Buen tiempo + bicicleta = un gran paseo
Las primeras semanas de septiembre fue increible el tiempo que hizo. Como en España. Treinta y pico grados cada día, una locura. Como teníamos mucho papeleo que hacer fue a lo que nos dedicamos pero tan pronto tuvimos la bici no lo dudamos ni un segundo. La primera tarde que mi compañera y yo tuvimos libre cogimos la bici y nos fuimos a dar una vuelta por el río.
Con la bici tardamos nada en llegar. Fuimos con la cámara porque no nos queríamos perder ni un instante de lo que ibamos a observar. Me encanta la fotografía por lo que para mí siempre es una buena ocasión sacar cámara e inmortalizar los buenos momentos, y aún más, lo que nuestros ojos veían. Desde el otro lado del río teníamos una perspectiva increíble del otro lado de la ciudad. Veíamos el castillo y todas las demás casas como un conjunto que encajaba a la perfección.
"Lac de la Maine" es como se llama todo el parque que rodea el río. Lo tienen super bien cuidado y la gente no duda en ir allí cuando un rayo de sol asoma. O bien para hacer deporte o simplemente para disfrutar de una tarde tranquila tumbados en el césped.
Es un recorrido de unos 4 kilómetros más o menos que dibujan como una especie de isla rodeada por el río. Por el centro tiene una especie de lago con una pequeña playa fluvial. Precioso todo. Verde y más verde. Super cuidado, un cálido espléndor para cualquier observador.
Un sitio en el que respirar aire fresco, en el que poder disfrutar de una tarde tranquila. De poder disfrutar de un día espléndido.
Y tampoco tiene que ser solamente un día. Dentro del "Lac" hay un camping para caravanas para aquellos que disfrutan de la vida de una manera diferente. En ese momento hasta quisimos de alquilar una. Esa envidia sana de quien está disfrutando de manera diferente el mismo sitio.
Por eso no lo dudamos, sabíamos que queríamos volver. "Un picnic" nos dijimos. Sin duda era una idea genial. Echamos de menos no haber llevado nada. Unas cervecitas, una coca-cola, un sandwich. Cualquier cosa. Era el sitio ideal.
Así que cuando rodeamos entero ese encanto natural nos prometimos que siempre que pudieramos volveríamos. Siempre que el tiempo nos lo permitiera.
De camino a casa no lo dudamos, sabíamos que al día siguiente volveríamos. Pero aún mejor que esa tarde, volveríamos de noche. Porque si tiene un encanto especial de día, el castillo de noche tendría que ser perfecto.
Y así fue...
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