El día que me echaron de casa.
Resulta que hace menos de un año pasé una temporadita viviendo en Dublín.
Me fuí con el churri, por lo que alquilamos una habitación doble. La casa era genial, un chalecito super coqueto, la dueña (que también vivía con nosotros) era encantadora.
Tenían dos perritos adorables.
Recuerdo que a uno de ellos casi me lo cargo el segundo día. Nada especial, le cogí entre mis brazos para jugar y cuando me cansé lo lancé al suelo cual minino, haciendo que se espachurrara contra el suelo y provocándole una especie de tos que le duró varios días. No era mi intención, os lo juro.
Como os imaginaréis, no fue un buen comienzo.
Pasaron los días y se fueron sucediendo una serie de catastróficas desdichas. Que si alarma de incendios a las 3 a. m, que si dejar las llaves puestas (por fuera) toda la noche, que si comida en el cubo de los envases. Bueno, esas cosas normales y corrientes de la convivencia del día a día.
A todo esto le sumamos que mi casera dejó de ser tan encantadora ( de verdad que no me lo explico xD). Pero empezó a ponernos una serie de normas bastante esquizofrénicas. Cada parte de la cocina debía ser limpiada con un producto diferente (en total había como unos 6 o 7 productos), no podíamos pasar más de medio metro del hall con las zapatillas, no podíamos hacer mucho vaho en el cuarto de baño, no podíamos entrar en la cocina a partir de las 10 p. m... en fin...
Y un día, se nos olvidó cerrar la ventana de la cocina (era era una de las normas). La mujer vino a echarnos una bronca tremebunda en su irlandés perfecto (es decir, que no se la entendía ni papa), y acabamos discutiendo con ella (en realidad yo balbuceando).
Nos hizo un papel en el que ponía que nos daba 200 € y nos marchábamos ese mismo día.
Le dijimos que íbamos a buscar un hostel, y que por la tarde volveríamos a por las maletas, y cuando estábamos saliendo por la puerta, nos pilló por banda y nos pidió el papelito de los 200€, alegando que tenía que cambiar una cosita.
Y nosotros, pardos, se lo dimos.
Cuando volvimos de nuestra infructuosa búsqueda de un hostel barato, nos esperaba también su marido, vestido de policia, con las maletas en la puerta.
Y así nos marchamos, sin hostel, sin papelito, sin contrato de alquiler y con 200€ menos.
Creo que es una de las peores experiencias de mi vida. Pero de todo se aprende. En la siguiente casa que estuvimos, lo primero que hicimos fue crear un contrato. En la embajada nos dijeron que tan solo con su firma ya bastaba para que eso fuera legal.
Así que ya sabéis chicos, cuando os vayáis, si tenéis planeado hacer algo así os aconsejo que lo primerito primerito que hagáis sea un contrato de estos. De verdad que os ahorraréis muchos disgustos.
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