Comienza el viaje
Son las 6 de la mañana y apago la alarma de mi móvil. Me visto y desayuno algo ligero: tostadas y un vaso de leche con Cola Cao. He quedado con mi mejor amigo Néstor en su casa para pasar a recogerle, así que mi padre me acerca en coche hasta su casa. Sube en el coche y acabamos en la estación Campo Grande de Valladolid. No es muy grande pero hace su cometido y además está bastante limpia.
A las 7:30 de la mañana sale nuestro tren rumbo a Barcelona, donde pasaremos el resto del día hasta coger un tren a la mañana siguiente que nos lleve hasta la frontera.
El viaje en el asiento del Alvia, uno de los trenes de alta velocidad de RENFE, la compañía pública que gestiona el sistema ferroviario de España, se me hizo corto. Me sorprendió que nadie nos reclamara el billete. Normalmente suelen hacerlo porque sino, te echan mandan pagar el viaje o te echan del tren.
Lo primero que hicimos al llegar a Barcelona fue buscar un sitio de comida rápida. Dentros de la estación de Sans hay puestos de comida como McDonalds, Burger King y quiscos. Nosotros decidimos abandonar el lugar e ir en dirección a nuestro "hostel". Paramos a comer una pizza en un Domino's Pizza. Nos sentó bastante bien porque estábamos hambrientos y muy cansados.
No había ni un día y yo ya me arrepentía de llevar una mochila tan grande. Lo cierto es que llevarse una maleta de Interraíl no es para nada mala idea. Durante el viaje mi colega dejaba su maleta y sacaba la mochila que se llevó consigo. Yo llevé una mochila de plástico como las que te dan de propaganda con el alcohol, las que tienen cuerdas y se pueden guardar en el bolsillo. Craso error, se pueden romper.
Pateadas y pizzas
Terminadas las pizzas, nos pateamos medio Barcelona hasta llegar al Hostel, Equity Piont Centric. Está en una zona bastante céntrica, así que las tiendas de comida y las bocas de metro estaban controladas. Dejamos las cosas en la habitación de 12 camas y nos fuimos a la playa. La playa de la Barceloneta no es como El Sardinero de Santander o la de Cádiz, pero era mar y había arena. Suficiente.
Recogimos las cosas y comprobamos que no nos habían robado nada. Hay que estar pendiente de carteristas, sobre todo en el metro, donde seguro que hay que hay que llevar la cartera para pagar un viaje por el suelo de Barcelona. 2'15€ un billete individual. Si lo comparamos con Budapest o Polonia donde no llega ni a un euro, nos escandalizamos. Es muy posible que alguien intente convencerte de que necesita un euro para coger un tren a Zaragoza, yo caí en el viejo truco de dar pena y le di la moneda al hombre. No sufrí por el euro, tampoco por el hombre.
Volvimos a casa y decidimos dar una vuelta. Había muchísima gente en la calle, acompañada de una gran humedad que asola los meses de verano. Me sorprendía la libertad y seguridad de algunos extranjeros. Llegué a ver a uno que iba descalzo por una calle más sucia que un vertedero. Sí, hay zonas que dejan mucho que desear, pero nada es perfecto. Barcelona es una gran ciudad, intentar recorrérsela a pie es ir abocado a un suicidio. La bici es una buena alternativa, aunque si no te gusta el coche y tampoco pedalear, puedes alquilar alguna moto. La ciudad está repleta.
La cena en el "hostel" estuvo bien, había cocina y teníamos comida, aunque la gente no fregaba ni para atrás. Las camas eran muy cómodas y yo acabé conociendo a unos franceses bastante amigables. En total pagamos 41 euros por las dos camas, duchas con agua caliente, Wi-Fi gratis, cocina y toallas. Bastante bien si tenemos en cuenta que reservamos por internet 20 días antes.
De Barcelona no anoté mucho porque no estuve tanto como me hubiera gustado. Pero en adelante sí que me quedé con cosas bastante útiles y dignas de ver.
En la próxima entrada hablaré de Milán y de como puedes ser devorado por palomas en la Plaza del Duomo.
Foto: http://www.travelettes.net/ (Carlos Lazaro)
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