VIAJE A GRECIA (ATENAS Y TESALÓNICA)

Bueno, como ya os he dicho en el post anterior, esta segunda parte del viaje de febrero se va a basar en mi experiencia en Grecia, concretamente en la capital, Atenas, así como en Tesalónica.

Grecia siempre ha sido un país que me ha llamado muchísimo la atención, tanto por sus costumbres, ya que se asemejan a las nuestras por el hecho de ser mediterráneas, como por sus paisajes. Sin embargo, en mis veinte años de vida todavía no había tenido el placer de poder visitarlo, hasta que me fui de Erasmus. Como ya os he comentado, el viaje desde Sofía a Atenas nos costaba como unos 30€, así que no desaprovechamos la oportunidad de comprar el billete. Normalmente desde España los vuelos a Grecia tienden a subirse bastante, sobre todo en la época estival y por eso, decidimos aprovechar esta oportunidad.

Primer día

Una vez visitamos el Museo de Arte Comunista de Sofía, nos dirigimos al aeropuerto y cogimos el avión que nos llevaría hasta la capital griega. El vuelo no llegó a las dos horas, una hora y media más o menos, así que se nos hizo bastante corto el trayecto. Cuando llegamos ya se nos había hecho de noche y no pudimos ver nada, de modo que empezamos a buscar sitios donde salir aquella noche. Nos apetecía irnos a un club de ambiente y acabamos en uno llamado Sodade 2. El local era pequeño pero acogedor y la entrada se asemejaba a lo que estamos acostumbrados (ocho euros). Además, esa noche había una actuación (nosotros la verdad no lo sabíamos, pero nos llevamos una grata sorpresa), donde artistas contratadas por el bar cantaron clásicos. He de mencionar la calidad de música del local, ya que no pararon de pinchar música de los 2000, música que amo. Hubo un momento también en el que comenzaron a poner música de Eurovisión y finalmente pincharon nada más y nada menos que la del chiqui-chiqui de Rodolfo Chiquilicuatre.

También es de mencionar el amor que sienten los griegos por Eleni Foureira, representante de Chipre en Eurovisión el año pasado. Vayas donde vayas en Grecia, escucharás a esta artista.

En cuanto a transporte, yo os recomendaría moveros en taxi, ya que en este país son bastante baratos. Existe una aplicación llamada Beat donde puedes encontrar a los taxistas de la zona; la verdad es que es una gozada. Como uber o cabify, introduces la dirección a la que quieres llegar y tienes la opción de pagar en efectivo o poner la tarjeta en la aplicación y que te lo descuente ahí. El contador comienza siempre en 1,30€ y el cobro mínimos por trayecto son 3,50€.

Segundo día

Nos levantamos bastante cansados y algo tarde la verdad, por un lado, por el viaje, y por otro, por haber salido el día anterior de fiesta. No obstante, eso no nos impidió que nos moviéramos por la ciudad.

Nos dirigimos hacia la plaza de Monastiraki, una plaza donde se puede ver a lo alto el Acrópolis de la ciudad.

Más tarde, subimos por una cuesta que nos llevaría al Acrópolis. Desafortunadamente, era bastante más tarde de las cinco, hora en la que cerraba, así que solo pudimos verlo desde fuera. Sin embargo, al lado del Acrópolis se encontraba una roca gigante en la que si te subes, puedes contemplar todo el Acrópolis, así que aprovechamos para sacarnos algunas fotitos para Instagram.

Una cosa curiosa de Grecia, es que existen muchos gatos y perros callejeros, más gatos que perros la verdad. Pero lo más llamativo es que no tienen ningún rasgo que tendría un animal callejero porque como están tan acostumbrados a la gente, se dejan tocar y son súper cariñosos, por no mencionar el hecho que están algo rellenitos de tanta comida que la gente les da. Puedes acariciarles y cogerles en brazos sin que gruñan y encima, se pondrán todavía más cariñosos. Me acuerdo una vez que encontramos un perro en medio de la carretera y como nos daba miedo que alguien le atropellara, le llamamos. Vino corriendo y comenzamos a tocarle y acariciarle y él en seguida se tumbó para que no parásemos como si de un perro doméstico se tratara.

Después de deambular por alrededor del Acrópolis, nos marchamos de nuevo a casa para ducharnos y prepararnos para la noche. Esta vez optamos por una discoteca llamada Lohan. Lo sorprendente (aunque ahora ya no tanto) es que Lindsay Lohan se encontraba en el reservado de la discoteca y pudimos verla de lejos. Una vez que la vimos entendimos por qué la discoteca llevaba su nombre, aunque en ese momento nos salió las fangirls que teníamos dentro (es que yo soy muy fan de “Mean Girls” y de “Yo a Londres y tú a California”). Lo más seguro es que anduviese grabando su nuevo reality (quien sabe, quizás aparezcamos a lo lejos).

Tercer día

El tercer día por la mañana nos dirigimos al Ágora Romana. La verdad es que al ser estudiantes, tenemos bastantes descuentos, pero lo que no nos esperábamos es que fuese gratis. Pues bien, todos los estudiantes europeos teníamos la entrada gratis para la mayoría de las zonas a visitar de Atenas. En el caso de ser estudiante fuera de la Unión Europea la entrada asciende a 15€ y en el caso de no ser estudiante, a 30€, pero esta entrada incluye casi todo lo que hay que visitar en Atenas y por más de dos días, así que está bastante bien.

Lo que más me impactó es que todavía tengamos las ruinas de unas construcciones de hace miles de siglos y que además, tengamos la opción de contemplarlas. Dentro del Ágora Romana, aparte de las ruinas, había una exposición de fotos de la Segunda Guerra Mundial, de cuando los nazis tomaron Grecia, que también era bastante interesante.

