Primer día en Ámsterdam, me río solo con recordarlo.

La parte que parecía más difícil del viaje la salvamos con holgura y después de haber visto de camino a Ámsterdam otras ciudades, ya nos podíamos centran en visitar la ciudad más importante de los Países Bajos y conocer hasta el último de sus rincones.

Llegada a Ámsterdar (a medias)

Cuando llegamos a la estación de tren de Ámsterdam (Ámsterdam Station Science Park), pensábamos que ya estábamos a un paso de llegar al hotel, pero aún nos quedaba un buen rato.

De primeras y para abrir boca nos tuvimos que situar, ya que pensábamos que nos estábamos bajando en la Estación Central de Ámsterdam y no era así. Una vez sabíamos donde estábamos, cogimos el metro de la estación, sin sacar billete, no por no pagarle, sino porque pensábamos que con nuestro billete “mágico” con el que habíamos llegado desde Eindhoven, sería suficiente y podríamos entrar y salir sin ningún problema. En el metro todo normal, hasta que llegamos a la parada donde nos queríamos bajar para ir al hotel. Cuando fuimos a salir nos encontramos con las típicas puertas que hay en todos los metros del mundo y por lo que solo se puede salir si has comprado un billete de metro. Al no tener ese billete de metro necesario para salir, tuvimos que buscar una máquina expendedora para comprar tres billetes con los que poder salir a la calle. En aquella parada de metro no había máquina, en la siguiente tampoco, ni en la anterior, ni en la que estaba dos bocas más para allá…

No había ni una máquina donde comprar nuestros billetes para salir a la maldita calle. A todo esto hay que sumarle que esa noche jugaba Holanda en el Ámsterdam Arena contra Turquía… Imaginaros el metro lleno de turcos cantando y holandeses con camisetas naranjas y a los tres pardillos españoles con sus maletas y sin poder salir del metro porque no tenían billete. Todo un espectáculo. Y como no encontrábamos como salir y los vigilantes de seguridad del metro ya nos habían visto pasar dos o tres veces cada uno por las distintas terminales, decidimos salir sin billete. Vimos a una pareja que parecía iban a salir con sus billetes en la mano y sin pensarlo dos veces dijimos “a la de tres” y cuando pasaron sus billetes y se abrieron las puertas Alberto y yo pasamos corriendo detrás de ellos. Tal fue la prisa que nos dimos en salir que hasta Alejandro puedo salir corriendo antes de que se cerrara la puerta y le diera en las narices; por los pelos. Pero lo mejor fue cuando nada más salir de las puertas y yendo hacia la boca del metro, nos cruzamos la mirada con el vigilante del metro, que nos estaba diciendo claramente “os he visto, pero voy a hacer la vista gorda”. Podéis imaginaros las risas nada más salir a la calle y cuando ya nos sentíamos “a salvo”. No volvimos a usar el metro en todo el viaje.

Ahora sí que estábamos en Ámsterdam

Por fin habíamos llegado a Ámsterdam y ya podíamos andar libremente por la calle. Teníamos que llegar hasta el hotel, que estaba en la calle Linnaeusstraat y lo cierto es que no me acuerdo de donde estábamos nosotros. Mirando el mapa y preguntando a todo holandés que nos cruzábamos con cara de simpático conseguimos llegar al Amigo Budget Hostel y lo mejor estaba a punto de llegar…

Cuando entramos en la pequeña recepción-comedor-sala de estar del hotel y después de sobrevivir a las escaleras más inclinadas que he visto en mi vida, al decir mi nombre intuimos que algo no iba del todo bien. Nuestro amigo Hamed, que era uno de los dueños del hotel junto con otros que parecían sus hermanos, primos o amigos, empezó a hablar muy deprisa. Y el tono que utilizaba no hacía mucho honor al nombre de su hotel. Por lo que fuimos capaces de entender, como no llegábamos en todo el día, fue a cobrar la reserva que había hecho con mi nombre, de la cuenta que le había facilitado. Y al no tener dinero suficiente la cuenta para pagar lo que nos iban a costar las tres noches, me había estado llamándo toda la tarde para preguntarme si íbamos a ir o no. Como tampoco contestaba a sus llamadas se pensaron que no íbamos a aparecer y cancelaron la reserva sin preguntárselo dos veces. Consecuencia, en ese momento estábamos sin habitación donde dormir para los próximos tres días. Ya nos veíamos durmiendo en la estación de tren…

"Amigo, no problem"

La solución, tuvimos que renegociar con nuestro cada vez mejor amigo Hamed, quien por cierto no paraba de llamárnoslo “amigo esto”, “amigo lo otro”… Un grande Hamed. La negociación no fue mal después de explicarles que “habíamos perdido el tren”, que no teníamos otro sitio donde dormir (eso es verídico) y después de decirles que nos daba igual la habitación que fuera, pues no estábamos para pedir mucho. Nos ofrecieron una habitación para los tres, por el mismo precio que tendríamos que haber pagado, pero esta vez podían meternos más gente en la habitación si lo necesitaban. No teníamos otra elección, así que aceptamos, pagamos por adelantado y nos subimos a ver nuestro nuevo palacete por otras escaleras casi tan peligrosas como las de la entrada.

