¿Tienes claro tu destino? Los mejores chollos en alojamientos son los primeros en volar, ¿dejarás que se te adelanten?

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Primera toma de contacto con Kraków - Crónica de unas Vacaciones


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Bueno, pues como siempre digo, lo prometido es deuda, y aquí os traigo mi crónica sobre mi estancia temporal en Cracovia, que con mucho mimo he elaborado para vosotros, camaradas.

Algunos os preguntaréis: y cómo es que has viajado en estos últimos meses a Cracovia?

Pues bueno, se podría pensar lo más lógico, por ocio, por conocer la zona, y pegarse unas vacaciones (en este caso con buena compañía). Y efectivamente, así ha sido, pero el motivo principal ha sido (redoble de tambores…) que por fin tengo apartamento! El motivo del viaje era en esencia ir a firmar los papeles del que será mi nuevo hogar durante cerca de un año. El apartamento, para los que tengáis curiosidad, lo cogí con una agencia (sobre este tema hablaré más adelante).

Decir que para realizar este viaje estuvimos mirando bastante con lupa los precios de todo, desde el vuelo, hasta el alojamiento . Y es que si uno se esfuerza un poco, puede encontrar buenos chollos.

Al final la opción que vimos más sensata fue la siguiente: coger un autobús desde Bilbao hasta Barcelona (que aunque sean casi 7 horas de viaje, se pasan rápido estando acompañado), y luego desde Barcelona, pasar la noche en el aeropuerto y pillar un vuelo hasta Munich, y de Munich a Cracovia. Suena complejo, pero realmente era una forma de ahorrarse dinero, y así de paso disfrutar de Barcelona un poquito.

Llegó el día de partir, 15 de Junio. El autobús  salió por la mañana temprano. La verdad que estábamos cansados, porque la noche anterior fue de las típicas que cuando se avecina un viaje, a veces no duermes todo lo mejor que quisieras, o que entre una cosa y otra terminas realizando la maleta (en este caso una mochila que iba lo que se podría decir a presión) de madrugada. Pero bueno, eso no redujo nuestras ganas y motivación por el viaje, y la verdad que se hizo ameno, echando partidas de cartas, charlando, haciendo el gamba un poco, descojonándonos de algún que otro viajero que podría ser  catalogado como personaje… lo típico vaya. La única parada que realizó el bus fue en Zaragoza.

Al  bajar en Barcelona, el contraste climático respecto a Bilbao era ya exagerado, y los primeros minutos cogiendo el metro y demás, cargando con la mochila a rebosar eran una agonía.

Nos pegamos una pateada bien maja por la zona de las ramblas y el puerto, tomando algo y descansando un poquillo, pero la verdad que no daba para mucho más la tarde, ya que trenes hacia el aeropuerto no hay toda la noche…

Ya en el aeropuerto, se podría decir que llegó el aburrimiento infinito. Intentamos dormir un poco hasta que saliera nuestro avión hacia Munich, sobre las 6 de la madrugada más o menos, pero la verdad es que las sillas de El Prat son incómodas a más no poder, así que yo opté por ponerme a jugar con la tableta.

Pues bueno, embarcamos, vuelo hasta Munich, con desayuno incluido (los de Lufthansa miman los detalles la verdad), y otras dos horitas a esperar. Nos llamó la atención que en el aeropuerto te ponían cafés y té de una máquina, de forma gratuita, al igual que periódicos de tirada nacional, de los que te cuestan euro y pico.

Pues al fin salió nuestro vuelo hacia Cracovia, y en esta ocasión, en vez de desayuno, nos dieron comida. No me pidáis que la defina, porque aún no tengo ni pajolera idea de lo que era, pero honestamente, me resistí a probarlo. Pero bueno, como también te regalan cafés y zumos en el avión, algo pude llenar el estómago.

