Paisajes color turquesa
Interlaken
Interlaken está situada en Suiza, un país espectacular, famoso por su riqueza, sus quesos, el chocolate y los Alpes. Elegí viajar a Suiza principalmente por sus pintorescas cadenas montañosas. Antes de dirigirme a Harder Kulm (tema entorno al que gira este post), había pasado mi primer día en la tierra del chocolate en la capital de Suiza: Berna. Al día siguiente, cogí un tren y terminé en la ciudad situada entre dos lagos: Interlaken.
Me sorprendió el frío que reinaba en el ambiente una vez que bajé del tren. Esperaba que hiciese más calor, ya que estábamos en pleno verano, pero no dejé que esto me quitara el buen humor. Cogí un autobús y pasé los siguientes treinta minutos contemplando el paisaje de aguas color turquesa pertenecientes a uno de los lagos de Interlaken, mientras que el autobús continuaba su camino hasta mi hostal.
Desde el hostal también se pueden divisar unas vistas espectaculares del resto del lago y de las montañas circundantes. Eran impresionantes. Mientras se ponía el sol, decidí que tenía que encontrar el observatorio más alto de la ciudad (esto no significaba que tuviese que hacer una caminata de tres horas para subir hasta allí arriba). Pasé el resto de la tarde admirando las vistas del lago mientra leía un libro. A la mañana siguiente, lo primero que hice fue dirigirme hacia el pueblo.
Después de haber realizado algunas actividades en la ciudad, finalmente decidí cumplir lo que me había prometido el día anterior. Después de buscar un poco por Internet, descubrí el observatorio Harder Kulm. Por suerte, este observatorio solo se encontraba a quince minutos de la estación de trenes. Con mi teléfono móvil, una botella de agua y una chocolatina suiza, caminé hasta Harder Kulm bajo un hermoso cielo despejado.
No me costó mucho encontrar la entrada al observatorio, ya que había un par de docenas de turistas haciendo cola justo en frente. Antes de lo que esperaba, llegué a la oficina dedicada al observatorio y entré.
El funicular
La señora que atendía a los turistas en el mostrador de la oficina me dijo que podía, o bien caminar durante horas hasta llegar al mirador, o bien montarme en un funicular y subir en ocho minutos. Puede que fuese la decisión que más rápido tomé en toda mi vida. Utilicé mi ticket del interrail para conseguir un pequeño descuento y me dirigí hacia el funicular.
Fue la primera vez que utilizaba este medio de transporte. Me rodeaban turistas que hablaban en mandarín, francés, alemán y español; un grupo muy internacional. Comencé a soñar despierto mientras escuchaba todos aquellos idiomas diferentes. Mientras, nos elevábamos en el funicular y atravesábamos abruptamente un bosque. Durante la ascensión, fuimos capaces de ver algunas zonas de la ciudad por debajo de nosotros. Recuerdo que hacía muchísimo calor dentro de nuestro funicular.
Después de lo que pareció una eternidad, al fin llegamos a nuestro destino. Salí rápidamente del funicular buscando un poco de aire fresco. Sin perder ni un minuto más, me puse de inmediato en camino y recorrí los cinco minutos a pie que me separaban del mirador.
Durante este pequeño recorrido, puede contemplar una panorámica excelente del paisaje que se extendía bajo mis pies. Posteriormente, leí que el observatorio se eleva 1, 3 kilómetros hacia el cielo. No apto para los débiles de corazón.
Harder Kulm
Finalmente, llegué a la zona del Harder Kulm. Lo primero que hice fue entrar en el gran restaurante de estilo suizo situado en la cima del mirador. Todavía no estaba muy lleno, así que decidí que comería algo allí después.
Continué mi camino y, finalmente, llegué al observatorio, ¡donde descubrí las mejores vistas de mi vida! Me sentí como si estuviera en el cielo y fuese un dios griego que observa la humanidad y sus logros desde lo alto. Desde aquí se pueden ver tanto el lago de Brienz como el lago de Thun que flanquean la ciudad, así como el lado opuesto de Interlaken donde se encuentra el macizo montañoso Jungfrau.
El día estaba muy despejado, lo que nos permitió disfrutar de unas vistas perfectas sin niebla. En el mirador había una estatua a tamaño real de un vaca fabricada con algún tipo de metal; le colgaba del cuello una campanilla dorada. Uno de los niños que rondaban por allí se puso a jugar con ella, destruyendo mi tranquilidad.
Después de haber disfrutado del paisaje y de haber tomado el sol durante diez minutos, decidí volver al restaurante y coger una mesa donde pudiese resguardarme del sol y pudiese seguir disfrutando de las vistas. Prefería seguir leyendo mi libro junto a aquella panorámica de Interlaken que dirigirme a otro lugar de interés de la ciudad. Así que, pedí una sopa suiza tradicional y pasé una hora leyendo.
Este restaurante ofrece un menú repleto de comidas tradicionales y cuenta también con diferentes tipos de cerveza para refrescaros en un día caluroso.
Del restaurante sale un camino que te permite hacer senderismo por diferentes partes de la montaña. Sin embargo, yo estaba muy satisfecho con las vistas que había admirado y la comida del restaurante, así que, preferí quedarme por allí antes que aventurarme a caminar por las montañas. A la hora del almuerzo, el restaurante estaba bastante lleno. Así que, me marché y cogí de nuevo el funicular.
Si da la causalidad de que os encontráis alguna vez en esta parte de Suiza, os recomiendo que echéis un vistazo a Harder Kulm. Interlaken es una ciudad preciosa, rodeada de cadenas montañosas, aguas color turquesa y tranquilidad. El viaje de ida y vuelta no os saldrá muy caro. También, os aconsejo que subáis al mirador por la mañana temprano, antes de las 10, para evitar que os encontréis con una masa ingente de turistas y grupos guiados que le quitarán un poco de magia a la experiencia.
¡Disfrutad de la aventura!
Galería de fotos
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- English: Turquoise views
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