De camino a Ommen

De camino a Ommen

Bien, en unos blogs anteriores escribí sobre mi viaje desde el aeropuerto de Ámsterdam a Ommen. Pero, ¿debería interesarles nuestro camino de la estación de trenes de Ommen a la Fundación Olde Vechte? ─ Sí, ese era nuestro destino final y el camino para llegar fue tan largo que no se lo pueden imaginar.

Al ver la señal y la pantalla en la que aparecía con letras muy grandes "Ommen", salimos del tren. Se podría decir que "fue un viaje muy largo para llegar hasta aquí" por lo que estábamos exhaustas de todo lo que caminamos, lo que esperamos y otras cosas como esas. Solo queríamos llegar a Olde Vechte, entrar a nuestra habitación y dormir. O bueno, primero comer, después dormir y descansar...

De camino a Ommen

Un consejo de mi parte para todos los que viajan a otros lugares: Obtengan toda la información posible sobre ese lugar y traten de memorizar cada detalle, por más pequeño que parezca, porque quién sabe qué vayan a necesitar y, por supuesto, estén preparados para cualquier cosa en cualquier momento. Siempre hay una solución a cualquier problema, o eso dicen, y quizás la hay, pero unas cuantas precauciones no le han hecho daño a nadie.

De camino a Ommen

Bien, para ser honesta, había estudiado todos los mapas y rutas de Ommen y sabía exactamente cómo llegar a las casas de la Fundación Olde Vechte, pero lo que sucede es que cada vez que digo algo nadie me cree o no sé qué pasa, pero simplemente ignoran lo que digo y lo hacen a su manera. Bueno, eso fue lo que pasó una vez más. Salimos del tren, seguimos a las personas en la plataforma y luego hasta la calle. Pues, a decir verdad, no había muchas personas.

Llovía. No llovía a cántaros, pero llovía bastante duro. Cargamos nuestras maletas, fuimos a la estación de bicicletas cerca de la de trenes y le preguntamos a dos personas cómo llegar a Olde Vechte. Al parecer, no sabían de este lugar en concreto por lo que les mostramos en el mapa y recuerdo que nos dieron la dirección correcta. Les agradecimos y seguimos con nuestro camino. Pensamos en tomar un taxi, pero la calle estaba desierta. De modo que tuvimos que caminar y, en lo personal, me agradaba la idea pues me encanta caminar, especialmente en las carreteras de Holanda: rectas, sin cuestas arriba o abajo, por lo que caminas sin cansarte. Además, era un lugar nuevo, era de noche, calmado, agradable, silencioso y qué mejor oportunidad para conocer la ciudad.

De modo que comenzamos a caminar en un lugar desconocido. Caminamos hacia la avenida principal y nos fuimos por la izquierda. Había casas, una estación de gasolina y un hotel con el nombre de "Hampshire". Luego llegamos a un lugar más iluminado en el que se encontraba una mujer; le preguntamos cómo llegar a la Fundación Olde Vechte y se lo mostramos en el mapa. Ella nos dijo que siguiéramos recto y luego giráramos al lado izquierdo. Quedé con la impresión de que eso no era verdad porque en los mapas que me había aprendido de memoria, estaba en el lado derecho de la avenida principal en la que venimos desde la estación de trenes. Bien, no tuve elección que creerle. Así que nos fuimos por el lado izquierdo.

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Caminamos algunas calles hasta llegar cerca del terraplén del río Vechte. El entorno fue cambiando poco a poco. Se hizo oscuro, cada vez había más árboles que casas, las calles se hacían más estrechas... Incluso un niño pequeño hubiera entendido que no íbamos en la dirección correcta. Teníamos un poco de frío, nuestras maletas estaban ya mojadas y estábamos en el medio de la nada. Si allí, en el lugar más iluminado casi no vimos personas, aquí no había nadie.

Recuerdo que una niña y un niño pasaron en sus bicicletas frente a nosotros y al vernos, aumentaron la velocidad y nos ignoraron. Quizás, eso fue lo que debieron haber hecho ya que éramos completas extrañas y nadie sabía qué podíamos querer. Pero, vaya, nosotras sabíamos exactamente lo que queríamos. Todo esto era divertido. Pude haberme detenido en la carretera y haber reído tan fuerte que podrían haberme oído en Olde Vechte, te lo aseguro.

Después, ¡ocurrió un milagro! : Vimos un automóvil que venía hacia nosotras; le hicimos señas, pero no se detuvo. Paso igual con varios más pero seguían derecho sin detenerse a preguntar por qué les hacíamos señas. Seamos honestos, éramos solo un grupo de chicas con nuestras maletas: se podría decir que éramos turistas corrientes.

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Luego vimos un automóvil negro que venía en nuestra dirección y una de las chicas decidió quedarse en la carretera para que se detuviera al no tener otra opción. Y así pasó, estaba en lo correcto. Pero cuando ella caminó hacia la ventana para preguntarle al hombre en dónde nos encontrábamos o cómo podíamos llegar a la ciudad, el conductor puso en marcha el auto y se alejó también. Esto era divertidísimo. Tendrían que haber estado allí para entender por qué nos reímos por tanto tiempo. Simplemente, no podíamos parar. Era un momento estupendo. La chica no podía seguir caminando pues sus pies le dolían, estaba empapada, tenía frío y no sabía en dónde estaba. La única opción era devolvernos todo el camino hasta donde giramos a la izquierda. Y así lo hicimos. Era tan insólito para nosotras que apenas eran las 7 de la noche y ya parecía que nadie viviera en aquella ciudad.

Diré que perdimos una hora y media deambulando por las calles de Ommen, tratando de encontrar el camino a la Fundación Olde Vechte. ─­Eso pasa por no creerme ─pensé. Pero, ¿qué podía haber hecho? ¿Ir en la dirección correcta por mi cuenta? Bien, quizás debí haberlo hecho, pero no tendría buenos recuerdos para reírme.

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Al final tomamos la carretera de la que les he hablado ¡y giramos a la derecha! Al caminar unos metros, vimos un aviso que decía "Olde Vechte" y nos sentimos aliviadas, supongo, de que ¡por fin habíamos llegado! Caminamos por un sendero y vimos una casa en cuya entrada había un hombre fumando cigarrillo. Esta situación me recordó a algo como un encuentro de miembros de la mafia con maletines llegando a una casa vieja en la que hay un hombre de otra mafia, fumando y esperando el encuentro.

Y eso fue todo. Lo logramos. Estábamos en Olde Vechte completamente cansadas y demás, pero contentas de finalmente haber llegado.

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