Vale, pues de eso que tras ir echando algunas cabezadas en el avión, llegamos finalmente a nuestro destino deseado, Cracovia! Ya al pisar el aeropuerto era todo curiosidad, fijarse hasta en los mínimos detalles de aquella tierra, buscando diferencias y semejanzas respecto a nuestras gentes, nuestra cultura, etc. Lo primero que hicimos nada más llegar fue ir a una oficina de cambio de divisa. Lo cierto es que en los aeropuertos y lugares turísticos el cambio de Euro a Zloty polaco sale menos a tú favor, que realizándolo en cualquier oficina de por ejemplo el barrio de Kazimierz, o cualquier otro no tan transitado por turistas. Para que os hagáis una idea, en los sitios más turísticos, sale el cambio a 1 euro aproximadamente 3,7 Zlotys, y en los menos 1 euro aproximadamente 4,2 Zlotys.

Posteriormente, decidimos coger un taxi, y no liarnos a buscar el autobús. Estábamos cansados, y queríamos ir directos hacia donde el hotel. Y bueno, que decir de este momento de taxi. Lo primero, decir que el hombre parecía un cacho de pan, muy agradable, y hablándonos en inglés se le entendía sobradamente bien. Resultaba curioso el hecho de que durante el viaje estuvimos escuchando una especie de música ska en polaco, que le daba un ambiente más bizarro a la situación de estar en un lugar diferente, a miles de kilómetros de casa, viendo los diferentes paisajes que se nos presentaban desde las ventanillas del coche.

El taxi llega hacia el centro de Cracovia, cuando nos encontramos  en que la carretera estaba como cortada, debido a una manifestación o algo. Pues coge el taxista, se acerca al policía que dirigía el tráfico y así, sin complejos, le dice al policía algo que viene siendo como: “oye, me puedo meter? Es que llevo clientes, así no doy toda la vuelta, y paso para cuando ya haya terminado el asunto.” No se cómo,  pero el policía accede, y en el otro extremo ,  donde se podía ver perfectamente como pasaban todos los manifestantes, había otro policia que le dice algo tipo: “pero qué narices haces aquí?”, a lo que el taxista, cuando el policia intenta abrir un hueco, dice:”the police is craaaazy”.

La verdad que nos resultó un personaje bastante gracioso, y digno de que si alguna vez cogéis taxi, esté él para amenizaros el trayecto.

Ya una vez en la calle de las oficinas del hotel, vemos que aún estaba cerrado. Hasta después de comer o así no habría (realmente no se trataba de un hotel, sino de un apartamento, que desde esas oficinas te gestionan y te llevan al mismo). Así que nos dedicamos a hacer tiempo y esperar, dando una vuelta por el barrio, Kazimierz (que por cierto, es en el que se encuentra mi apartamento durante mi estancia Erasmus), ya con un cansancio increíble, y con un calor más impresionante que el que nos encontramos en Barcelona, algo que nos chocó bastante, sobre todo con la creencia popular de que Polonia es un país en general frío. No nos esperábamos que en verano fuera así.

Ya en el apartamento-hotel, que por cierto, era baratísimo y contaba con cocina propia y esas cosas, decidimos que lo mejor es echar una siesta, y que ya más tarde saldríamos a conocer la zona.

Ese día no dio para mucho. Pensamos que lo más sensato era descansar, y que ya recorreríamos más al día siguiente. La verdad que la primera toma de contacto que tuvimos con el que será mi barrio fue increíble. Es andar por sus calles y notar como la cultura invade tu cuerpo, la sensación de estar pisando un terreno que ha tenido su relevancia en la historia. Muchos carteles por la calle, muchos bares, y sobre todo, lo que más nos chocó, tiendas Alkohole 24h cada pocas calles. Efectivamente, como el nombre parece indicar, son tiendas que están abiertas los 7 días de la semana, las 24 horas del día, y donde te venden alcohol. Pero un punto a favor es que también venden productos básicos, por lo que te pueden salvar de algún apurillo.

Por ejemplo esa noche decidimos hacer algunas compras: pizzas congeladas (de una marca que también tenemos por aquí por cierto), agua, y patatas fritas o algo así… Y maldita la hora en que la mujer que nos vendió las pizzas nos dijo que solo le quedaban unas en concreto, y le dijimos que sí. Madre del amor hermoso, no había probado tanto picante en una pizza, en mi puñetera vida.