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Era una habitación con dos literas y una cama individual, donde cabían cinco personas y comodidades las justas. Solo con decir que no había toallas y tuvimos que usar las sábana bajera para secarnos después de ducharnos… (me des****no yo solo al pensarlo.

Amigo Budget Hostel

El hotel tenía baños compartidos en todas las plantas y las duchas eran también compartidas. No era el mejor hotel de Ámsterdam, más bien se acercaba mucho a ser de los peores, pero tenía algo, al final hasta Hamed acabó pareciéndonos un amigo de verdad. La habitación nos salió por 70 euros las tres noches a cada uno, que no está nada mal teniendo en cuanta que 210 euros era lo que íbamos a haber pagado si hubiéramos sido cuatro. Pero lo importante es que habíamos salvado el imprevisto y teníamos donde dormir, aunque lo que no sabíamos era si íbamos a tener compañeros de habitación y quienes iban a ser (más tarde lo veríamos).

Nada más llegar cenamos, nos duchamos (nos secamos con la sábana bajera), nos arreglamos, dejamos todo guardado para curarnos en salud ante quien pudiera entrar a dormir allí esa primera noche y nos fuimos al centro de Ámsterdam a ver como es la fiesta en Holanda (simple curiosidad científica). El hotel estaba algo lejos del centro, más lejos de lo que pensábamos y después de andar más de 20 minutos llegamos a Leidsplein Square, donde había bastante ambiente de fiesta, también estuvimos por los bares de Rembrandtplein Square, en un para de bares pequeños, con música y sin demasiada gente, de cuyo nombre no me acuerdo y que estaban muy bien. No quisimos ir a las discotecas grandes, más que nada que no queríamos pagar 20 euros por escuchar la misma música que se oía por todos los bares. Sobre las 4 de la madrugada, cuando cerraban todos los bares de la zona y 24 horas después de que nos hubiéramos puesto en marcha para llegar hasta Ámsterdam desde Valladolid, decidimos que había llegado el momento de volver al hotel y meternos en la cama a dormir y descansar.

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Nuestros nuevos compañeros de habitación

Otra vez de vuelta al Amigo Budget Hostel, y después de pasar por canales y más canales, llegamos a la puerta de nuestra habitación. Habíamos vuelto todo el camino haciendo apuestas sobre los que nos encontraríamos, si habría gente, chicos, chicas, si nos habrían robado, si estarían metidos en nuestras camas, etc. Y en el fondo pensábamos que íbamos a estar solos, pero cuando abrí la puerta de la habitación y entré, vi como salía un bulto de la cama y levantaba el puño con no muy buenas intenciones. Con nuestro inglés de sábado a las cuatro y media de la mañana tuvimos que explicar a los dos chicos que había durmiendo en "nuestra" habitación que éramos los que teníamos allí las maletas y que habíamos llegado antes que ellos, así que tonterías las justas. Parecía que ellos no se conocían entre sí y uno se lo tomó con calma y siguió durmiendo, pero el otro no se fiaba demasiado. Imagino que Hamed nos metió en la habitación a los dos pardillos que llegaron a última hora como nosotros.

Parecía que no les hacía mucha gracia que hubiéramos llegado a esa hora, pero menos me hacía a mi que tuve que quitarme las lentillas a oscuras, ponerme un pijama improvisado (se me olvidó el pijama en España) y meterme en la cama, a la vez que lo hacían Alberto y Alejandro en menos de cuatro metros cuadrados y con taburetes de por medio. Uno de los tres se calló del taburete al subir a la litera, pero no voy a decir quien fue porque son mis amigos (me sigo des****nando). Y a nuestros compañeros improvisados de habitación tampoco les gustaba mucho el futbol. Cuando ya estábamos metidos en la cama me puse a repasar la jornada de clasificación para la Eurocopa con Alberto; “Tiny, República Checa uno, Letonia uno. Holanda uno, Turquía uno. Kazajistán cero, Islandia tres…” a lo que nuestro amigo el del puño cerrado respondió “Be quiet boys! Shut up! I want to sleep! Five o´clock! Silence! ”. Y las risas que vinieron después fueron lo último que hicimos en nuestro primer día de viaje a Holanda.


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Comentarios (7 comentarios)

  • flag- Adri P hace 9 años

    Que pedazo selfies nos hacías Jandro eeh!

  • flag- Alberto Manso Alonso hace 9 años

    Debía ser kazajo el hombre y no le gustó recordar la derrota.

  • flag- Alberto Manso Alonso hace 9 años

    Por cierto, y como dato, los bares del centro de Amsterdam por donde estuvimos cerraban sobre las 5 los últimos. Ese día cambiaban la hora en Holanda al igual que en España y por eso parecía que eran las cuatro cuando nos fuimos jajaja

  • flag- Adri P hace 9 años

    Es verdad! Ya no me acordaba de que cambiaron la hora!

  • flag- Adri P hace 9 años

    Bueno, pero el caso es que del bar ese rojo donde estábamos nos echaron! jajajaj

  • flag- Alberto Manso Alonso hace 9 años

    Porque los agotamos el barril de cerveza jajaja

  • flag- Alberto Manso Alonso hace 9 años

    Porque los agotamos el barril de cerveza jajaja

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