Visitando Ávila con Andrea II
A olvidar la comida y seguir conociendo Ávila
Después de que Andrea y yo hubiéramos comido en el peor restaurante que recordamos, teníamos que seguir conociendo Ávila y no podíamos quedarnos con ese mal sabor de boca (nunca mejor dicho). Así que dejamos nuestra pertinente opinión en alguna de las páginas de restaurantes y opiniones más importantes de nuestro país y nos echamos a la calle para dirigirnos de nuevo a la Plaza del Mercado Chico. Estuvimos unos minutos sentados en un banco, mirando el mapa que nos habían dado en la oficina de turismo y marcamos una pequeña ruta que nos llevaba por el centro de Ávila hasta la Plaza del Mercado Grandedando un pequeño rodeo para ver otros puntos de la ciudad.
Salimos de la Plaza del Mercado Chico y nos metimos por la Calle Vallespín, por la parte peatonal y torcimos a la izquierda por la primera calle que nos encontramos, la Calle Jimena Blázquez por la que bajamos hasta encontrarnos con otro de los puntos turísticos importantes de la ciudad, el convento de Santa Teresa de Jesús. Se trata de un convento bastante conocido que se encuentra en una pequeña plaza con un gran árbol en medio. No se hasta que punto es recomendable entrar, pero nosotros no lo hicimos y nos limitamos a verlo por fuera y buscar en el mapa por donde seguir. Caminamos hasta la Plaza Corral de las Campanas y bajamos por una calle que nos llevó hasta el Paseo del Rastro. Justo al lado de esta calle que se encuentra junto a otra de las partes de la muralla, había un mirador donde nos llamó la atención una especie de “estatua” con forma de tintero y pluma a tamaño humano y donde estaba escrito el “camino de la lengua castellana”. Nos llamó la atención porque esta estatua es idéntica a otra que hay en Valladolid, en la Plaza de la Universidad y en la cual pone lo mismo. Claramente hacía referencia al que se supone es el triángulo geográfico en el que se habla el mejor castellano o al menos el castellano menos influido por los acentos (Ávila, Valladolid, Alcalá de Henares).
Seguimos por el Paseo del Rastro y fuimos a parar a la otra puerta importante de las murallas de Ávila, la Puerta del Alcazar. Está justo en frente de la Plaza del Mercado Grande o también llamada Plaza del Alcazar de Ávila.
En pleno centro de Ávila
Cruzamos la puerta y estuvimos viendo toda la zona, los jardines que hay junto a la muralla, la Catedral de Ávila, la Plaza de la Catedral… Y al poco subimos por la última parte de las murallas que nos quedaba por ver. El segundo recorrido de las murallas es bastante más corto que el primero, pero creo que las vistas merecen la pena y ya que habéis pago por subir a la primera parte no os vais a quedar sin subir a la primera ¿No?
Después de incordiar un poco a otros turistas para que nos hicieran un par de fotos juntos en la muralla (y después de que nos incordiaran a nosotros), teníamos ya ganas de ir a tomar algo. Después de comer nos había hecho bastante buen tiempo, pero conforme iba pasando la tarde, se escondía cada vez más el sol y el frío se empezaba a sentir definitivamente en el cuerpo. Salimos otra vez de la zona amurallada y nos sentamos en uno de los bancos de la Plaza del Mercado Grande, donde también se encuentra la Iglesia de Santo Tomé el Viejo. Teníamos pensado ir a ver el Museo de Ávila que se encuentra detrás de esta iglesia, en una de las calles que se pierden más allá de la plaza, pero se estaba haciendo tarde, estábamos cansados y tampoco sabíamos a ciencia cierta cual era el horario y el precio de un museo que quizás tuviéramos solo una hora o treinta minutos para ver.