Lo peor del todo es que pillamos tres, por lo que los días siguientes, tuvimos que echar el valor con ellas, sabiendo a lo que nos exponíamos. Si no nos reventó el estómago, fue de puro milagro.

En cualquier caso, viendo el escaparate de aquel alkohole 24 horas, en el que ponían algunos de los alimentos que vendían, pudimos hacer los cálculos  oportunos y comprobar lo muy barata que es la comida y demás productos básicos allí.

Al día siguiente, ya descansados, nos levantamos por la mañana con una sensación de haber dormido más de la cuenta. Resulta que como allí amanecía sobre las 4 de la mañana, la percepción del descanso nuestra se encontraba alterada. Los ciclos circadianos, que decimos los de psicología, actuaron.

Bueno, dejémonos de ciclos circadianos, y demás cosas que no vienen a cuento, y centrémonos en lo importante. Intentamos planificar un poco lo que ibamos a hacer durante ese día, y la verdad es que tampoco sabíamos por donde empezar. Como el Internet del móvil me fallaba, y en cierto modo lo consideraba esencial para poder buscar cosas concretas, se me ocurrió mirar en un mapa que tenía offline a ver donde había una oficina de  una compañía de teléfono. De esta forma, matábamos dos pájaros de un tiro: dábamos una vuelta por el centro,  y me hacía una tarjeta de móvil en Cracovia, para ya tener menos cosas que hacer los primeros días de Erasmus. Una vez hecho esto, dimos un paseo por la zona del río, rodeamos el Wawel Castle, recorrimos varios parques… La verdad que se hacía muy ameno, y nos quedó más en evidencia que Cracovia es una ciudad genial, con una riqueza cultural y una historia impresionantes. También tuvimos tiempo para ver más comercios, y restaurantes en los que hasta te ponían comida española como pulpo a la gallega, jamón ibérico, etc.

Decidimos comprar más comida en un super. Debido al poco éxito de las pizzas, y mirando a  ver qué había, nos llamó la atención un producto que allí llaman Gorazy Kubek y que debe tener mucho éxito allí, que  es como una especie de tarrina de pasta, que la llenas con agua hirviendo, la tapas, y al de cinco minutos tienes unos espaghettis a la boloñesa, unos macarrones a la carbonara, con la salsa muy cremosa y en su punto. La verdad que eso nos dio la vida. También cogimos galletas, un par de pizzas más de nuestro gusto, más cosillas para picar, más botellas de agua, servilletas… Todo por el módico precio de aproximadamente 8 euros. No está mal la verdad, sobre todo sabiendo que por pizzas de esas aquí ya te cobran de 2 para arriba.

La tarde fue tranquila. Estuvimos en el apartamento descansando, viendo la tele un poco a ver como son los canales Polacos, y ya cuando nuestros pies se encontraban con ganas de más marcha, volvemos a la calle, esta vez a ver con más detenimiento algunas zonas.

Lo cierto es que en Cracovia hay mucho turismo, y así lo demuestran su cantidad de minicoches turísticos que parten desde el casco viejo de la ciudad (o Stare Miasto), que te hacen una guía en varios idiomas por los distintos sitios relevantes de la ciudad.  También resultaban llamativos los carruajes, que le dan un atractivo extra a la ciudad (alguna parejita de recién casados vimos en uno de estos).

Cuando ya decidimos que debemos volver al apartamento (que parece que no, pero a lo tonto andas, andas, y andas, y cuando te quieres dar cuenta han pasado ya unas horas),  nos volvemos al apartamento a cenar y dormir, ya que el día siguiente iba a ser el más atareado.

Atareado por un principal motivo, era el día que acordé con la agente para ir a ver el apartamento, y firmar los papeles. A las doce del mediodía quedamos justo en la dirección que me dio del apartamento, donde me estaba esperando junto a la casera, que al parecer es una compañía de alquiler de alojamiento, que hacen uso de la otra agencia para contactar con futuros estudiantes, y esas cosas.

