Noche de pinchos por Bilbao

Nos vamos a cenar unos "pintxos"

Ya eran las nueve de la tarde/noche del sábado y teníamos muchas ganas de comernos unos pinchos por alguno de los bares del casco viejo (donde estábamos alojados), así que salimos del la pensión Serantes y nos dirigimos a las calles que habíamos visto por la tarde que podían tener mejor pinta.

Fuimos hasta el final de nuestra calle “Goienkale” y fuimos a dar a “Gerrikogin Kalea” donde ya se empezaba a ver gente concentrada en las puertas de los bares con sus pitxos, potes, zuritos y txakolis. Por lo normal, todo el mundo pedía y se salía a la puerta de los bares, lo que hace que se pueda estar cómodo dentro, se pueda pedir a gusto en las barras y haya sitio para todos. También es un buen indicativo de que el bar es bueno o de que hay unos cuantos bares juntos. El primero de los bares de pinchos al que entramos fue al “Kuku soak”, en “Dorre Kalea”, que además se encontraba rodeado de otros cuantos bares de pinchos y de copas, lo que hacía (siguiendo la regla de tres que he mencionado antes), que todo el cruce de calles que se formaba en frente del bar estuviera lleno de gente. Antes de asustaros con el precio, hay que saber que el País Vasco es la región española donde el nivel de vida es más alto, por lo que claro está, los precios son más altos que en el resto de España. Un par de cañas, y cuatro pinchos, podían salirnos por algo más de 10 euros, dependiendo del bar claro está. En este primero solamente pedimos un pincho cada uno y por supuesto un par de cañas y se quedó en 7,5 euros. Por eso mismo en otras ciudades (dos cañas y dos pinchos), te pueden cobrar 5 euros o 5 euros con algo, pero raro es que en un bar “normal” te cobren más. Después de esta entrada haré otra con los pinchos que más nos gustaron y los bares que mejor impresión nos causaron de todos los que visitamos.

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Después del “Kuku soak”, fuimos a parar a un restaurante que tenía buena pinta desde fuera y que se llamaba “Restaurante Sabigain”, en una de las calles perpendiculares a “Dorre Kalea”, en la calle “Barrenkale Barrena”. Parecía una calle un poco más retirada, pero igualmente había un par de locales que estaban llenos de gente. El bar estaba muy bien y casi todo el que entraba lo hacía para acto seguido pasar al restaurante por la puerta que había al fondo. Parecía algo más “serio”, pero fue uno de los que más me gustó. La variedad de pinchos era buenísima y no sabíamos ni cual pedir; acabamos pidiéndonos un par cada uno. Tenían unos pimientos rellenos de carne guisada que estaban buenísimos y todos eran bastante generosos (en todos los bares los pinchos son grandes). En este local nos cobraron algo más, 11 euros o así por cuatro pinchos y un par de cañasy viendo que nos gustaban más los pinchos que el comer a partir de ese bar empezamos a pedir cortos de cerveza o como dicen allí “zuritos”.

Noche de pinchos por Bilbao

Salimos del Restaurante Sabigain y nos metimos más aún en el casco viejo, por las calles “Pilota Kalea” y “Andra María Kalea”, donde fuimos a parar a un bar llamado “Zazpi bide”. Nada más entrar vimos que había una gran cantidad de gente extranjera en aquel bar y nos sentimos casi más autóctonos que foráneos. Pedimos un par de zuritos y un par de pinchos para cada uno, que por cierto estaban buenísimos (no podía ser de otra forma) y nos quedamos de pies junto a una mesa que había para estar bien cómodos. Como habíamos pedido cortos de cerveza (zuritos), este bar nos salió algo más barato y no llegó a los 10 euros. Lo que nos gustó de este bar y que en los otros dos a los que habíamos entrado no tenían, era que en la misma bandeja de los pinchos, había una especie de cartel que se veía de lejos y donde ponían lo que tenía cada pincho, que hacía que nos pudiéramos decidir mucho antes por uno u otro. Como en todos los lados, hay algunos camareros más simpáticos que otros y este bar creo que fue el que se llevó la palma en cuanto a simpatía se refiere (no es ironía).

Noche de pinchos por Bilbao

Después de haber pasado ya por tres bares diferentes, teníamos aún pendiente pedir un “txacolí”, que no es otra cosa que vino blanco de la zona. Fuimos a parar a un bar del que nos habían hablado algunos amigos que viven en Bilbao y otros que lo habían visitado y todos coincidían en lo mismo; buenos pintxos a buen precio. El bar se llamaba "Irrintzi" y estaba al final de la calle “Andra Maria Kalea”, un un pequeño local algo escondido. Entramos y había bastante gente para lo estrecho que era, pero poco a poco y según pedía la gente se iban saliendo y dejaban hueco para los demás. Ya serían cerca de las 11 de la nochey se iba notando que las copas iban sustituyendo a los pinchos, así que en menos de diez minutos el bar se quedó con la mitad de gente y pudimos sentarnos en una mesa alta. El este bar tú mismo cogías los pinchos con la mano, la camarera te ponía la bebida y luego la pagabas todo junto. Para beber nos pedimos un par de vasos de “txacolí” y para comer cogimos cuatro pinchos a cada cual más raro y más rico. Recuerdo que en este bar fue donde probé por primera vez las ancas de rana y es que casualidades de la vida esa misa tarde habíamos estado hablando de que nunca las habíamos probado anteriormente. Tengo algunas fotos como esta de abajo donde se ve solo con echar un vistazo la buena pinta que tenía todo.

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Ya íbamos llenándonos, pero aún queríamos tomar otro pincho por allí y fuimos a para a un bar que estaba bien cerca del Irrintzi, que se llamaba “Gatz”. Como en el anterior, a esas horas ya quedaba poca gente tomando pinchos y pudimos pedir sin problema un par de “zuritos” y un par de pinchos. Otra pareja estaban comiendo una tortilla de morcilla que tenía una pinta buenísima, así que fuimos de cabeza a probarla aunque tuvimos que esperar un poco a que saliera otra nueva de la cocina (se la quitaban de las manos). Al igual que en otro de los bares he dicho que la camarera nos pareció muy simpática, hay que decir que la del Gatz parecía estar enfadada y con ganas de cerrar. Cuando nos pusieron los pinchos de tortilla de morcilla, nos avisó de que el pimiento (más pequeño que el dedo índice), que tenía por encima picaba mucho. Y menos mal que nos avisaron porque solo con tocarlo con el dedo y chuparlo ardía la lengua. Pagamos y salimos para ver que hacíamos, si íbamos a tomar una copa o directos al hotel y del cansancio que llevábamos encima decidimos de mutuo acuerdo que lo mejor era irse a dormir para al día siguiente seguir conociendo Bilbao.

Los pinchos por lo general estaban todos de diez aunque siempre hay alguno que gusta más o algún bar que tiene mucha más variedad, pero eso lo veremos en otra entrada.

Espero que os haya gustado.

¡Agur¡


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