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La magia del Sahara argelino


Soy de origen argelino y os escribo para poder compartir con vosotros una experiencia que me ha cambiado la forma de ver las cosas en la vida por completo, aunque también para poder rendir homenaje a aquellas personas que me enseñaron los principios de la existencia... A los hombres de azul (conocidos como "hommes bleus"), ¡los marinos del desierto!

La primera vez que fui a explorar el Sahara fue en el año 2014 para llevar a cabo unas investigaciones para mi Trabajo de Fin de Máster sobre el erizo del desierto y el zorro del desierto, unos pequeños mamíferos que son muy característicos de las regiones saharianas.

La magia del Sahara argelino

Las primeras investigaciones que realicé fueron en el Gran Erg Occidental en Argelia, en una región llamada Timimoun, esta lleva siendo la capital de Gourara desde el principio de los tiempos. Resulta que este sitio es el mejor al que puedes ir si lo que quieres es ir en busca de una cultura mestiza con habitantes de diferentes procedencias (haratines, etíopes y zenatas). Se la conoce como la ciudad roja porque las casas las hacen con arcilla mezclada con paja. Usan también los troncos de las palmeras como columnas. La región de Timimoun está situada al Sudoeste de Argelia, en el Sahara Central, a unos 1540 kilómetros de la capital Argel.

No me limité solo a Timimoun, para encontrar a estas pequeñas criaturas tuve que ponerme en contacto con unos guías e investigar mucho, hasta ese momento siempre me había quedado en la ciudad, pasé unos días en el hotel de Gourara, en pleno centro de Timimoun. ¡Tenía que llevar la teoría a la práctica! Y para poder hacerlo y según me aconsejaron los guías locales, tuve que ir a las dunas del Gran Erg Occidental, y fue entonces cuando mi vida cambió por completo. ¡el Sahara me dejó sin palabras!

La magia del Sahara argelino

Fui hasta el pueblo más cercano de la zona que iba a estudiar, era un pueblo perdido de la mano de Dios. Tenía unos diez habitantes y un viejo ksar (castillo) abandonado, no tenía ni tiendas ni supermercados. ¡Y con lo que me encanta a mi irme de compras! Además, las casas estaban hechas de barro. Como no tenían ni hoteles ni habitaciones tuve que integrarme con los habitantes locales y me ofrecieron quedarme en casa de uno de ellos. La familia de acogida con la que me hospedaba vivía en una antigua casa hecha de barro, ¡en unas condiciones muy primitivas! No tenían gas, agua que saliera por el grifo, aseo, WiFi y lo peor de todo... ¡no había cobertura para el Internet! Yo, que siempre estaba al día con el correo. Todo lo que tenían eran palmeras para poder suplir sus necesidades. Vivían de los dátiles y de las semillas que cultivaban. No podía ni siquiera plantearme el quedarme allí, no había nada que se asemejara a la vida normal, ¡pero estaba equivocada!

Me quedé en ese poblado más de un mes al final y desde la primera noche que pasé allí me di cuenta de mi vida no tenía nada que ver con todo eso, a pesar de que sus vidas son complicadas, se limitan a vivirla y ya. He aprendido de ellos a tener paciencia, coraje, a ver lo sencillas que son las cosas y conocer la verdadera felicidad, ¡me han purificado el alma! Me faltan palabras para poder describir la felicidad que sentí mientras estaba allí.

Comíamos productos ecológicos. Lo que más esperaba siempre con impaciencia era el momento de ir a recoger agua al palmar para darme una ducha y los festejos que hacían por la noche en mi honor. O las noches que pasaba bajo las estrellas... suena muy simple pero es increíble, todo el tiempo que estuve allí fui la reina del poblado, no me olvidaré nunca de ellos, sus miradas se han quedado clavadas para siempre en mi memoria y en mi corazón. Me dan fuerzas, a primera vista se podría decir que son pobres, pero en realidad son los más ricos, ¡entre la bondad que tienen y su naturalidad son unas personas extraordinarias!

Viajar alimenta el alma. ¡De verdad que espero que algún día podáis vivir una experiencia así! ¡Que podáis volver a los orígenes para purificad vuestro alma! ¡Que volváis a aprender a vivir!

¡Nos volveremos en la siguiente aventura!


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