñas embarcaciones que había a la derecha, llegamos hasta Gobela. Paramos por una de las calles que había para comernos un bocadillo en uno de los muchos bares que había por la zona. Al poco de estar por allí ya teníamos que irnos de vuelta para recoger las cosas en el hotel, coger el coche e irnos a casa.

Vuelta al centro de Bilbao

Para volver de nuevo al centro cogimos el metro en la parada “Gobela” en dirección a la parada del casco viejo, que nos dejaba en la Plaza Unamuno. No he hablado del metro de Bilbao, pero simplemente hay que saber que viene bien para ir de una punta a otra de la ciudad, pero sobre todo para visitar los pueblos/ciudades de alrededor, como Sestao, Getxo, Baracaldo o Portugalete entre otros. Un viaje sencillo cuesta 1,6 euros más o menos, dependiendo siempre del trayecto que vayas a hacer (trayectos más largos igual a mayor precio). Por el centro de la ciudad tiene paradas en los “puntos calientes”, como por ejemplo en la ya mencionada Plaza de Unamuno, junto al estadio de futbol de San Mamés o cerca de la Plaza Mayua, en el centro del Bilbao más moderno. Las paradas de metro llaman mucho la atención, al parecer gusanos gigantes que salen de la tierra y que no se parecen en nada a la típica boca de metro que te puedes encontrar en las grandes ciudades.

Llegamos al casco viejo y antes de ir al hotel paramos en la plaza donde se encuentra la ya mencionada parada (Plaza de Unamuno), para tomar el último pincho de nuestro viaje, que acabarían siendo los dos últimos.

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Hasta las cuatro o así los bares de pinchos permanecían abiertos y a eso de las cuatro y cuarto o y media cerraban para barrer, limpiar, comer y preparar todo para por la tarde. Aquel domingo jugaba el Athletic contra el Betis, por lo que los andaluces que habían ido a animar a su equipo se dejaban ver por lo bares de alrededor y había casi más verde que rojo. Hasta que se acercó la hora del partido y a eso de las cinco de la tarde empezaron a verse camisetas, bufandas y banderas con los colores del equipo de la ciudad (rojo y blanco) por todas las calles. Ya camino del hotel paramos a ver la Catedral de Bilbao en honor a Santiago Apostol. En sí la catedral no tiene gran cosa, pero siempre está bien entrar a ver este tipo de monumentos y más aún si es gratuito como fue el caso de Bilbao.

Yo quería llevarme algo de la ciudad así que entre en una de las muchas tiendas de subvenirse que había por las calles del casco viejo y me empeñé en que quería una bandera que tuviera en una mitad los colores de la ikurriña (bandera oficial del País Vasco) y en la otra mitad la bandera de España, pero no hubo manera de encontrarla así que acabé comprando una ikurriña a secas. Lo que llama la atención es la gran cantidad de banderas, llaveros, pañuelos, mecheros, pegatinas, etc, que había de ese estilo junto con la bandera independentista catalana (mitad ikurriña mitad estelada).

Después de haberme echo con la bandera por el módico precio de 3 euros, fuimos hasta la pensión Serantes situada en la calle “Goienkale” donde recogimos las cosas, bajamos por última vez por aquellas escaleras de cabra montesa y dijimos adiós a las calles de Bilbao. Llegamos al coche (que seguía en su sitio), y nos hicimos la última foto junto al Bilbao Arena. Para volver hasta Valladolid decidimos rodear por Santander para esquivar el peaje de 21 eurazos que ya habíamos pagado a la ida y aunque se tarda un rato más (unos cuarenta minutos), creo que merece la pena ahorrarse ese dinero para tomar unos buenos pinchos. A casa creo que no hace falta decir que llegamos rotos de cansancio de tanto andar.

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Como conclusión...

Lo cierto es que Bilbao nos ha gustado mucho a Andrea y a mí y me pareció una ciudad que tiene mucho que ofrecer y en la que se respira un muy buen nivel de vida. Es uno de esos lugares a los que estoy convencido que volveré y en el que no me importaría en absoluto vivir. Para los estudiantes que vayan allí de erasmus, que sepan que se trata de una ciudad cara y que en cuanto a vivienda se refiere es mucho más cara que otras ciudades del mismo tamaño como por ejemplo el propio Valladolid. Como visita me parece una opción estupenda y además en tren hay buenas conexiones con las ciudades de alrededor y por supuesto con Madrid, aunque si vais a vivir en alguna ciudad más alejada hay que pasar más de una noche para que realmente merezca la pena.

Para acabar quisiera daros algunos consejos que os pueden ser útiles para vuestro viaje a Bilbao y que estoy seguro que para los estudiantes erasmus (y estudiantes en general), os van a venir muy bien.

 Y algunos consejos:

  • Los pinchos son caros, pero de Bilbao no os podéis ir sin salir al menos un día de tapas por el casco viejo. Dejad como poco (poquísimo) un bote de 20 euros cada uno para poder comeros algo en dos o tres bares y sobre todo probad el chacolí.

  • Para llegar hasta Bilbao si no tenéis coche, buscad en Bla Bla Car ya que por tan solo 15 euros os presentáis allí desde Valladolid.

  • Y si vais a llevar vosotros el coche publicad el viaje en Bla Bla Caro alguna página parecida, ya que esos 15 euros os van a pagar buena parte de la gasolina que vais a consumir.

  • Una vez en la ciudad el paseo por la ría es obligatorio y lo ideal es llegar hasta San Mamés y volver por el centro para poder decir que lo habéis visto de punta a punta.

  • Hay un funicular que os sube a la ladera de una montaña y desde donde se puede ver toda la ciudad. Nosotros nos enteramos de esto después de volver del viaje así que no tuvimos la opción ni de consultar precios, pero no creo que sea muy caro y seguramente merezca la pena. Se llama Funicular Arantxa.

  • Reservad un hotel o pensión cerca del casco viejo, ya que es donde merece más la pena pasar las noches tanto para salir a tomar algo como para dormir y poder ver cosas.

  • La pensión Serantes está bien para amigos, no tanto para familias o parejas.

  • Siempre está bien aprender dos o tres cosillas en euskera que os van a servir para sentiros un poco más autóctonos (“allá donde fueres haz lo que vieres”), estos son algunos ejemplos útiles; Hola-Kaixo, Adios-Agur, Muchas Gracias-Eskerrik Asko…

  • No dudéis en preguntar, la gente suele ser muy amable y os indicará sin problema alguno.

¡Y sobre todo disfrutad de la ciudad y del viaje!

¡Un saludo y agur!


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