Historia de un beso
Guerra Fría
La Segunda Guerra Mundial había terminado, dejando tras su paso cenizas, miedos, tristezas y sobretodo, incertidumbre, muchísima incertidumbre. Parecía pólvora que se extendía por las calles de las ciudades alemanas durante una época de posguerra que no hacía otra cosa, si no empezar. Entre los deshechos que habían quedado, dos países decidieron subir al ring y disputarse estos restos para comenzar una reconstrucción bajo su tutela, dando lugar a la Guerra Fría.
Estaba claro que ninguno de los países participantes querían entrar en una tercera guerra mundial, sin embargo, los choques eran inevitables. La Unión soviética quería esparcir el comunismo por el mundo. Que no existiese la propiedad privada, todo era de todos y todos eran tratados por igual. Ese modo de vida, no parecía hacerle ninguna gracia a Estados Unidos, el cual apostaba por el capitalismo como sistema político. Por lo que tras la ocupación de Alemania, ésta quedó dividida en dos bloques. El bloque occidental, formado por Estados Unidos y sus aliados Francia e Inglaterra, que crearon la República Federal Alemana. Y por el lado oriental se encontraban los soviéticos que también crearon su propia república, la República Democrática Alemana.
Como en todos los principios, la relación transcurría bien, todo el mundo podía circular de un lado a otro de la ciudad mostrando únicamente su tarjeta de identificación. Sin embargo, un año después de la ocupación, Estados Unidos se acogió el plan de reconstrucción europea, el Plan Marshall, que fue ofrecido a ambas partes de Alemania. Este plan no se situaba dentro de los planteamientos soviéticos, por lo que lo rechazaron. De repente, la economía del lado occidental comenzó a crecer, y ante tal situación, la población soviética disminuyo brutalmente, ya que fueron muchas las personas las que se fueron a vivir al lado occidental alemán. La desigualdad entre ambas Alemanias fue haciéndose eco, la parte oriental carecía de fuerza de trabajo y la emigración no paraba de acrecentarse. Ante esta situación, el Jefe de estado de la República Democrática Alemana, Walter Ulbricht, dio orden de comenzar la construcción de un muro que separase las dos Alemanias durante la noche del 13 de Agosto de 1961, mientras todos dormían. Al amanecer, las vallas con alambres se extendían hacia el cielo, las casas situadas en el eje de construcción, fueron desalojadas y demolidas, prohibiéndose el libre tránsito hacia la parte occidental y dejando cientos de familias rotas.
Conforme los habitantes ideaban estrategias para huir del lado comunista, se fueron añadiendo sistemas de seguridad antes de llegar al muro como torres de vigilancia o guardias de seguridad con metralletas. Esta zona fue denominada la franja de la muerte, pues todo aquel que lograse pasar esta carrera de obstáculos antes de llegar al muro, los guardias de seguridad que se encontraban más próximos a él tenían la autorización del jefe del estado para que pudieran asesinarlo. Rápidamente aparecieron puntos de control que actuaban de pasos fronterizos para cruzar de un lado al otro del Muro de Berlín. De entre los siete que existían en la ciudad, el Checkpoint Charlie es uno de los más famosos, del que se ha reconstruido la caseta de control, ubicado en una zona muy céntrica, en la calle Friedrichstraße, a 15 minutos andando desde Potsdamer Platz.
Reconstrucción del Checkpoint Charlie
Sátiras del Checkpoint Charlie en los restos de muro
Caída del muro
Los años previos a la caída del muro de Berlín estuvieron marcados por una gran crisis de gobernabilidad. Durante estos años el líder de la URSS, era Gorbachov, quien pretende abrir el bloque soviético al mundo en un intento de paliar la profunda crisis por la que estaban pasando. Sin embargo, el jefe del gobierno de la RDA, Erich Honecker, se oponía a cualquier intento de renovación. A consecuencia de esta crisis, aumentaba la gente que se oponía al régimen comunista y pedía una renovación profunda del país, abriéndose a la Alemania occidental, produciéndose multitudinarias manifestaciones en ciudades como Dresden, Leipzig y la propia Berlín, pidiendo la dimisión del gobierno y la celebración de elecciones.
Finalmente, uno de los episodios que sentenció más claramente el futuro del muro, fue la apertura de la frontera entre Austria y Hungría en mayo de 1989. Con la apertura de esta frontera, los alemanes del Oeste podían traspasar al bloque occidental a través de la frontera austriaca, iniciando la ruptura de los bloques.
De la misma forma que ocurre en todos los hechos históricos son una multitud de causas las que los provocan, haciéndose simplificar el motivo. Así que, tras este panorama de incertidumbre, de protestas en masa, de un éxodo creciente al Oeste vía Hungría y de ansias de renovación, el jefe del gobierno de la RDA, Erich Honecker, renuncia a su puesto.
El 9 de noviembre de 1989, el secretario general del Partido, informa a los dirigentes del régimen que se acaba de adoptar una nueva legislación sobre los viajes de los habitantes de Alemania del Este. Por la tarde, el portador soviético Schabowski, presenta ante la prensa internacional las últimas decisiones del régimen, pero sin mencionar la apertura de las fronteras. “¿A partir de cuándo? ”, pregunta una periodista.
Ab sofort!, unverzüglich”, (¡De inmediato!, sin demora) respondió el portavoz.
En menos de tres horas, una multitud se congregó ante uno de los puestos fronterizos, exigiendo que se abrieran las barreras. No había otra alternativa, el muro ya no se podía defender, ni siquiera con las armas… Por la noche, la televisión pública de Alemania del Oeste anuncia: "Este 9 de noviembre es un día histórico. Las puertas del Muro de Berlín están abiertas de par en par. La muchedumbre se abalanza hacia Berlín Oeste. Alemanes de ambos lados, eufóricos, se funden en abrazos”.
El Beso
10 años antes de la caída, en 1979, la Alemania Oriental (RDA) estaba dirigida por comunistas, al igual que la aún existente Unión Soviética, y ese mismo año se conmemoraba el 30 aniversario de la creación de la República Democrática Alemana. Una de las más importantes visitas que tuvo lugar en ese aniversario, fue la del Secretario General del Partido Comunista Soviético, Leonid Brézhnev, a la Alemania comunista de la que era Jefe de Estado en ese momento, Erich Honecker.
El saludo entre líderes comunistas que se apreciaban en aquellos años solía ser de 3 besos en la mejilla y un abrazo. Más allá de eso, si la relación era realmente buena y una gran relación de amistad, se saludaban mediante un beso en los labios.
Este fue el caso de estos dos mandatarios comunistas y fue mediante un beso como demostraron la gran amistad y respeto mutuo de ambos países y de sus partidos políticos.
El fotógrafo de esta imagen, que por aquel entonces seguro que no esperaba tanta repercusión, fue Regis Bossu. Ahora lo podemos ver en forma de dibujo en el propio muro, en la parte que aún permanece como reflejo de lo que una vez fue y para que no se vuelva a repetir.
El beso
La imagen en el East Side Gallery, que es como se conoce a la zona de murales que hay en parte del Muro de Berlín en la actualidad, del famoso beso, fue pintada por el pintot Dimitri Vrúbel.
Mucha gente cree que este panel simboliza el fin del muro. Pero como vemos, la realidad es muy distinta. No tiene absolutamente nada que ver con el derribo de la pared que separaba a los alemanes, sino más bien podríamos decir que es al contrario, es el beso entre dos dirigentes para demostrar sus coincidencias políticas y que el muro funcionaba.
Galería de fotos
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- Italiano: Storia di un bacio
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