Y así fue...

Después de esa magnífica tarde de paseo no lo dudamos. Queríamos volver a contemplar de noche el castillo. Y así fue. Con un par de cervezas y un par de bocadillos allí nos fuimos. Aprovechamos la ocasión para quedar con otros españoles que acababan de llegar y que hoy en día son parte de nuestra pequeña familia aquí. Es increíble cómo en tan poco tiempo puedes sentirte como en casa.

Y allí nos fuimos todos, a disfrutar de la noche y el paisaje, asi que a las 8 cogimos las bicis y ahí nos fuimos. Pasamos un gran rato. Muchas risas contando cada uno cómo habían sido sus primeros momentos en clase y la ciudad. Cómo habíamos pensado que iba a ser, cómo realmente fue... un sinfín de historias, de experiencias diferentes con las que te sentías identificado. 

Cuando llegas a un sitio que no es tu casa el proceso de adaptación siempre es difícil pero si encuentras a personas que están pasando por lo mismo que tú es más llevadero. Y las hay. Hoy en día es muy fácil poder contactar con cualquiera. Con las redes sociales puedes buscar quien está en tu misma ciudad, los grupos que crean de erasmus también ayudan mucho. Ahí fue donde mi compañera y yo nos conocimos, y la verdad puede que la prueba te salga mal, pero puede que, como a nosotras, no. 

Y allí estábamos, hablando, comiendo y riendo al lado del río, mirando de reojo aquellas luces que rodeaban al castillo, al castillo y a toda la ciudad. Todas las ciudades de noche tienen ese encanto que las hace tan especiales. Hay quien dice que no puedes apreciar tan bien su belleza, que no aprecias la mitad de las cosas que de día. Yo pienso que no. Que es al contrario. De noche es cuando puedes apreciar aquello que no ves de día. Los detalles que a la luz del día no se muestran. Las sombras que perfilan lo que por el día es simplemente luz y luz. 

Diferente. Encantador.

Creo que muchas veces vivimos en una ciudad sin saber apreciar su verdadera belleza. Por eso yo, y mi compañera, queremos observar hasta el último milímetro de esta ciudad. 

Después de un par de horas recogimos todo y volvimos calle arriba. Con la buena noche que quedó fue perfecta la ocasión para dar una vuelta en bici.

Pero todo tiene sus incovenientes. Después de meses sin hacer deporte subir con la bicicleta toda una calle, pues, nos costó un poco. Otra cosa no, pero son de esos momentos que recuerdas cada vez que pasas por allí. Y te ríes.

Porque al final, lo que hacemos aquí es disfrutar de los pequeños momentos, de los pequeños detalles. 

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