Pues la verdad que gente muy agradable, subimos al apartamento, y era tal y como lo vi en las fotos, solo que con algo de desorden, supongo que por el inquilino que habrá estado entonces. Para que os hagáis idea, es lo que comúnmente se denomina un estudio. Un buen chollito en sin duda un barrio genial. Lo vi todo correcto, e hice las preguntas que veía oportunas.

Tras eso, fuimos a la oficina de la casera, y allí nos dedicamos a hacer el típico papeleo, firmas, etc. Un aviso para los que no lo sepáis, y para que vayáis un poco  previsores. Si cogéis un piso con alguna agencia, éstas clavarán una comisión por sus servicios de ponerte en contacto con el casero y tal. En mi caso equivalía al 60% del precio mensual (unos careros para cuatro chorradas que hacían, las cosas como son). Con la casera quedamos en que nos veríamos de nuevo esa misma tarde, para firmar unos papeles que tenía también que firmar el jefe y tal, en fin, burocracia pura y dura.

Así que bueno, ese día nos lo tomamos con calma. Por la tarde para hacer tiempo hasta que quedáramos con la casera, decidimos perdernos un poquillo por la ciudad, a ver que encontrábamos. Ese día llovió un poco, pero era típica lluvia seca que ni te moja ni nada. Pudimos ver el colegium maius de la Universidad Jaguellónica, el cual se encuentra prácticamente al lado del market Square, sin duda una de las zonas más turísticas, donde se pueden comprar recuerdos de la ciudad (el último día nos pasamos por los puestecillos para coger algo para nuestros allegados), y donde te encuentras muchas palomas.

 A la noche decidimos ir a dar una vuelta y palpar el ambiente de bares de Kazimierz. La verdad que resultan de lo más curiosos algunos de los garitos, adornados  o bien de formas extravagantes, o con un toque muy acogedor. Algo que es llamativo del barrio (que tradicionalmente ha sido considerado judío, y cuyas algunas de sus calles se pueden ver en la película “La Lista de Schindler”, que por cierto, el edificio de la empresa de Schindler busqué unas semanas después, y resulta que está a diez minutos aproximadamente), es la cantidad de iglesias y  sinagogas, para lo relativamente pequeño que es. Los edificios en general se ve que son viejos, y en esencia poco han cambiado desde el siglo pasado, pero eso es algo que le da todavía más encanto. Buscamos algún sitio para comer, algún Kebab o similar, pero no encontramos nada que nos llamara excesivamente la atención y nos encontrábamos algo cansados, por lo que a cenar, al apartamento.

El último día decidimos ir a comer a uno de los restaurantes de debajo del que será mi apartamento, justo en el que tiene una terraza que se puede ver desde la desde el balcón del apartamento en cuestión. Nos atendieron muy bien, todo hay que decirlo, y eran gente joven, por lo que sabían inglés bastante bien y no hubo problema. La carta más de lo mismo, en polaco y en inglés.

Optamos por tomar de entrante unas ensaladas, cada uno una diferente, y después unos pierogis, los denominados raviolis polacos, uno de los platos tradicionales de allí.

Sobre la ensalada, que decir, una pedazo de delicia! Varios tipos de quesos, lechuga, tomatitos, uvas (que comparadas con las que puedes encontrar en cualquier supermercado de aquí son bastante grandes y de forma más redonda), nueces… la verdad que de las mejores ensaladas que he probado, y con una presentación muy pero que muy cuidada, además de que la ración era bien maja.

Respecto a los pierogis, también muy ricos. Por lo visto había dos tipos: rellenos de carne, o de patata. Los de patata los llaman pierogis rusos, y lamentablemente, no les quedaban, así que no pudimos probarlos. Así que optamos únicamente por los de carne, y lo cierto es que el sabor me recordaba bastante al típico paté de toda la vida. Pero bueno, las cosas como son, terminabas lleno y bastante satisfecho. Lo mejor de todo, es que me parece que pagamos entre los dos lo que vienen siendo 11 euros aproximadamente. Desde luego compensa salir a comer fuera en esta ciudad, aunque supongo que dependiendo que zonas saldrá más caro o más barato.