Después, como se encontraba cerca, nos desplazamos, esta vez sí, al Acrópolis. La verdad es que es una de mis partes favoritas de Atenas. La primera vez que subes es impresionante y no puedes parar de contemplar las construcciones así como el paisaje. Nosotros no tuvimos mucha suerte ya que nos hizo muchísimo viento, y cuando digo muchísimo digo muchísimo, casi 50 km/h, con lo cual lo de mantener el equilibrio no era tarea fácil. A pesar de las complicaciones, nos sacamos las fotos como pudimos y ni el frío ni el viento nos impidieron contemplar tales reliquias.

Una vez hubimos acabado nuestra visita, nos fuimos a comer y decidimos hacerlo en un restaurante de la zona. La verdad es que la comida griega ha tenido desde siempre una fama muy buena de modo que nos moríamos por probarla. Entramos a un restaurante de nombre Eyxapie. Nos pedimos para compartir na especie de “churro” relleno de queso (ahora mismo no recuerdo el nombre) y unos panecillos con crema de aceitunas. Después para compartir entre cuatro nos volvimos a pedir un surtido de carnes y una musaka. La verdad es que la musaka ha sido mi descubrimiento en este viaje y no he parado de comerla cuando he tenido la oportunidad. La musaka es un plato típico griego que lo podríamos comparar con la lasaña, aunque, por lo menos para mí, está mucho mejor.

Más tarde, tuvimos la idea de ir a tomarnos algo, pero al final vimos una tienda de yogures griegos a los que tú podías añadirles los toppings que más quisieses y decidimos tomarnos uno en vez de una cerveza.

Cuarto día

El cuarto día realizamos el free tour en español; vimos el Templo de Zeus tras unas rejas, así como el Arco de Adriano. Este último era muy bonito de inmortalizar ya que si lograbas la perspectiva perfecta, podías fotografiarlo con el Acrópolis en medio.

Volvimos a ver el Ágora Romana y la Torre de los Vientos, pero esta vez sabiendo las curiosidades que se esconden tras ellos. Uno de los rincones que más me gusto de la ciudad fue el barrio de Plaka. Es como si estuviésemos en una de las islas griegas como Santorini o Mykonos; el barrio estaba formado por casitas pequeñas, en su mayoría blancas. El guía nos comentó que son muchos los atenienses que se van allí a tomar el postre o el café para huir del ruido de la ciudad, ya que a
pesar de pertenecer una ciudad grande, el silencio era el protagonista del ambiente.

Anduvimos por la calle comercial principal de la ciudad, Ermou, y volvimos a la plaza de Monastiraki. Acabamos el tour en la plaza Syntagma, y vimos el cambio de guardia. Fue algo curioso, ya que en vez de ser dos los guardias eran tres, un número bastante extraño para este tipo de actos, por no mencionar los movimientos que realizaban (se parecían a los de los caballos).

Al finalizar el tour, fuimos a visitar el Museo Arqueológico, que una que no es muy dada a los museos, no disfrutó mucho. Más tarde, visitamos la Necrópolis o Kerameikos, otro de mis sitios favoritos.

Finalmente, fuimos a cenar a un restaurante típico también llamado Rozalía. Nos volvimos a pedir una musaka y para compartir dos ensaladas griegas y hummus. También degustamos por primera vez un tipo de hojaldre relleno de queso y cubierto de miel (la verdad es que estaba delicioso).

Quinto día

Este día fue el primero que nos hizo sol en todo nuestro viaje por el país, y lo aprovechamos para ver e antiguo estadio, Panathinaikó. La entrada nos costó como unos dos euros, pero te incluía audioguía en español. Es asombroso lo grande que es y la cantidad de escaleras que tiene. Además tienes la opción de entrar en la pista y simular que eres un atleta de los juegos olímpicos. Dentro de las instalaciones, guardan antorchas y carteles de los diferentes juegos olímpicos de la historia, desde el de 1896 en Atenas hasta el de Río de 2016.

También vimos desde fuera el Záppeion, que hoy en día se usa para reuniones y ceremonias, y el Ancient Ágora.

Sexto día

Como ya teníamos prácticamente Atenas visitado, decidimos dormir bien esa mañana para coger el vuelo a Tesalónica descansados. Lo gracioso, aunque en ese momento lo dudo, es que fuimos tan tranquilos que al final casi perdimos el vuelo. No llegamos al bus que nos llevaba al aeropuerto con antelación así que no nos quedó más remedio que coger el siguiente. Bueno, la cosa es que por fin llegamos y pudimos montarnos en el avión.

El vuelo fue corto, no llegó a la hora, unos cuarenta y cinco minutos más o menos. Cuando llegamos Tesalónica estaba casi anocheciendo, así que cogimos un taxi y nos fuimos al paseo marítimo. Vimos la famosa Torre Blanca y el anochecer en el paseo, lo que fue precioso. A pesar de que oscureciese, visitamos los lugares más emblemáticos de la ciudad, como por ejemplo la plaza Aristotelus o el Arco de Galerious.

Cenamos, y nos fuimos a tomar una cervecita a una de los bares del paseo; la verdad es que me recordaba a la Costa Blanca y al verano, en el sentido que la gente paseaba, se escuchaba música que salía del interior de los bares etc.

La verdad, es que Grecia me ha parecido precioso: la cultura, la gastronomía, la gente etc. Es un lugar al que desde luego volveré, aunque dudo que en verano ya que se pueden llegar a alcanzar temperaturas de hasta 50 grados centígrados. Lo recomiendo al cien por cien.

Espero que os haya servido esta mini guía sobre Grecia y que disfrutéis de vuestro viaje.

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