Ultimo día en Colonia

Último día en Alemania

Mi tercer y último día en Alemania fue el más tranquilo de los tres que pasé allí. Después de haber estado durante todo el viernes y el sábado conociendo tanto Colonia como Bonn y haber pasado la tarde y la noche en el festival del Rhin, tocaba pasar un día de mayor relax.

Aquella mañana me desperté en el suelo. Lo que había sido una colchoneta las noches anteriores, se había convertido en un cacho plástico sin aire y lo que había sido mi espalda, era un trozo de carne y hueso dolorido. Pero más allá de lamentos, nos preparamos y a medio día nos pusimos en marcha.

El fútbol en Colonia

Desde la ventana de la residencia donde vivía Jose, se veía el estadio de futbol de Colonia, el Rheinenergie Stadion y vimos en Internet que esa tarde había partido. El Colonia por cierto ese año ascendió a primera división alemana aquel mismo día. Yo si que quería haber entrado a ver el partido, pero no quedaba ni una entrada a la venta y no íbamos a pagar dos entradas a precio de reventa para ver un partido de segunda división alemana. Lo que si que hicimos fue darnos una vuelta por los aledaños del estadio y vivir de primera mano el ambiente previo a un partido de futbol alemán. Hay que decir que uno de los estereotipos de los alemanes está más que justificados, pues cada cinco metros había un puesto de salchichas gordas como un brazo y de cervecerías donde los vasos más pequeños que se servían eran de medio litro. El estadio fue una de las sedes del Mundial de Futbol de Alemania de 2006, por lo que estaba muy bien cuidado y tenía toda la pinta de ser nuevo. El Colonia jugaba contra el St. Pauli y nunca se me olvidará un grupo de unos cien aficionados del equipo rival a los que a policía metió en el estadio un buen rato antes de que empezara el partido (sí, en Alemania también hay grupos ultras de futbol).

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El estadio está rodeado por una gran explanada de hierba, y ya una hora antes de que empezara el partido, había un buen puñado de personas por allí tiradas (alguno se había bebido un litro de más), tomando el sol y esperando para poder entrar al estadio. Comimos en uno de los puestos de perritos calientes que había por allí cerca. Los precios eran parecidos a lo que te pueden cobrar en España, desde 2 euros hasta 3, 5 euros dependiendo del tamaño y el tipo de “wurst” (salchicha) que pidieras. Otra de las cosas que se vendían en cantidades industriales eran las patatas, ya fueran fritas o asadas.

El vermouth a la alemana

Como empezaba el partido, no nos íbamos a quedar allí esperando a que acabara y oyendo los goles, así que nos fuimos al centro de la ciudad a dar una vueltecita. Acabamos tumbados en uno de los parques de la ciudad, el Rheinpark, junto al río. Al rato nos acercamos a las calles del centro, cerca de la estación de Hansaring, donde quedamos con un par de compañeros de Jose. Tomamos la cerveza del domingo por la tarde en la calle, al lado de uno de los múltiples kiosk de la ciudad. La calle tenía un pequeño parque a un lado de la acera y este estaba lleno de jóvenes alemanes y erasmus bebiendo tercios de cerveza. Otra cosa de las que me llamó la atención y que conviene que sepáis, es que los botellines, si los devolvéis a un kiosk, da igual el que sea, te los pagan. Es una muy buena forma de reciclar, ya que si no lo devolvéis vosotros, hay siempre gente buscándose la vida que los recoge y los lleva a los kiosk a cambio de 20 céntimos por botellín. Puede parecer un precio ridículo, pero por donde estábamos tomándonos nuestra cerveza, había dos personas recogiendo los botellines con carros de la compra llenos hasta arriba. En España esto no tendría sentido, ya que esta prohibido beber alcohol en la calle y la medida no tendría mucho sentido.

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Después contar batallitas del Rheinfestival, Jose y yo fuimos a dar la última vuelta por el centro de Colonia. Estuvimos viendo la Iglesia de St. Martin, a la que no nos habíamos acercado en todo el viaje, pero que se dejaba ver desde lejos siempre. Paseando por la orilla del río vimos también dos espectaculares edificios que eran bloques muy modernos de viviendas y que al parecer también eran muy caros. Cogimos el “U” (metro) en Heumarkt cuando se hizo de noche y fuimos directos a casa para preparar el equipaje y marcharme a la mañana siguiente a París en tren. Ya en Francia cogería un Blablacar en la Plaza Italia hasta Saint Nazaire, donde seguiría otros dos meses antes de volver a España.

De vuelta a Saint Nazaire

Colonia me gustó mucho, no se puede comparar con París ni con el tipo de ciudades españolas que estamos acostumbrados a ver, con un casco histórico muy antiguo y muy bien conservado. Colonia al igual que la mayor parte de Alemania, sufrió de lleno las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, con bombardeos que destrozaron el corazón de las ciudades. Pero aún así, y a pesar de que todo pueda parecer nuevo y la gran parte de los edificios no tengan un alto valor histórico, es un país con mucho para ver y al que tengo muchas ganas de volver.

Tengo prohibido dormirme en el tren...

En el viaje de vuelta tuve una anécdota que me ha hecho aprender que es muy peligroso dormirse en el tren…

Al igual que cuando fui en el tren hasta Colonia desde París, para la vuelta decidí dormir un poco y poner la alarma un rato antes de que llegara a París. Me dormí al poco de salir de Colonia y me desperté totalmente desorientado en algún lugar de Europa, en una estación que me parecía la de París. Al mirar por la ventanilla, me pareció que estaba ya en la Gare du Nord (estaba claramente afectado por el sueño), así que cogí mi equipaje y me bajé del tren. Oía a la gente hablar francés, así que fui lleno de conformidad andando por el andén para buscar la puerta de salida, y menos mal que me dio por mirar un reloj que había en la estación. Me pareció demasiado pronto para haber llegado a París, así que para asegurarme y mientras me quitaba las legañas, le pregunté a un hombre que pasaba por allí si estábamos en París… "Nous sommes à Bruxelles" o lo que es lo mismo, “Estamos en Bruselas” me contestó en amigo en un perfecto francés…Y justo cuando estaba asimilando la información oí un silbato


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