El resto del día consistía en perdernos más por la ciudad. De esta forma, encontramos el centro comercial Galeria Krakowska, que está próximo a la estación de  trenes, en la calle Pawia.

Para ir a comprar ropa es un sitio cojonudo. Hay desde conocidas franquicias españolas, hasta ropa de marca,, y de casi todos los estilos (alguna tienda de skate me parecía que había incluso). Vamos, que realmente tampoco hay mucha diferencia con respecto a cualquier otro centro comercial que podáis ver en Spain. Tiene también tiendas de electrodomésticos, de cosas para el hogar, kioskos, telefonía, libros, hobbies, instrumentos musicales, comida…

Cuando decidimos volvernos hacia el apartamento, lo hacemos esta vez bordeando un poco el río,  dando un buen paseo. Sin duda alguna yo creo que la orilla del Vístula es de los sitios en los que más tranquilidad puede uno encontrar en Cracovia (y fijaros que en Cracovia hay una barbaridad de zonas verdes, incluso dentro de algunos edificios!).

La gente se tumba en la hierba en completo relax, mientras otra gente practica el running, las amigas de turno se ponen a hacer el gamba con patines, los ancianos juegan al ajedrez, los turistas se montan en unos barcos que a su vez hacen de bar… Es para verlo. Además, si a eso le sumamos que por esa zona se pasean lo que vienen siendo hombres-cerveza, con publicidad del bar de turno, pues para que quieres más. Decir también que durante el paseo nos encontramos a varios jóvenes hablando en castellano.

Bueno, pues entonces entramos al barrio Kazimierz desde la parte sur. Esta probablemente sea la zona más judía, ya que los nombres de los bares y restaurantes estaban con letras en hebreo.

Ya en el apartamento, cenamos lo que nos quedaba de comida, y organizamos un taxi para nuestra vuelta al aeropuerto por la madrugada.

Nos despertamos medianamente descansados, y con pena de tener que abandonar la ciudad (la verdad que nos quedó muchísimo por ver y conocer). Tras preparar la mochila y dejar las llaves en el buzón del apartamento (no hacía falta que nos pasáramos por la oficina del hotel), bajamos, y el taxi ya estaba esperándonos.

En esta ocasión, en vez de ir a Munich y viajar con Lufthansa, iríamos a Varsovia y con LOT. Este viaje resultó curioso porque fue en un avión con hélices a lo vieja usanza, y en el cual podías ver como se escondían y salían los trenes de aterrizaje.

En el aeropuerto internacional de Chopin aprovechamos a comprar algunos recuerdillos para familiares, como por ejemplo botellas de cerveza Polaca, y también planificamos un poco la tarde en Barcelona.

Al llegar ya a la península aprovechamos a hacer el típico turismo que se puede hacer por la ciudad condal, ver la sagrada familia, la Barceloneta (buena caipirinha me tomé allí)… Nuestros pies ese día sufrieron como ningún otro. 

Ya de noche, y tras cenar, cogimos el autobús, que en esta ocasión iba más lleno que en la ida. Aprovechamos para dormir durante todo el viaje (aunque a veces costaba, porque había demasiado ruido).

Ni os podéis imaginar las caras  largas que se nos pusieron al llegar a Vitoria, todo lleno de niebla y lluvia. Un contraste climático y deprimente.

Y nada, ya en Bilbao, solamente tocaba ir a casita, y tumbarse en la cama, aunque no por mucho tiempo, ya que me tocaba ir a la revisión de un profesor, para que me diera feedback.

Y esto, compadres cracovianos, son las crónicas del viaje. Espero que os haya resultado estimulante, y que lo hayáis disfrutado como yo escribiéndolo y guardándolo como memorias para el futuro.

Cualquier duda que tengáis podéis preguntarme.

Ya queda cerca de un mes para establecerse allí!

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