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Mi experiencia Erasmus llena de contrastes en Atenas


Recomendaría esta facultad a cualquier estudiante de arte independientemente del ámbito artístico que esté estudiando por la excepcional biblioteca con la que cuenta. Constituye su mayor atractivo, tanto para estudiantes como para profesores, una biblioteca muy compleja con estructura y normas modernas cuyo principio fundamental es el de la accesibilidad. En mi opinión, esta última es muy importante y necesaria.

Mi experiencia Erasmus llena de contrastes en Atenas

No obstante, la facultad y la biblioteca parecen pertenecer a dos instituciones diferentes. El primer problema con el que me encontré como estudiante Erasmus fue la gran distancia que separaba el edificio en el que se encontraban todas las oficinas de la facultad y el campus en el que se impartían todas las clases. Es cierto que esta separación no resultaría tan tediosa si no fuese por el ajetreo y ruido propios de esta antigua metrópoli. Incluso dejando a un lado el esfuerzo físico de ir de un lado a otro, el recorrido da la impresión de abandono, principalmente porque los talleres se encuentran en una zona industrial, a las afueras de la ciudad, en un edificio viejo y destartalado que tiene una chimenea en el patio. Solo unos olivos y un jardín salvaje mejoraban un poco la imagen.

Por otro lado, al tratar de informarme sobre las asignaturas disponibles, me sorprendió el hecho de que la mayoría de las actividades no están divididas (ni en tiempo ni en espacio) según el curso académico. Una asignatura, a pesar de haber sido impartida durante tres años, aún no existía de forma oficial, obligando a los estudiantes que elegían dibujo a matricularse en grabado.

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Por desgracia, al principio el personal de la oficina Erasmus no se mostró dispuesto a ayudarme u ofrecerme información útil y precisa; parecía que en su lugar querían librarse de mí. En un primer momento se negaron a expedir el acuerdo académico durante la movilidad, alegando que no era su responsabilidad sino la de mi universidad de origen, lo que no es cierto. Me pidieron que modificase el documento original inicial para que solo tuviesen que firmarlo, algo a lo que me negué rotundamente. Entonces les escribí un extenso correo, a ellos y a mi universidad de origen, en el que explicaba la situación en la que me encontraba y pedía una solución. Solo entonces accedieron. Después de esto, su actitud mejoró (¡siempre merece la pena reclamar nuestros derechos!). Tuve algún otro problema con el acuerdo porque algunas asignaturas valían menos créditos ECTS de los que ellos anunciaban. Como consecuencia tuve que matricularme en más asignaturas de las que pensaba para conseguir los créditos que necesitaba, lo que supuso que algunas clases se solapasen.

Conseguir las tarjetas de estudiante también fue complicado porque la Facultad tiene un contrato con una compañía telefónica que las expide. No las conseguimos hasta mediados de noviembre. Esta fue otras de las consecuencias de una burocracia que a menudo complica y retrasa las cosas. Por no mencionar el hecho de que no proporcionan materiales artísticos gratuitos a pesar de presumir de ello en su página web...

Algo muy útil y que disfruté mucho (cuando por fin me entregaron la tarjeta estudiante) fue la entrada gratuita a la mayoría de los museos. Desde el Museo de Arte Cicládico, el Museo de Instrumentos Populares, el Museo Bizantino, el Museo de la Acrópolis, pasando por el Museo Benaki y, por supuesto, los extraordinarios yacimientos arqueológicos. Exploré todos ellos con gran asombro y entusiasmo, recogiendo fragmentos de culturas y vida.

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También participé con mucho gusto en las clases de pintura y mosaicos. La actitud abierta de los profesores hacía que la comunicación fuese muy agradable y creativa. La clase de mosaicos tenía lugar en el estudio más amplio, donde disponíamos de numerosos instrumentos para cortar las piedras y de espacio suficiente para todos los alumnos. Fue la primera vez que utilicé esta técnica y me gustó poder utilizar fragmentos de piedras que había encontrado mientras paseaba en una playa cercana para crear el mosaico.

Mi experiencia Erasmus llena de contrastes en Atenas

Otra sorpresa agradable fue la habitación en la que me quedé durante todo el cuatrimestre (la encontré por mi cuenta, sin ayuda de la facultad). Se encontraba en una ubicación ideal a los pies de φιλοπαππου, la Colina de Filopapo, cerca de la Acrópolis, en una antigua casa griega. En la casa encontré una antigua máquina de coser que me vino muy bien. El suave invierno de Atenas me permitió disfrutar de largos paseos en la naturaleza, explorar los pequeños bosques y sus plantas exóticas, olivos, limoneros, naranjos y laureles... una verdadera revelación ante mis ojos. Respiré el aire puro y salado del mar y encontré nuevos rincones llenos de encanto. Una vez a la semana, si el tiempo lo permitía (y normalmente era así), había un mercado en la calle Zaharitsa, en el que compraba frutas y verduras frescas. Lo recuerdo con cariño.

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En definitiva, fue una experiencia maravillosa, compleja, muy creativa, que me hizo ahondar en algunos aspectos de la vida y confiar más en los valores democráticos. También me permitió alcanzar un nuevo nivel de exploración y desarrollo en mis creaciones personales. Estoy muy agradecida al Programa Erasmus por expandir mis horizontes gracias a la participación, colaboración y comunicación, una situación en la que no me hubiese encontrado si no fuese por él. Para mí es y será siempre una fuente infinita de inspiración, que transformo y transmito mediante la creatividad a los demás.

El Erasmus ha cambiado para bien mi forma de vivir y pensar, hizo realidad muchos sueños. Vivir y estudiar fuera durante una temporada debería hacernos ser más abiertos de mente, estar más dispuestos a cooperar, y ver nuestra vida y vernos a nosotros mismos con otros ojos para poder escucharnos y comprendernos mejor. Debería hacernos confiar más en el poder de la comunicación y de la cooperación, en nosotros mismos y en nuestra capacidad creativa, superar las barreras que nos separan de los demás mediante la exploración.

Definitivamente funcionó conmigo. Por ello, agradezco con todo mi corazón al Programa Erasmus la oportunidad que me brindó.

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