"Vamos a tomar algo"
Descartada la opción del museo, entramos a uno de los bares que hay en la calle San Segundo que es la que baja desde la Puerta del Alcazar hasta la Basílica de San Vicente (más o menos). El bar se llamaba Alavirulé y nos gustó mucho a Andrea y a mí. Era un bar lleno de cosas reutilizadas, todo con una decoración “muy loca”, donde igual te encontrabas unas lámparas que realmente eran cabezales para un secador de cabezas de peluquería o mesas todas diferentes que seguramente fueran de segunda o tercera mano… Había toca discos, radios antiguas, la pared en sí era una especie de cuadro… Un bar de lo que te quedas con ganas de volver. Nos tomamos un café dentro, ya que salir a la terraza era poco menos que un acto suicida y poco a poco iba llegando gente a tomarse una copa, una cerveza o mini tablas con comida que ponían.
La vuelta la teníamos programada para las 19:30 de la tarde, pero a última hora nos escribió la conductora del blablacar que nos tenía que llevar hasta Valladolid diciendo que se retrasaría un poco, por lo que nos metimos en otro de los bares de la calle San Segundo. Entramos en el “Casa de Postas”, que claramente era más un mesón para comer que para tomar una caña o un café, pero había poca gente y nos sentamos en uno de los barriles que hacían de mesa en el bar del restaurante. Estuvimos allí ordenando y viendo fotos un ratejo en lo que se llegaban las ocho de la tarde. Hay que decir que comparado con el Alavirulé, no tenían nada que ver el uno con el otro y quizás nos tendríamos que haber quedado allí.
A eso de las ocho menos diez de la tarde bajamos por la calle San Segundo hasta la Avenida de Portugal donde habíamos quedado con la conductora del blablacar. El viaje de vuelta nos costó seis euros a cada uno, que es la mitad de lo que costaba coger el tren para ir hasta Valladolid. El viaje fue perfecto, porque había otra mujer que también iba a Valladolid y que fue hablando todo el camino con la conductora y nosotros mientras hablando cosas nuestras y a nuestra bola. Cuando llegamos a casa eran ya cerca de las diez de la noche y lo cierto es que estábamos reventados de tanto andar y subir y bajar escaleras por las murallas, pero muy satisfechos del día que habíamos pasado en Ávila.
Dicho todo esto creo que os voy a dar algunas recomendaciones para cuando vayáis a visitar Ávila en base a lo que vimos y vivimos Andrea y yo;
- Para las mujeres sobre todo, no llevéis zapatos con tacón ni tacones. Al igual que pasa con Segovia u otras ciudades del estilo, muy castellanas y antiguas, el centro de Ávila está lleno de adoquines y en algunas calles peatonales y no peatonales pasa lo mismo. Lo mejor es ir con unos playeros o botas cómodos y con suela gorda para que no se os clave cantos, piedras y adoquines, o acabaréis con un dolor de pies insoportable.
- No os dejéis engañar por un flyer donde ponga que vais a comer bien por 12€. Si tienen que ponerse en medio de la calle a ofrecer comida en un restaurante supuestamente bueno y tradicional castellano, no puede ser ni bueno ni tradicional castellano. Por un poco más de precio podéis comer un buen menú en cualquiera de los restaurantes que hay por el centro y llevaros un buen recuerdo gastronómico de Ávila. Otra buena opción que no valoramos antes de ir a comer, es recorrer algunos de los bares con más renombre y comer algunas tapas y raciones.
- Las murallas, creo que es lo primeroque tendríais que visitar de Ávila, ya que es lo que más tiempo os va a llevar y por donde más hay que caminar, así que lo gordo mejor al principio.
- Si tenéis coche olvidaros de coger tren, blablacar o cualquier otro medio. Hay que ir en parte por carreteras secundarias pero al no tener tampoco demasiadas conexiones con Valladolid tampoco hay demasiado donde elegir, por lo que el coche propio en este caso es la mejor opción sin ninguna duda.
- Pasaros por el “Alavirulé”, creo que es un bar que merece la pena y donde poder tomar algo tranquilamente sobre todo más entrada la tarde.
Y disfrutad de Ávila, que aunque es una ciudad bastante pequeña (no llega a 60.000 habitantes), es una oportunidad perfecta para pasar el sábado o el domingo con unos amigos, con tu pareja o con la familia.
¡Un saludo y espero que os haya gustado!
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